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El desequilibrio de la humanidad es el de toda sociedad patriarcal. Ahora bien, es en una sociedad afectada por este profundo desequilibrio en donde tenemos a nuestros hijos y nuestros nietos. Podemos, con toda legitimidad, cuestionarnos sobre su porvenir. Algún día nos tocará hacerlo en estos términos: ¿Qué futuro pueden tener nuestros hijos en un sistema en desequilibrio? ¿Se puede pensar que con tal desequilibrio energético, si persiste, será posible fundar un mundo justo y feliz? ¿No sería más deseable, para un futuro mejor, que los seres humanos le pongan fin a este desequilibrio? ¿En qué mundo queremos vivir?

 

Poner fin a este desequilibrio significaría que a esta situación de desarreglo societal, se aporte un remedio, que se le aplique un tratamiento. Pero, poner el evidencia el carácter patriarcal de la sociedad, es sólo la conclusión de una observación (la de una sociedad hiper Yang / hipo Yin) y no es todavía un diagnóstico. Todo lo que hemos hecho hasta el momento ha sido acumular observaciones de las manifestaciones, de los síntomas que presenta el enfermo, unos que traducen un exceso de Yang, otros una penuria de Yin; el paciente está observado pero el diagnóstico está pendiente, el problema no está planteado aún. En este momento de la exposición, es prematuro hablar de tratamiento puesto que no hemos llegado siquiera al diagnóstico y no es posible, como lo vimos atrás, saltar esta etapa fundamental. En ningún caso podemos (y, sin embargo, es lo que se hace con frecuencia) quedarnos en este punto; después de la observación de sus síntomas, tenemos que pasar al diagnóstico de la enfermedad de la humanidad.

Lunes, 10 Abril 2017 21:11

Desgracia e injusticia

Una sociedad patriarcal, justamente porque es patriarcal, nunca podrá ser justa y tampoco logrará ser feliz; no tiene lo que se necesita para serlo, no puede funcionar correctamente. Una sociedad patriarcal sólo puede ser coja, generadora de injusticia, de ineficiencia, de sufrimiento y de miseria. Una sociedad patriarcal, por sí misma, sólo puede llevar a su propia destrucción.

 

Nunca podrá ser justa porque, en razón de este desequilibrio energético, siempre habrá concentración de la riqueza de un lado y diseminación de la pobreza del otro. Parece entonces, muy difícil acomodarse al patriarcado, puesto que del lado de los pobres, es invivible y del lado de los ricos, es inmoral. En este desequilibrio, los unos van a perder su cuerpo (o su techo), los otros van a perder su alma. Todos van a perder alguna cosa. Una sociedad patriarcal es una sociedad de perdedores-perdedores. Es una sociedad obligatoriamente desdichada.

 

No se trata de intentar acabar con las manifestaciones de una sociedad patriarcal, con la desdicha y la injusticia que le son inherentes, sin acabar con el patriarcado mismo. Para los colombianos, como para todos los humanos, la cuestión no es cómo suprimir los síntomas del patriarcado permaneciendo adentro. Esto sólo sería un cambio-desplazamiento. En esta dirección es que se desperdician tantos esfuerzos en el seno del desequilibrio patriarcal. Se necesita un cambio-metamorfosis, una salida del patriarcado mediante el reequilibrio del sistema. 

De esta anomalía energética resulta que esta sociedad va a sufrir los síntomas del exceso de Yang y de la penuria de Yin. En resumen, se podría decir que, en el mundo,

 

Las manifestaciones de funcionamiento hiper Yang

son todos los del exceso de disyunción:

 

  • El exceso de apropiación (concentración y repartición inicua de la riqueza, sistema económico mundial opresivo, que genera destrucción, indigencia y pobreza, colonialismo…),
  • El exceso de agresividad (conflictos de todo tipo: territoriales, nacionalistas, religiosos, económicos, guerras incesantes),
  • La « ley del más fuerte » como única guía en las relaciones humanas, la dominación,
  • El activismo,
  • La utilización de la eliminación como principal medio de resolución de los problemas,
  • La sobre valoración de la vida exterior y del mundo de los objetos, de su descubrimiento y de su conquista (sociedad de consumo, turismo, conquista espacial…),
  • La sobre valoración de las producciones intelectuales (ideas, doctrinas, idealizaciones, racionalizaciones, ideologías, discursos),
  • La verticalización de la organización física de las sociedades (urbanización sin freno),
  • La sobre valoración de lo artificial,
  • El abuso de poder y de autoridad, jerarquías asfixiantes, tiránicas,
  • La imposición de un orden moral, de la lucha entre el bien y el mal,
  • Una creencia excesiva en la palabra, los discursos, los escritos para solucionar los problemas,
  • Una ciencia cuyos efectos no son considerados en su justa medida y de las finalidades de la cual no se discute…

