Super User

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Durante una emisión matutina de la radio de la Universidad Nacional de Bogotá, el 3 de julio de 2004, se podía sentir el desasosiego y la perplejidad de los animadores y de los invitados. Hacían el balance de su país, un balance más que sombrío. Se escuchaban frases como: « ¿Cuáles son nuestras carencias? - ¿Cuál es el mínimo que necesitamos para funcionar? – ¡La situación es tan compleja!» Se trataba de pueblos sin ninguna representación, de estado ilegal, de sistema de pensamiento paranoïde, de crisis de confianza, de fractura de la sociedad civil, de pueblo sin nación. Y alguien dijo: « Nos toca construir utopía ».

La utopía, según la definición del diccionario[1], es una idea o un proyecto que no pueden ser realizados concretamente. La utopía tiene como sinónimos ilusión, quimera, sueño. También es una concepción política o social que aspira a la elaboración de un futuro ideal para los hombres, sin tener en cuenta los hechos objetivos y las restricciones de la realidad. Si la utopía es lo que dice el diccionario, puede parecer sorprendente que para remediar la sombría situación social de su país, una persona sensata proponga construir utopía.

 

En realidad, sucede que el sentido de la palabra utopía se ha invertido. Se ha producido una transformación del concepto de la utopía y si, hasta el momento, está cargada de una representación negativa, peyorativa, actualmente y de manera sorprendente, la utopía está adquiriendo sus cartas de nobleza. Ya no es sinónimo de alienación sino de reflexión y de apuesta sobre los cambios posibles de una sociedad.

 

Así, ya no es un utópico, en el sentido del diccionario, aquel que cree en un futuro armonioso de una sociedad o de la humanidad o que desarrolla ideas o presupuestos para el futuro. Incluso, ocurre que se designa con otro nombre: futurólogo. La futurología se ha convertido en una disciplina científica. El futurólogo o prospectivista estudia las mutaciones del mundo moderno según métodos y escenarios variados y nos ayuda a imaginar el futuro para prepararnos.

 

La utopía ya no es creer que la humanidad puede sanar y hacer propuestas en este sentido. Por el contrario, la utopía consiste en creer que la humanidad va a sanar si continúa en los senderos conocidos, si hace las mismas cosas; que va a sanar sin tomar sus remedios, que va a cambiar sin que cambien los primeros interesados, los seres humanos y que se va a transformar sin poner en marcha una estrategia de transformación coherente, acompañada de una voluntad y de un esfuerzo constantes y animada con una nueva fuerza.

Muchos dirán que la tesis expuesta en esta pagina es inverosímil y que uno ve mal que una población se ponga de un día para el otro a una práctica regular de vida interior y que, además, esta actividad nueva pueda influir de manera notable sobre la organización social de un país. Uno ve ya el encogimiento de hombros o la sonrisa socarrona de un cierto número de personas. Esta reacción es inevitable y se entiende bien. Pero es una reacción superficial que no resiste al análisis. Esta reacción responde a un desconocimiento profundo de los mecanismos de la transformación de los sistemas vivos así como al desprecio habitual encontrado en todas las sociedades desequilibradas, patriarcales, en cuanto a las realidades de la vida interior y a aquellos que tienen esa experiencia. Y más profundamente, traduce mecanismos inconscientes de resistencia al cambio, es decir este rehusar, habitual en nuestras sociedades, al esfuerzo y al combate, o una satisfacción de si mismo y de la situación del país o hasta intereses oscuros que sacan algún provecho del inmovilismo y del desequilibrio. Estas personas que podrían tener la tendencia de desconsiderar las proposiciones de este libro estarán sin embargo de acuerdo sobre el hecho que uno puede esperar mas eficacia transformadora de una práctica de vida interior sostenida y cotidiana de un gran número de gente que de una gran marcha de unas horas en las calles de la ciudad, con camisetas blancas, silbatos y declaraciones oficiales, y el día siguiente nada mas, regresa el inmovilismo. Muchas de las acciones colectivas de las cuales se espera tantos resultados no tienen en realidad ningún carácter transformador porque no apuntan hacia el objetivo que debería ser el suyo, la transformación interior, y por eso no lo alcanzan. La participación en una manifestación de masas es embriagadora porque de ella emana una impresión de potencia, y eso les hace creer a los participantes que pasa algo. En realidad no pasa mucha cosa, solamente una embriaguez de unos instantes. Una marcha en las calles no eleva para nada el nivel de energía de sus participantes ni de la sociedad. Por eso no transforma a nadie. Menos a los violentos. Y la vida vuelve enseguida a su curso habitual, con una mala conciencia dormida por un rato porque uno se convence que “ha hecho algo”.

