La no-violencia

Dejemos que los judíos, quienes se proclaman como el pueblo elegido, demuestren su título al escoger el camino de la no-violencia para reivindicar su posición en la tierra.

   Mahatma Gandhi, 26 de noviembre de 1938

 

 El concepto de no-violencia se refiere al rechazo de utilizar la violencia para resolver los conflictos. Pero este concepto es delicado e incomprendido. Con frecuencia, incluso quienes lo promueven y lo reivindican no tienen una visión clara.

 

La primera causa de esta incomprensión radica en la ambigüedad del término. Puesto que la no-violencia es un valor positivo, una fuerza constructora a partir de la cual se esperaría la transformación de los violentos o de las situaciones de violencia, ¿por qué denominarla bajo la negación de un valor negativo? Esto equivale, por ejemplo, a desconocer la palabra « luz » y reemplazarla por la palabra « no-oscuridad ». Este valor positivo nunca se conceptualiza ni se expresa claramente.

 

Jacques Sémelin[1] nos recuerda que la no-violencia « se fundamenta en dos principios fundamentales e indisociables

 el rechazo a la violencia, que Gandhi relaciona a la noción de ahimsa, término sánscrito compuesto por el prefijo privativo a y un derivado de la raíz han, « perjudicar, hacer daño »…

 la búsqueda de una manera de actuar que permita luchar sin violencia contra la violencia; Gandhi quiso expresar la novedad al forjar el término de satyagraha, « fuerza de la verdad ». 

Y agrega: « La palabra « no-violencia » también²suscita malentendidos frecuentes. Porque, si bien su estructura semántica expresa claramente la primera dimensión (rechazo de la violencia), no evoca en lo más mínimo la segunda (una manera de actuar). » Pierre Févre dice que « al juntar una negación a lo absurdo de la fuerza bruta, no se hace surgir una plenitud de vida razonable ». [2]

 

Esta dificultad para denominar traduce el carácter poco visible, poco conocido de esta fuerza de la cual se espera, sin embargo, que transforme adversarios y situaciones. Para superar esta ambigüedad, podríamos comprender la violencia y acordar denominarla « la Bestia ». Cada quien comprenderá que su desaparición y su transformación están relacionadas con el despertar de « La Bella », es decir, esta « fuerza de la verdad », satyagraha, esta fuerza Yin de influencia, esta manera de actuar. El término « La Bella » expresa un valor positivo y cubre todos los significados dados hasta el momento a la mal llamada « no-violencia ».

 

Una sociedad puede alcanzar una « plenitud de vida razonable » en la medida en que encuentra su equilibrio Yin/Yang. Aunque la denominación « Bella » tenga un carácter simbólico, no se trata de una quimera. « Para el politólogo norteamericano Gene Sharp, expresiones como « acción no violenta » o « combate no violento » permiten superar la ambigüedad precedente. En efecto, los términos de acción o de combate expresan un movimiento, una dinámica, mientras que el adjetivo « no violento » sugiere una restricción. « Acción no violenta » remite así a la idea de la puesta en marcha de una energía colectiva[3] la cual, al mismo tiempo que se desarrolla intenta contenerse, refrenarse. »[4] Una colectividad que respeta la vida se prohíbe a ella misma el uso exclusivo de la fuerza Yang de enfrentamiento, de eliminación y de violencia. Pero decide recurrir a una energía colectiva (el término está bien elegido), la fuerza Yin de una comunidad, La Bella. Colombia tiene la capacidad de esta energía colectiva, en ella existe este potencial de energía Yin colectiva pero La Bella, que está en ella, duerme todavía.

 

La segunda razón para la ineficacia de esta no-violencia es que quienes la promueven no han desarrollado esta fuerza Yin en ellos mismos, como si lo habían hecho en cierta medida Gandhi, Martin Luther King y Nelson Mandela. Uno no se improvisa de un día a otro como líder de la no-violencia. La Bella no se despierta en nosotros por decreto.