 

Las manifestaciones de funcionamiento hipo Yin

son todas las del déficit de conjunción:

 

  • Debilidad del tejido social (imposibilidad de crear comunidades fuertes y equilibradas),
  • Ausencia de repartición, de fraternidad, de solidaridad, de ayuda mutua, de responsabilidad (social, ecológica), de convivencia, de civilidad, de comunicación y de comprensión,
  • Ausencia o debilidad del control ascendente sobre la jerarquía, sobre los dirigentes políticos, sociales, económicos y religiosos, sobre los expertos científicos y técnicos, sobre los dirigentes ilegales (guerrilla, paramilitares, corruptos…),
  • Imposibilidad de valorar y hacer respetar a la Naturaleza,
  • Ignorancia de los aportes de la vida interior a la transformación, la armonización y la pacificación del ser humano,
  • Dificultad para percibir lo global, lo fundamental, lo esencial, lo sagrado, pérdida del sentido de la responsabilidad,
  • Visión a corto plazo sin posibilidad de comprender el contexto,
  • Imposibilidad para las mujeres, los niños, los indígenas y los pensionados para defenderse de la agresividad y de la voracidad de la sociedad hiper Yang,
  • Imposibilidad para ellos de expresarse totalmente como sujetos y en condiciones de igualdad…

Entendemos que una sociedad patriarcal, por definición, no puede ser sino disfuncional, desequilibrada, violenta, agresiva, expansionista, injusta, infeliz y estéril. Ella generará siempre abuso de poder, malos tratamientos a la Mujer, al niño, a la Naturaleza, al pequeño campesino, a los indígenas, a los minusválidos…

Según Humberto Maturana, con la aparición del patriarcado en el Medio Oriente algunos 3000 años AC, comenzó la lucha entre el Bien y el Mal, en la cual « el bien es lo patriarcal, la autoridad y la obediencia, la trascendencia de lo material hacia lo espiritual, la defensa de la propiedad personal, la competencia, la fertilidad vista como la procreación sin límite y el control del mundo natural. El mal, es lo matrístico, el respeto por la emoción, la legitimidad del otro, la identificación con lo natural sin buscar su control, la no competencia, la fertilidad vista como abundancia armoniosa y la consciencia de la responsabilidad en el vivir. »[1] Y subraya esta ambivalencia notoria entre, de una parte, el esfuerzo continuo de los sistemas patriarcales con miras a someter a la mujer y a negar su autonomía y su dignidad matrística y, de otra parte, esta contradicción que nosotros vivimos con el paso del mundo de la infancia (que sigue siendo matrístico en la relación madre – hijo) al de la juventud y después al de la edad adulta (que se convierten en patriarcales). Los valores inculcados desde la infancia son el respeto del otro, la colaboración, la participación, la ayuda mutua, el respeto a sí mismo. Los valores de la vida adulta son la lucha, la competencia, la apropiación, la falta de respeto por el otro, la búsqueda de las apariencias y la pérdida de la dignidad en la sumisión a la autoridad.  « Además, en este proceso, como niños y niñas vemos la aceptación continua de la mujer matrística por el hombre patriarcal como una oposición entre lo masculino y lo femenino, en la cual lo femenino es la debilidad, lo arbitrario, la emocionalidad, la inconstancia y la irracionalidad mientras que lo masculino se ve como la fuerza, la racionalidad, la constancia y la profundidad. Nada de esto es válido biológicamente. »[2]

 