 

No es entonces tan inverosímil proponer otras visiones y otras acciones, más lógicas, más realistas, más fundadas. No es para nada inverosímil proponer una gran marcha hacia el Interior, prolongada, sostenida y colectiva. Al contrario, es necesario hacerlo si uno quiere un cambio. Y si ciertos individuos no han entendido eso o si esta utopía los asusta o les cambia los planes, por lo tanto hay aquí una opción seria por estudiar.

 

[1] Microsoft Encarta

La marcha del creador modifica los seres y les da forma, hasta que cada uno alcance su naturaleza justa, la que le está destinada; entonces, los conserva de conformidad con la gran armonía.

 

Yi King, El libro de las transformaciones, 1. Kien, el creador
Martes, 11 Abril 2017 00:51

El pronóstico es favorable

La experiencia, con frecuencia confirmada de la realidad de la transformación a escala individual es el elemento más positivo en el establecimiento del pronóstico de la enfermedad de Colombia. No se debería dudar de que una colectividad desequilibrada, violenta, injusta, inmovilizada en su desorganización pueda también sanar de su hemiplejía. Para que sane basta con que se le aplique correctamente su tratamiento. Basta con que un número suficiente de sus miembros, sintiéndose responsables de su salud y actores de su futuro, se pongan en marcha con los medios apropiados y durante el tiempo necesario. La hemiplejía energética Yin de la cual sufre Colombia es curable. La enfermedad de Colombia es curable. El pronóstico es muy bueno. Esta es una buena noticia.

 

Sin embargo, esto no significa que Colombia va a sanar, significa solamente que puede sanar. Hay que recordar sin cesar que un enfermo puede perfectamente morir de una enfermedad curable (tomemos el ejemplo de una meningitis bacteriana) si el tratamiento no se aplica según las reglas. El pronóstico es bueno. Pero, ¿Colombia se curará?

Martes, 11 Abril 2017 00:51

El tiempo de una curación

¿En cuánto tiempo se puede obtener la curación de Colombia? Esta es una pregunta que interesa o preocupa mucho a los colombianos. ¿Será necesario esperar años o siglos para ver un resultado? ¿Cuánto tiempo habrá que esperar para ver aparecer una reorganización social consecuente?

 

Aquí también, como no hay antecedentes, la respuesta se reduce a conjeturas. Para responder a tal pregunta, es necesario referirse de nuevo a la experiencia disponible, es decir a la del proceso de transformación personal llevado por un individuo.

 

La experiencia del yoga, de la medicina y de los procesos de transformación personal permite pensar que un individuo puede transformarse y recuperar el equilibrio de manera notable, de manera significativa, en un lapso de tiempo de cinco a diez años. Una persona comprometida de manera decidida y asidua en un proceso de transformación adecuadamente conducido puede mostrar resultados notorios y confirmados en un tiempo de este orden. Durante este periodo, la persona ha demostrado que puede salir de su estado de victima permanente, que sabe gestionar su energía, que sabe “recargarse”, que sabe no perderla en situaciones otrora desestabilizantes para ella, que sabe contrarrestar todas las formas de agresiones y que puede demostrar un nuevo equilibrio. Hay que precisar que esta es una duración mínima del trabajo y que hay variaciones individuales que pueden ser mayores. Pero, de todas maneras, son duraciones a escala de una vida. Lo que significa que un individuo que se compromete en un proceso de transformación puede esperar resultados en un plazo razonable, accesible.

 

Hay que señalar, claro está, que la velocidad del proceso de transformación está notablemente influenciada por la determinación, la tenacidad, la perseverancia y la paciencia del individuo comprometido, al igual que por la consciencia que tiene de la meta a alcanzar y del interés que tiene para hacerlo. En este orden de ideas, hay diferencias notorias entre los seres humanos. Cada uno de los humanos tiene sus prioridades y cada uno evoluciona a su ritmo. Si se tiene en cuenta que muchos seres humanos no se sienten apasionados por este proceso de transformación o, en todo caso, no se comprometen de buen grado, es fácil imaginar que una colectividad probablemente evolucionará más lentamente que sus componentes más ardientes.

