Los actores del tratamiento

El paciente es Colombia, los actores del tratamiento serán, entonces, los colombianos y, como ya lo dijimos, sólo podrían ser ellos. Como son los colombianos y sólo ellos quienes pueden hacerlo, es evidentemente a ellos a quienes conviene aplicar el tratamiento. Es cierto que nadie más lo hará. Así, cada colombiano que haya tomado consciencia del problema, que esté de acuerdo con el diagnóstico y con todo el proceso precedente y que decida asumir su parte de responsabilidad en el tratamiento de la enfermedad de su país, se convertirá en un actor de un futuro nuevo, para él mismo, para los suyos y para todo el país. Por lo tanto, todos los voluntarios son bienvenidos a esta empresa colectiva. Cada uno puede ser un actor eficaz. Veremos más adelante que, al igual que la elaboración de un diagnóstico para la enfermedad de Colombia, así como la determinación de su etiología, eran operaciones relativamente simples y accesibles, las bases y la realización del tratamiento también son simples, comprensibles y abordables. El tratamiento, lo veremos poco a poco, puede entonces ser realizado por cualquier persona de buena voluntad. Y hay muchas en Colombia.

 

Claro está que es deseable que a esta obra se enganche el mayor número posible de obreros. El número de los participantes, todo el mundo lo sabe, no es un dato despreciable, por el contrario. Pero no nos podemos engañar, nunca hay en una sociedad, sobre todo desequilibrada, muchas personas que emprendan de un día para otro una actividad nueva con base en una comprensión nueva, ni siquiera con base en una necesidad, incluso vital. El realismo invita a considerar que entre más actores haya, mejor será, pero que si sólo hay pocos, ya es algo. También se puede esperar que el resto venga después. Claro está, si hay pocas personas para llevar la carga, el cambio no va a ser muy rápido, pero ya es algo. Claro está, nunca se está obligado a sanar. Incluso se puede morir de una enfermedad curable si uno no se trata, si uno no se toma los medicamentos. Es una elección: en el caso presente, una elección colectiva, por tanto, de cada uno.

 

Parece importante precisar que el tratamiento de la hemiplejía Yin de la cual sufre Colombia se refiere tanto a los colombianos como a las colombianas. No se podría imaginar que el despertar de la energía femenina sólo sería deseable en las mujeres. Lo es tanto, o incluso más, en los hombres. Una vez más, no se puede asimilar la energía, los valores y los comportamientos femeninos con el sexo femenino. Se encuentran en todos los sistemas vivos, y en el ser humano, independientemente del sexo físico.

 

En el tipo de trabajo en cuestión, la noción de calidad interviene en el punto más alto y debe tenerse en cuenta. La calidad, en una operación como ésta, puede servir para reemplazar la cantidad. La situación ideal es la calidad asociada a la cantidad; esta situación, según algunas intuiciones, bien podría ser o llegar a ser la de Colombia.

 

Entre los actores, hay una jerarquía de responsabilidades. Una sociedad normal se presenta en forma de pirámide. La responsabilidad social aumenta a medida en que se sube en esta jerarquía, el peso de las responsabilidades y el deber de servir también. Cada uno en su nivel debería asumir cierto tipo de responsabilidades, cada uno tiene un papel para desempeñar. Uno se complace en imaginar que todos los dirigentes serán responsables y se dedicarán de corazón a ser actores eficaces del tratamiento.

 

Los dirigentes y el pueblo tienen su papel respectivo en el tratamiento. Entre los dirigentes, se reserva un lugar aparte para el Presidente y, claro está, para su esposa. Pero otros responsables, en particular los responsables religiosos, tienen un papel primordial como actores del tratamiento. No estamos en una sociedad normal y ocurre con frecuencia que subalternos, por su evolución personal y su equilibrio, estén en capacidad de generar en una empresa más fuerza de reorganización que sus superiores jerárquicos, humanamente menos evolucionados.

 

Con frecuencia se piensa que el primer actor de la transformación de Colombia es su Presidente. Se espera mucho de él. En general, se funda mucha esperanza en su gestión. Y se exagera. Claro está, idealmente, el debería ser un modelo de este equilibrio que se busca para el país y ser así su « hombre-medicina ». Exigencias específicas se aplican a él. Debería ser un sabio, un Iniciado. « La acción del jefe: hacer girar para todos la rueda del Dharma, pero sin participar en su movimiento… El (el jefe) utiliza la alternancia del sabio y del guerrero. El trabajo interior es el soporte de la acción, el uno sirve al otro de prueba…Mientras que el brahman fija el horizonte para no perder su ruta, el guerrero lo cuida a la derecha, lo cuida a la izquierda. Con frecuencia el jefe visible es el guerrero, cuya eminencia gris es este brahmán. El hombre de estado de alta calificación, que observa que no tiene suficiente tiempo para dedicar a la meditación para que sea capaz de sostener su acción, puede, por ósmosis, asimilar el fruto de la meditación del iniciado retirado de la acción. Su infalibilidad está intacta »[1] .