Françoise Gange, en su muy bello estudio sobre la instauración progresiva del patriarcado en la humanidad[3], lo describe así: « El mundo contemporáneo muere de « hipervirilidad », en el sentido en que el patriarcado le ha impuesto a la virilidad: mentalidad conquistadora, sostenida sobre un apetito de poder y de riquezas materiales, que implica jerarquía y control, necesarios para asentar la dominación; predominio del modo racional de pensamiento que recorta, separa, aquí también con miras a una jerarquía de las ideas; modo de evaluación cuantitativa del mundo, de los otros y de sí mismo. En el plano moral, este sistema se basa en la exclusión y el pequeño número de los « elegidos », de donde se derivan su orgullo umbilical y culto del yo, su cinismo erigido como modo de comprensión del mundo y del otro. »

« Su corolario es « la hipofeminidad» entendida en el sentido en que la « primera cultura » deducía de la feminidad, a través de su hipóstasis, la Madre divina: apertura, benevolencia, respeto del Todo concebido como solidario, generosidad que engendra la copiosidad de la vida, predominio del modo de comprensión intuitivo, sensibilidad empática, importancia de lo afectivo y de la improvisación que tiene en cuenta el movimiento de los flujos de la vida, globalización del pensamiento también, porque no hay solidaridad sin tener en cuenta el conjunto de los elementos de lo real. »

 

Joël de Rosnay[4] comparte la misma visión del mundo cuando señala la necesidad de establecer valores femeninos para construir un mundo más equilibrado: « Durante milenios los hombres han asegurado su supervivencia gracias a la domesticación de la energía solar a través de la agricultura. Esta etapa de la evolución de las sociedades ha favorecido valores de naturaleza simbólica: complementariedad, equilibrio, utilización gestionada de los recursos. El periodo de conquista económica e industrial de los últimos siglos, resultante de la explotación acelerada de los combustibles fósiles, privilegia valores « masculinos »: competencia, conquista, dominación, crecimiento. La transición que vive en adelante la humanidad – fase de  acondicionamiento posindustrial o bioecológica, sociedad de información y de comunicación – va a necesitar el retorno a valores « femeninos » como la solidaridad, la complementariedad, el equilibrio, valores análogos a los que prevalecían en el periodo de supervivencia de la humanidad. Sería un poco reduccionista oponer sistemáticamente los valores « masculinos » a los valores « femeninos », pero es interesante colocarse en el contexto de su complementariedad. »

 

« Desde el alba de la humanidad, el comportamiento masculino se ha revelado en la caza, la guerra, la conquista o la defensa de los territorios. El comportamiento de la mujer en la gestión y el « manejo » del hogar, la transmisión de la vida y de los conocimientos. Hoy en día, la crisis del ambiente, los poderes peligrosos de la biología, los desafíos de la educación hacen aparecer en el primer plano la influencia de los valores femeninos en el debate sobre los grandes desafíos de la sociedad. » Los valores femeninos que Joël de Rosnay defiende sólo se pueden manifestar con la condición de ser sostenidos por su propia energía, la energía Yin. Estos valores femeninos nunca serán potentes ni influyentes en una sociedad patriarcal.

[1] MATURANA Humberto. El sentido de lo humano. op. cit., p 332.

[2] MATURANA Humberto. El sentido de lo humano. Op. Cit., p 316.

[3] GANGE Françoise. Avant les dieux, la Mère universelle. Alphée, Paris, 2005, p 429.

[4] ROSNAY (de) Joël. L’homme symbiotique. Regards sur le troisième millénaire. Seuil, Paris, 1995,

p 279.

 

Lunes, 10 Abril 2017 21:08

Definiciones del patriarcado

El patriarcado admite diferentes definiciones. La más simple se refiere a la transmisión del apellido por el padre y no por la madre. Otra evoca una forma de organización social en la cual la autoridad familiar, política y económica la tienen el padre o los hombres[1]. Otros van un poco más lejos y hablan de poder ejercido por los hombres. En fin, se tiene la costumbre de considerar el patriarcado como un sistema que lleva al abuso de poder de los hombres sobre las mujeres y, por lo tanto, a su dominación, “sujetación”, opresión (sexismo).