El desarrollo de la Fuerza Yin exige predisposiciones, cierto equilibrio natural y un trabajo intenso, prolongado y bien dirigido. Estas condiciones están en general completamente subestimadas. También requiere conceptos teóricos coherentes y una comprensión que permitirían evitar errores irreparables. A este respecto, lo que vivieron Guillermo Gaviria y Gilberto Echeverri[5] es lo suficientemente dramático como para extraer de esto toda la enseñanza posible. Es necesario admitir que si perdieron la libertad fue porque cometieron un error. Su error consistió en sobreestimar la fuerza (Yin) de su movimiento y la de ellos mismos, o en subestimar la barbarie (hiper-Yang) de sus adversarios. No percibieron que en el seno de una comunidad (que tiene su propia fuerza Yin), ellos adoptaron el estatuto de jerarcas (Yang) para ir a dialogar (sin las medidas de protección normales de los jerarcas, la policía, las fuerzas armadas) con un enemigo despiadado (hiper-Yang), cuando lo normal hubiera sido que la comunidad misma (Yin) fuera la que mantuviera la discusión, si es que debía haber discusión. Gaviria y Echeverri debieron haber visto que la fuerza de una marcha como la que estaba organizada es una fuerza Yin, aun mas consecuente entre mayor era la cohesión del grupo, y que ellos no eran otra cosa que otros dos miembros ordinarios de esta comunidad, en el sentido en que ellos no habían trabajado ni desarrollado en ellos mismos esta fuerza Yin. Ellos deberían haber visto que perderían toda fuerza y protección si se separaban de sus compañeros. No se le permitió a la comunidad ejercer su fuerza, fue relegada a un segundo plano por los mismos organizadores. Por lo tanto, no valía la pena organizar una marcha. No es Gandhi quien quiere.

 

Si el presidente Pastrana se hizo elegir, en 1998, con base en un programa de diálogo con la guerrilla, era porque optaba por una política de no enfrentamiento. Deliberadamente rechazaba acabar con las guerrillas mediante su eliminación Yang. De manera implícita, pensaba poder obtener la transformación de la situación de otra forma, no-violenta, con el diálogo. El diálogo suele presentarse como la única opción cuando se descarta la del enfrentamiento y de la eliminación. Infortunadamente, este diálogo no tenía fuerza y Colombia se dio bien cuenta. No se debía llegar a estos diálogos en posición de debilidad; había que utilizar la Fuerza. Era necesario contar con una fuerza importante, en este caso con una fuerza Yin. Porque si no se elimina, hay que transformar. Pero para lograrlo se debe ser fuerte en Yin. En el contexto de la época, no se tenía ninguna idea acerca de la existencia de esta fuerza de « La Bella ». El resultado es que la guerrilla no fue transformada ni eliminada.

 

A la inversa, algunas comunidades campesinas colombianas lograron repeler los ataques de la guerrilla mediante una estrategia admirable: en vez de huir o esconderse, los campesinos salieron a la plaza pública con tambores e impidieron así las exacciones de la guerrilla que no pudo decidirse a arremeter. En ciertos casos, los guerrilleros se devolvieron a pie, con las manos vacías. La paradoja absoluta consistió en que fue la población la que protegió a los policías encargados de protegerla. Realizaron un cambio 2, un cambio-metamorfosis. Estos campesinos constituyeron espontáneamente una comunidad Yin fuerte que infiltró e inhibió la violencia de los guerrilleros.

 

El mismo fenómeno se reprodujo en Ukrania en diciembre de 2004[6], cuando la población, a pesar de que “el oso ruso” estaba al acecho, no se entregó a ninguna violencia, a ningún enfrentamiento, pero obtuvo lo que quería (nuevas elecciones, sin fraude) por la fuerza, la suya, la de La Bella, la de una comunidad, una fuerza de influencia, Yin, notable.

 

[1] SEMELIN Jacques. La non-violence. Encyclopædia Universalis, CD-ROM, 2002.

[2] FEVRE Pierre. Pacifique (équilibre). Encyclopædia Universalis, CD-ROM, 2002.

[3] Los subrayados son del autor.

[4] SEMELIN Jacques. La non-violence. op. cit..

[5] Guillermo Gaviria (ex gobernador de Antioquia) y Gilberto Echeverri (ex ministro de la Defensa) fueron secuestrados durante una marcha por la No-violencia organizada en abril de 2002 en Colombia. Luego fueron asesinados por las FARC junto con ocho militares, en un intento de rescate el 5 de mayo de 2003.

[6] La Revolución naranja es una serie de manifestaciones y de huelgas que tuvieron lugar en Ucrania después de la elección presidencial de noviembre y diciembre del 2004, en protesta contra el fraude electoral. Este movimiento social aparentemente espontáneo, sostenido por el candidato Victor Iouchtchenko, ha llevado a la realización de una tercera vuelta de las elecciones que le dio la victoria el 23 de enero del 2005.