 

Esta disparidad en las motivaciones y las aptitudes de cada quien permite pensar que se pueden necesitar unos diez a quince años para que una colectividad como Colombia emerja de su estado de víctima y recobre la armonía de manera notable. Nos encontramos todavía en una escala de tiempo razonable, la de una generación.

 

Si una sociedad puede, según toda probabilidad, transformarse en unos quince años, la mayoría de los ciudadanos actuales tienen muchas posibilidades de poder ser los testigos directos de esta transformación, al mismo tiempo que los primeros beneficiarios. Si esta evaluación es valida, si de verdad Colombia puede recobrar su equilibrio y lograr la paz en este lapso de tiempo, esto debería motivar a un gran número de colombianos a lanzarse a esta operación de reorganización social del país. Si efectivamente la Matria de este país puede resucitar en este lapso de tiempo, muchos colombianos se sentirán motivados a participar, por ellos mismos, por su familia y por la nación, al tratamiento colectivo de la enfermedad de su país.

 

En la sociedad colombiana hay personas para las cuales la noción de tiempo es un suplicio: los secuestrados, su familia y sus amigos. Y no querrán oír hablar de plazos de cinco años, y menos de ocho o quince años para una transformación de su situación; es totalmente comprensible. No pueden esperar que Colombia se transforme; es necesario acelerar el proceso. Pero qué se les puede aconsejar a un secuestrado o a sus allegados para reducir estas esperas intolerables, fuera de comprender bien el mecanismo del reequilibrio de las energías y del despertar de la fuerza Yin en ellos mismos y en su familia mediante un trabajo interior como el propuesto en este libro. Esta opción es una realidad. Una realidad poco conocida, cierto, pero representa una vía no violenta para salir del problema y un sistema de fuerza al cual el adversario no puede resistirse si la fuerza Yin alcanza el umbral necesario.

 

Así como lo hemos visto a lo largo de este libro, muchos colombianos presienten o saben que la curación de una colectividad depende de la curación de sus miembros. Si queremos saber si una sociedad patriarcal puede volver a ser una sociedad normal, es decir equilibrada, si una sociedad enferma puede sanar, si una sociedad puede convertirse en una comunidad, hay que preguntarse si, a escala individual, esta hemiplejía energética de la cual sufrimos todos, individualmente es curable o no. En efecto, si no lo fuera para los individuos, probablemente no habría ninguna posibilidad de que lo fuera para la colectividad.

 

Aquí interviene la experiencia de los profesionales de la transformación. Ellos existen. Y su experiencia es formal: rinden testimonio de que individualmente se puede sanar de un desequilibrio YANG/yin. Confirman que existen medios eficaces para despertar a La Bella en sí mismo y que estos medios producen regularmente resultados notorios en el sentido de la transformación de la Bestia. De la misma manera, son muchos los individuos que han podido experimentar en ellos mismos cambios radicales (hasta las raíces) de su vida. Y que también pudieron observar de manera irrefutable en su entorno (cuando, por ejemplo, un grupo familiar o colegas de oficina se prestan al trabajo de transformación). Para los profesionales de la transformación, no hay ninguna duda: la hemiplejía energética Yin es una enfermedad reversible, una enfermedad curable. Por cierto, no es una enfermedad que sana sola (por la simple razón que su causa no es natural, lo que hace que esta enfermedad no se cura espontáneamente) pero es una enfermedad que responde muy bien al tratamiento. La condición mínima de la curación es, claro está, que el tratamiento se aplique correctamente y durante el tiempo suficiente.

Martes, 11 Abril 2017 00:48

A falta de respuestas, algunas preguntas

Es muy difícil responder a estas preguntas de manera sencilla debido a los numerosos factores que pueden intervenir en la evolución de esta enfermedad. Ello invitaría a afirmar que no se puede hacer ninguna predicción y que no se conoce el pronóstico. Este capítulo estará dedicado a hablar de algo que no podemos conocer.

 

Sin embargo, para intentar alguna aproximación, para hacer un poco de futurología, para prever como va a evolucionar este desequilibrio energético responsable de tantos sufrimientos, se puede intentar analizar los factores que entran en juego. Hay que plantear, por lo menos, las siguientes preguntas:  

 

¿Son válidas las etapas del proceso médico?

¿El diagnóstico propuesto es exacto?

¿La etiología propuesta es válida?

¿El tratamiento propuesto es adecuado?

¿Ya fue experimentado?

¿Puede corregirse un desequilibrio como éste?

¿Los colombianos desean que su situación cambie?