Cuando el patriarcado se reduce así al hecho cultural y social de la dominación y represión de la mujer por el hombre, no se percibe, como ocurre con frecuencia en asuntos humanos, su realidad energética, su base energética. No se percibe que en un sistema en desequilibrio, siempre habrá uno fuerte, opresor y un débil, oprimido. Y no puede ser de otra manera mientras persista el desequilibrio energético general. Una anomalía de funcionamiento de todo un sistema se reduce a una de sus manifestaciones, que sólo es uno de sus síntomas. Es contra este síntoma, la opresión, que han luchado y siguen luchando un buen número de feministas, pero sin percibir el desequilibrio energético subyacente que se impone y sin ver, en este desequilibrio, la ausencia de la energía Yin. Esta dominación / opresión es efectivamente el síntoma más frecuente del patriarcado. Pero considerar el patriarcado « energético », es ofrecerse la posibilidad de comprenderlo con mayor profundidad.

 

También es poderse dar cuenta de que una de las formas del patriarcado, puede ser paradójicamente inversa.  Se puede tener la dominación del hombre por la mujer. En este caso, es un patriarcado en cuerpo de mujer y no un matriarcado[2]. En general, se reconoce este carácter de « patriarcas » a las mujeres de Medellín, a las mujeres de los departamentos de Antioquia y de Santander. Los sociólogos y antropólogos ven en estas regiones un matriarcado; en realidad, se trata de un patriarcado típico, es decir, un sistema hiper Yang / hipo Yin pero dirigido por las mujeres. Así, para comprender lo que es realmente el patriarcado, es necesario ver, no solamente los síntomas, sino también la energética porque, además de ser un dato cultural y sociopolítico, es un dato energético. El patriarcado está relacionado, no con el sexo, sino con la puesta en obra de energía masculina excesiva para alimentar comportamientos y valores masculinos, lo cual lleva a la represión de lo femenino y esto, tanto en una sociedad como a nivel individual, y tanto en los hombres como en las mujeres

 

Decíamos atrás que en todo ser humano, hombre o mujer, se encuentra energía Yang y energía Yin; que, en general, se espera encontrar más energía Yang en un hombre y más energía Yin en una mujer, pero que esto no siempre ocurre. Efectivamente, muchos hombres (por ejemplo, aquellos que una madre abusiva ha « castrado » psicológicamente y, por tanto, en energía) son incapaces de combatividad y se muestran débiles e impotentes en los momentos decisivos.

Y muchas mujeres, en la imposibilidad de controlar su sensibilidad, van a manifestar comportamientos agresivos y autoritarios. Todos conocemos mujeres que son « patriarcas », « mujeres de hierro ». Por ejemplo, ocurre que una mujer someta a su marido a la idea que ella misma se hace sobre lo que debe ser un marido. Así, ella vive e impone una idealización (Yang), si, claro está, su víctima lo consiente. Florence Thomas[3] mezcla los géneros, con todas las consecuencias que ella podrá imaginar, cuando declara que « Las mujeres (realidad aparentemente Yin) tienen la palabra (realidad Yang) ». Como ya lo vimos, la energía masculina tiende a la conquista del poder, del territorio y en este plano muchas mujeres son hombres. Algún gobernador de un gran departamento de Colombia, algún dictador serbio o rumano y muchos otros, tenían razones para saberlo. Humberto Maturana dice : « Antes de terminar, permítanme observar que el patriarcado no tiene nada que ver con lo masculino, es un modo de vida fundado sobre la apropiación, las jerarquías y el control, y es patriarcal no por sexo sino por cultura. Tanto hombres como mujeres pueden ser patriarcales. »[4]

 

Es importante tener presente que el patriarcado no es un problema de sexo, es un problema de energía: un individuo o una sociedad funcionan con una proporción de energía que favorece la energía Yang, los comportamientos y los valores relacionados y desfavorece el Yin, sus comportamientos y sus valores.

 

Si tantas personas asimilan por error el patriarcado a un problema de sexo, es porque todo el mundo sabe reconocer un hombre y una mujer, sabe diferenciar la estructura de uno y la estructura de la otra, pero pocas personas tienen acceso a, o se interesan por, la energía y menos aún por su diferenciación en dos polos opuestos o complementarios y, por tanto, poco saben percibir el tipo de energía que los anima. Reconocer estos datos clásicos de la energética permitiría comprender la esterilidad de un gran número de debates del feminismo y las razones de su poca eficacia. Abriría horizontes nuevos en la comprensión de la « pérdida de los valores » de la que se quejan tantos colombianos.

 


[1] Diccionario Microsoft  Encarta

[2] « El problema con las matriarcas es que en lugar de ser Pachamamas son Papamachas ». Luís Enrique Mejia

[3] THOMAS Florence. La mujer tiene la palabra. Aguilar, Bogota, 2001.