 

El jefe está obligado a un trabajo interior. Los antiguos chinos, cuyas dinastías eran de una duración que nos parece ahora inimaginable, consideraban este trabajo interior como primordial. Etienne Perrot expresa así esta dimensión de la acción y del papel del verdadero dirigente: « El Yo actúa como el sol, por simple presencia. Su modo de acción es el wou-wei, la acción no-actuante de los antiguos chinos. Los emperadores míticos se contentaban con permanecer en sus palacios al ponerse de acuerdo con el curso de los astros y porque su ser se mantenía así en el orden -el Tao -, el orden reinaba de la misma manera en el imperio entero. Esta realidad «mística» se encuentra en el mundo de los animales. Las colonias de termitas se organizan alrededor de una reina que permanece inmóvil e inactiva, pero que lazos invisibles ligan a cada uno de sus sujetos.

El orden de la comunidad encuentra en ella su principio y su eje. Si se mata a la reina, se ve inmediatamente que el tumulto y el desorden se amparan de la colonia completa »[2]. El tumulto y el desorden que reinan en Colombia permiten pensar que los diferentes jefes que se han sucedido no han cumplido su función, no han sabido, no han podido o no han querido ser los actores del tratamiento. Probablemente no han comprendido la dimensión interior de su función y no han sabido darle la potencia que debería ser la suya. 

 

Si se entiende por jefes no solamente a los Presidentes, sino a todos los dirigentes (y a las instituciones), a cualquier nivel, ya sean políticos, religiosos, sociales o económicos, se está forzado a observar que, globalmente, no han estado ni están todavía a la altura de la tarea que les incumbe. Sería una bendición para Colombia que sus dirigentes encontraran plenamente su papel específico de actores responsables en el tratamiento de su hemiplejía Yin.

 

El corazón es la parte más Yin del ser y la más interior, la que pone en relación con el Centro, con lo Esencial (que es invisible para los ojos), con lo fundamental, con lo sagrado, con lo complejo. Un Jefe de Estado necesita, entonces, un « gran corazón » que le permita gestionar la enorme complejidad de una sociedad humana a partir de la potencia de su energía femenina Yin perfectamente despierta. En Colombia, el Presidente, además de su actividad tradicional, debería ser uno de los promotores del Plan Matriota. A todas las obligaciones de un Presidente se agrega, entonces, la de obrar para el despertar de su fuerza Yin de transformación mediante un trabajo personal intensivo y una ayuda verdaderamente ilustrada. En ningún caso se podría concebir que el Presidente ejerza su función con un corazón alterado y, menos aún, si lo está por alguna « rabia ».

 

Y puesto que se evoca el corazón, en el mismo orden de ideas, es seguro que el Plan Matriota compromete particularmente a la Primera Dama de la Nación, la esposa del Presidente. Tradicionalmente se espera de ella que realice cierto número de funciones que generalmente giran alrededor de las actividades de tipo femenino. Se aprecia que la esposa del Presidente sea dinámica, abierta a las necesidades de la población, de contacto simple y caluroso. Más que cualquier otra mujer en el país, tendrá necesidad de una fuerza Yin importante y de un gran equilibrio si quiere cumplir con la tarea social que el país espera de ella. 

 

Ahora, todos deberíamos tener conciencia de que toda sociedad es una pirámide, que el pueblo es la base de esta pirámide, su parte Yin. Tendría que estar muy claro que el futuro del pueblo tal vez está en las manos de sus dirigentes (la punta, la parte Yang), pero también lo está, en igual proporción o más, en sus propias manos. Que si la fuerza Yin del pueblo crece, entonces aparecen el equilibrio, el control ascendente, la fraternidad, la paz. Se puede sostener que el papel del pueblo en la reconfiguración de su propio destino es primero (porque es el Yin el que está sufriendo y que debe ser corregido) y que el rol del Presidente o del establecimiento viene en secundo lugar. El país tiene así el Presidente que se merece y puede decidir merecer y ofrecerse mejores o más equilibrados. Se debe agregar que la realidad colombiana es que, si bien sus autoridades legítimas no son perfectas, no son ellas, sin embargo, los actores principales del sufrimiento del pueblo sino sus « autoridades » ilegítimas, sus tiranos (guerrillas, paramilitares, corruptos, sistema económico predador, etc.). El balón está en el campo de La Bella, en el campo Yin, el del pueblo. Es por este motivo que a cada ciudadano le corresponde convertirse en un actor influyente de su despertar con, sin, o a pesar de sus dirigentes. Tiene este poder y no podrá delegarlo en nadie.

 

Al comienzo de este capítulo decíamos que los responsables del destino de Colombia sólo podían ser los colombianos mismos. Esto no es del todo exacto. Por ejemplo, los franceses que se conmueven tanto con la situación de los rehenes de la guerrilla y que observan que todas sus acciones han permanecido hasta el momento sin resultado, podrían reconsiderar su estrategia y en vez de lanzarse a pérdida contra la Bestia, es decir contra las guerrillas que cometen estas atrocidades, o más torpemente aún, contra las autoridades colombianas que no estarían dispuestas a un acuerdo humanitario, podrían convertirse, incluso a distancia, en actores inteligentes del despertar de La Bella, del despertar de las fuerzas Yin de transformación en Colombia. Se trataría de una ayuda eficaz, coherente, apreciada y que no haría correr ningún riesgo de injerencia o de interferencias en la política del país. 

[1] MICHON Micheline. L’homme, cet ordinateur inspiré. Synthèse Editions, Paris, 1984, p 427.

[2] PERROT Etienne. La voie de la Transformation : d’après C.G. JUNG et l’ALCHIMIE. La Fontaine de Pierre, Paris, 1980, p 117.