[4] MATURANA Humberto. El sentido de lo humano. Dolmen Ediciones, Santiago de Chile en coedición con TM Editores, Bogotá, 1998, p 315.

Lunes, 10 Abril 2017 21:03

Introducción - El Patriarcado

Un ser que vive en el desgarramiento y la contradicción, no puede ser pacífico en el exterior.

Eugen Drewermann

 

La observación de la energía de la sociedad colombiana pone en evidencia un desequilibrio cualitativo: una penuria de energía Yin asociada a un exceso de energía Yang. Este desequilibrio tiene un nombre: sociedad patriarcal. Este desequilibrio es la definición energética de toda sociedad patriarcal, es decir de toda sociedad que favorece las energías, los valores y los comportamientos masculinos y reprime las energías, los valores y los comportamientos femeninos. Colombia es un de los modelos perfectos del patriarcado.           

Lunes, 10 Abril 2017 21:02

El Yin no es la mujer sino lo femenino

Cuando uno se presta a la calificación de la energía en dos polos, cuando se aprende a diferenciar una de las polaridades de otra, casi siempre se llega a cometer el error de confundir estas polaridades de la energía con el sexo masculino o femenino. Es importante, entonces, en este momento de nuestra exposición, introducir esta observación muy importante: no se puede asimilar el Yang con el hombre ni el Yin con la mujer, y esto por una razón sencilla que vamos a considerar.

 

La razón es que todo sistema vivo, incluido, claro está, el ser humano, es un dipolo Yin Yang, así todo hombre o toda mujer funciona con una energía Yin y una energía Yang. Por estar sometidos a la dualidad (nacimiento / muerte; derecha / izquierda; vida exterior / vida interior…), los seres humanos, sean del sexo masculino o del sexo femenino, están animados con las dos formas de la energía. Así, cualquiera que sea su género, pueden desarrollar los comportamientos y los valores tanto Yang como Yin. Por cierto, se considera equilibrado un ser humano, hombre o mujer, capaz de unos y otros.

 

Este error procede de una simplificación y de una reducción. El concepto de Yang es más vasto que el de hombre, el concepto de Yin más que el de mujer. Esto no impide que la noción de masculino sea una buena aproximación del Yang, así como la de femenino lo sea para el Yin.

 

Hay reducción cuando se limita un ser humano a su sexo físico. Pero es hacer caso omiso de lo que se podría denominar el « sexo energético ». Generalmente, se espera encontrar en una mujer comportamientos y valores Yin preponderantes y, claro está, la inversa en el hombre. Se podría calificar esta situación como estado energético estándar. Pero no siempre hay correspondencia; se encuentran hombres con carácter y comportamiento femeninos, así como mujeres con carácter y comportamiento masculinos. Tanto la historia como el tiempo presente están llenos de ejemplos de estas « mujeres de hierro » cuyas apariencias son las de una mujer, pero cuya realidad (energética, o sea, del comportamiento) es la de un hombre. Es obvio que la situación ideal para todo ser sería el equilibrio y la posibilidad de disponer tanto de fuerza paternal como de dulzura maternal, de un Yang y un Yin, ambos en plenitud.

 

PARA RESOLVER NUESTROS PROBLEMAS, DISPONEMOS DE DOS FUERZAS

 

DOS FUERZAS

Una Fuerza Yang masculina

de ENFRENTAMIENTO

que permite

LA ELIMINACIÓN

Una Fuerza Yin femenina

de INFLUENCIA

que permite

LA TRANSFORMACION
DEL ADVERSARIO O DE LA SITUACIÓN

DOS CONCIENCIAS

Una conciencia Yang

Masculina

Activa

Emisora

Intencional

“Voy a cambiar el mundo”

CONCIENCIA FLECHA

Una conciencia YIN

Femenina

Pasiva

Receptora

Sin ninguna intención

“Así es”

CONCIENCIA COPA
DOS DIMENSIONES

EXTERIOR

HACER

TENER

INTERIOR

SER

ESTAR (aquí y ahora)

 

© Dr Xavier ETIENNE

La energía Yin condiciona el funcionamiento, los valores y los comportamientos femeninos. Es pasiva, receptiva, sin intención, interior, evoca el don de sí mismo, la sumisión, la quietud. Está en la base de ese modo de acción por infiltración, típicamente femenino, la influencia (la influencia con frecuencia se califica de femenina). Convencer es Yin.

 

La construcción Yin es interna, invisible, silenciosa: la fecundidad, el engendramiento de la vida, la nutrición. Las hembras dan vida.

 

La energía femenina nutre los comportamientos de cooperación, de colaboración, de compartir, de participación, de coexistencia, de inclusión, de conjunción, de mutualidad, de ayuda, de solidaridad, de responsabilidad social. Le corresponde a las mujeres constituir el hogar (no tanto el nido como lo que hay dentro de él), la familia, la fraternidad, la convivencia, la comunidad. Es una fuerza centrípeta. Es ese polo de la energía que permite la aparición y el funcionamiento de un tejido conectivo en un organismo, de un tejido social en una colectividad, que permite la comunicación y la comprensión entre las partes de una sociedad, que transforma una sociedad de rivales en una comunidad.

 

La organización Yin es horizontal, reticular (en red). La energía Yin permite las interacciones entre los elementos constitutivos de un conjunto, favorece una lógica de asociación, conforma redes, organizaciones, en las cuales el funcionamiento se hace en paralelo, sin jerarquía y sin control (como en Internet) con comunicación, deseo de compartir informaciones. El esfuerzo es compartido, las ganancias también. La posición de cada uno de los elementos de una red es la confianza: “En el sistema en cuestión, yo hago lo que tengo que hacer y espero que los otros también lo hagan; de todas maneras, no puedo ni quiero ejercer ningún control”. En una manada de elefantes, para defenderse del tigre y proteger a sus pequeños, las hembras se disponen en círculo, los pequeños en el centro del círculo y ellas, las defensas, hacia el exterior. Una elefanta aislada tiene el riesgo de perder a su hijo.

 

Si la jerarquía y el « establishment » son Yang, en cambio el pueblo es Yin.

 

El modo femenino de evolución es de evolución mediante autoorganización.

 

Cuando una red funciona bien (en el caso, por ejemplo, de una democracia verdaderamente funcional), emergen una fuerza, una inteligencia y una creatividad colectivas y resulta un control ascendente sobre la jerarquía, sobre los dirigentes y los representantes políticos[1], sociales, económicos y religiosos, sobre los expertos científicos y técnicos[2].

  

La energía Yin alimenta una consciencia pasiva, siempre receptiva, sin intención, una consciencia "copa"  (K.G. Durkheim) que acepta la realidad tal y como es, sin nombrar, sin juzgar, que dice “” a la realidad tal y como se presenta sin pretender cambiarla, que reconoce su legitimidad. La frase Yin por excelencia es: « Así es ». Observemos, desde el punto de vista práctico, que el hecho de afrontar con confianza la vida, de decir: "sí; entre", al admitir que "siempre es Dios quien golpea"[3], no bloquea el juego de la energía y la realidad, influenciada, acaba por transformarse, mientras que la actitud Yang, que se propone, por idealización, transformar la realidad, por el contrario, bloquea o limita la evolución.

 

El Yin está en relación con el lado izquierdo del cuerpo.

 

El espacio es Yin.

 

El instrumento femenino de conocimiento del mundo es la sensibilidad (el corazón). Los instintos y las sensaciones son sus instrumentos a nivel elemental, la intuición en el plano superior, la vida afectiva y emocional entre los dos.

 

El Yin está relacionado tradicionalmente con lo oscuro, lo invisible, lo inconsciente (esto probablemente en relación con su déficit), con las profundidades. Permite el acceso a lo fundamental, a la complejidad, al pensamiento sistémico o complejo, a la comprensión y a la percepción del contexto general del sistema, del Todo (el contexto, el sujeto) y no solamente de sus elementos constitutivos. (Un sistema es más que la suma de sus partes).

 

En resumen, se podrían subrayar las principales características del Yin: conjunción, compartir, cooperación, inclusión, red, sensibilidad, consciencia « copa ».

[1] Ejemplo reciente de Ucrania, en las elecciones presidenciales de diciembre de 2004.

[2] CALLON Michel, LASCOUMES Pierre, BARTHE Yannick. Agir dans un monde incertain. Essai sur la démocratie technique. Seuil, Paris, 2001.

[3] MARCHAL Jean. L’Apocalypse de Jean. Albin Michel, Question de N°68, Paris, 1987.

 

La energía Yang condiciona el funcionamiento, los comportamientos y los valores masculinos. Está relacionada con la creación, la actividad, la intención, el exterior, la emisión. Permite la acción, el paso a la acción, la posibilidad de éxito, la iniciativa, la decisión, la combatividad, la autoridad, el orden, la protección, la jerarquía, el poder, la dominación. Vencer es Yang

La edificación de una casa, el levantamiento de un rascacielos, la construcción son actividades Yang.

 

La energía masculina favorece los comportamientos de competencia, de antagonismo y la lógica de exclusión; es una fuerza de disyunción (fuerza centrífuga). En un grupo de animales, los machos, encargados de la conquista, de la apropiación y de la defensa del territorio y de la manada, combaten y se eliminan; luchan a muerte. Sólo queda el más fuerte (la ley del más fuerte, evolución por selección natural). Debe ser no solamente el mejor, sino el único que puede ocuparse de las hembras. Y matar a su adversario, en este contexto, se considera normal: el león que mata a su adversario se convierte en el jefe. Aplicado a los humanos, esto se traduce en guerra y en la búsqueda del poder que son actividades Yang de dominación, de eliminación y de apropiación.

 

La organización Yang es de tipo vertical, piramidal, jerárquica (cf. las Fuerzas Armadas, la Iglesia Católica) con deseo de control, control descendente sobre el pueblo, secreto, retención de la información, desconfianza; por lo tanto, orden, planificación y apropiación por el “establishment”.

 

El Yang está en relación con el lado derecho del cuerpo.

 

El tiempo es Yang, la perseverancia y la duración también lo son.

 

La energía Yang sostiene, anima la actividad mental e intelectual. El instrumento masculino, Yang, de conocimiento del mundo es el mental o intelecto (la cabeza). Es el soporte de la razón, de la racionalidad, es el mundo de las ideas, de los pensamientos, de los conceptos, de las teorías, de las doctrinas, de las ideologías y de las idealizaciones (la moral). Igualmente, la palabra, el discurso, la predicación son actividades Yang. La  energía Yang alimenta una consciencia con intención, en búsqueda de un objetivo, que Graf Durkheim[1] llama la consciencia “flecha”, una consciencia que no acepta la realidad tal y como es, que no le concede legitimidad, pero se propone cambiarla. « Yo voy a cambiar el mundo »

 

El Yang está ligado a lo visible, a la luz, a lo simple, a la superficie, al consciente, a la ciencia; favorece el pensamiento analítico, procede a la separación, a la disyunción. Lo mental aísla un factor de su contexto para analizarlo. Sólo tiene en cuenta lo que es objetivo (el objeto, el texto) y sólo tiene acceso a la causalidad lineal.

 

Para resumir, se podría subrayar: Yang = apropiación, competencia, exclusión, disyunción, eliminación, jerarquía, intelecto, consciencia « flecha ».

[1] DURKHEIM Karlfried Graf. Méditer, pourquoi et comment. Le Courrier du livre, Paris, 2006, p 133.

 

Lunes, 10 Abril 2017 20:59

Equilibrio y desequilibrio

La energía de un sistema vivo puede adoptar tres posiciones: una posición de equilibrio Yin / Yang o dos posiciones de desequilibrio (YANG / yin o YIN / yang). Estas posiciones van a determinar diferencias en el funcionamiento del sistema.

Como no hay nada más elocuente que un ejemplo, en este momento del razonamiento, es muy útil preguntarse:   « Y la energía del sistema humanidad, ¿en cuál de estas tres posiciones se encuentra? » Para presentar las cosas aún más simplemente, se puede hacer una primera pregunta: « ¿La energía de la humanidad está en equilibrio o en desequilibrio? » A esta pregunta, la totalidad de los seres humanos interrogados responde inmediatamente que no, que no les parece que la energía de la humanidad esté en equilibrio. Este es un punto importante. Entonces, está en desequilibrio; pero, ¿de qué tipo?

 

La energía genera el funcionamiento de un sistema; ella induce entonces comportamientos y valores. Es posible reconocer a través de la observación de los comportamientos y de los valores el desequilibrio energético que afecta a Colombia. ¿Cuáles son los comportamientos (Yang masculinos o Yin femeninos) que predominan, que más se imponen en este país?

 

Cuando el problema se plantea en estos términos, la gran mayoría de las personas interrogadas, incluso sin conocer las características del Yin ni del Yang, con la única indicación de la noción del género (masculino / femenino) responde sin vacilar que los comportamientos más notorios, más visibles, son, indiscutiblemente, los comportamientos Yang masculinos.

 

No hay equilibrio Yin / Yang en Colombia, hay exceso de Yang, es decir, un funcionamiento de tipo masculino exagerado, exceso de comportamientos y de valores masculinos. Y también aparece claramente que el país sufre de un déficit de fuerza Yin evidente, de un funcionamiento de tipo femenino insuficiente y que sus comportamientos y sus valores femeninos no hacen contrapeso, no logran imponerse.

 

La observación de Colombia llega así a la constatación de que ella vive en desequilibrio energético con un exceso de energía Yang y un déficit de energía Yin. Este desequilibrio se traduce en el predominio de los comportamientos masculinos sobre los comportamientos femeninos y en una preponderancia de los valores masculinos sobre los valores femeninos. Este desequilibrio explica la paradoja que mencionábamos atrás acerca de la coexistencia en el sistema Colombia de signos muy claros de penuria de energía (penuria de Yin) y de signos igualmente claros de exceso de energía (exceso de Yang).

Habíamos evocado este estado frecuente de la energía, la penuria, al decir que todo déficit de energía en un sistema vivo se traduce en dos síntomas: desorganización del sistema e imposibilidad para cambiar la situación. Es bueno recordar que la desorganización proviene de un déficit de informaciones y el inmovilismo de una falta de dinamismo.

Al observar la energía de la humanidad nos encontramos ante una paradoja. Observamos a la vez manifestaciones muy claras de penuria de energía y manifestaciones igualmente claras de exceso de energía. Estamos en presencia de una paradoja. ¿Cómo puede ser posible que un sistema vivo se presente a la vez con exceso y déficit de energía? ¿Cómo puede haber en una tina, al mismo tiempo, demasiada agua y muy poca agua?

 

Las respuestas que se obtienen cuando se hacen estas preguntas siempre hacen referencia a las nociones de bien y de mal: « Para el mal, hay energía, para el bien no » o « Las malas energías siempre superan a las buenas » o se hace referencia a energías negativas y a otras positivas. Sin ser verdaderamente conscientes, se introduce una calificación de la energía, calificación que entra espontáneamente en el marco de cierta moral (el bien y el mal). Pero se olvida que la energía, que es una realidad natural, es como la Naturaleza: se burla de nuestra moral, no depende de nuestros juicios, se contenta con ser lo que es. Esta Naturaleza que nos da todo (el sol, los alimentos…) también puede dejarnos morir de sed a tres metros de una fuente. No desplazará la fuente. Y esto no está ni bien ni mal. Así es y punto. La calificación de la energía en buena o mala es de lo más inadecuado.

Sin embargo, la energía puede ser calificada. No lo será con base en criterios morales, acabamos de verlo, pero sí con respecto a parámetros naturales. En la naturaleza existen, efectivamente, dos formas de energía. A los médicos y terapeutas se les enseña, durante el primer curso de acupuntura, que la energía, al igual que todo lo que existe en la Tierra, está sometida a la dualidad. De la misma manera en que hay día y noche, arriba y abajo, interior y exterior, derecha e izquierda, adelante y atrás…, existen dos modalidades de energía, dos polos: el polo Yin y el polo Yang. En una primera aproximación, se puede asimilar el Yin con la energía femenina y el Yang con la energía masculina. Yin y Yang o femenino y masculino; estas son las formas de energía que se encuentran en la Naturaleza y esta es la calificación de la energía que puede ser considerada. Toda persona que quiera familiarizarse con la noción de energía tendrá interés en diferenciar estas polaridades, en reconocer los atributos de una y otra. Los detallaremos un poco más adelante.

 

Las dos calidades de la energía Yin y Yang introducen lo que se puede llamar el balance cualitativo de la energía. En este primer curso de acupuntura, nos enseñan, en efecto, que la energía puede presentarse en equilibrio (tanto de Yin como de Yang) o en desequilibrio (más Yin que Yang o a la inversa).

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