¿En la superficie (cambio-desplazamiento) o en profundidad (cambio-metamorfosis)?

¿Cuántos aspiran a la transformación?

¿La desean todos, o sólo una parte?

¿Es suficiente para generar un cambio-metamorfosis?

¿Están decididos a poner en marcha los medios para el cambio?

¿Incluso si para ello es necesario que se violenten un poco?

¿Están decididos a sostenerse?

¿O se van a rendir ante la primera dificultad?

¿Qué representación mental tienen del futuro de su sociedad?

¿Son fatalistas, están desmesuradamente atados al pasado?

 

Revisemos todas estas preguntas.

 

1. ¿Son válidas las etapas del proceso médico, y son estas las que convienen para la observación del estado de salud de una sociedad?

 

Para la determinación y la solución del problema de Colombia adoptamos un procedimiento que es el proceso médico clásico. Esto supone que se puede asimilar una sociedad a un individuo y que el proceso válido para un individuo conserva su valor cuando se aplica a una sociedad. En realidad la visión adoptada era la visión sistémica. Bajo este ángulo, no hay diferencia entre un sistema complejo individual y un sistema complejo colectivo; las etapas que conducen al tratamiento de un individuo son las mismas que las que conducen a la solución de los problemas de una sociedad. Se puede considerar que las etapas del proceso (observación, diagnóstico, etiología, tratamiento) son válidas.

 

Por supuesto, entramos al terreno de la sociología y, sin duda, a otros también, pero es para poner en evidencia un error grave de metodología (la confusión entre observación y diagnóstico) y sus consecuencias. Los sociólogos, sin duda, nos lo perdonarán. Sí no, encontrarán alguna otra manera de plantear el problema antes de intentar resolverlo.

 

Ocurre que algunas personas afirman que Colombia no está enferma. En este caso, efectivamente, todo el proceso médico pierde su sentido. ¿Para qué hacer un diagnóstico si todo va bien y el país no está enfermo? Este argumento resiste poco a la crítica: ¿Quién puede sostener que el país funciona bien? ¿Y si no funciona bien, por qué? ¿Cómo se llama su anomalía de funcionamiento?

 

2. ¿El diagnóstico propuesto es exacto?

 

Es posible que haya resistencias a la aceptación del diagnóstico de « hemiplejía energética Yin ». Se concibe fácilmente. Este diagnóstico nos proyecta en el mundo poco conocido y, por tanto, temido, de la energía.

 

Sin embargo, llamamos la atención sobre el hecho de que la patología de Colombia no es de orden estructural sino más bien de orden funcional. No es la estructura de Colombia la que fundamentalmente causa problema, es su funcionamiento. Colombia es la prueba vivo de que se puede disponer de una muy bella estructura y, sin embargo, funcionar muy mal. Todos conocemos seres magníficos que funcionan muy mal.

 

La propuesta que se hace en este libro es que lo que permite el funcionamiento de un sistema vivo es su energía. La experiencia del manejo de la energía humana muestra cotidianamente que si un individuo modifica su nivel de energía, cambia de modo de funcionamiento, cambia de comportamiento. Lo más probable es que la patología de Colombia sea de orden energético, Podría ser interesante que se discuta otro diagnóstico pero, por el momento, el de hemiplejía energética Yin parece ser el más conveniente. Quienes tengan otro para proponer deberían hacerlo.

 

3. ¿La etiología propuesta es válida?

 

Si ya al prestar atención a la energía se salía de los cuadros clásicos que decir, entonces, si se da crédito a los cuentos, a los mitos y a los textos sagrados como fuentes de informaciones. Se comprenderá que esta manera de hacer las cosas sacude a más de uno. Sin embargo, nosotros vimos que este recurso a la analogía (a falta de otras informaciones) no altera en nada la coherencia de las propuestas y que si bien nuestro espíritu científico se rebela y da saltos, nuestro sentido común, por el contrario, no se siente chocado. Si los científicos plantean otra propuesta en cuanto a la etiología del desequilibrio funcional patente de la sociedad colombiana, esta es bienvenida.

 

4. ¿El tratamiento propuesto es adecuado? ¿Ya ha sido experimentado? ¿Un desequilibrio como éste puede realmente corregirse?

 

La respuesta a estas preguntas es un gran signo de interrogación. No sabemos si un tratamiento como el propuesto para Colombia puede dar resultados positivos. No tenemos experiencia, ni en Colombia, ni en la historia.

 

Por el contrario, existe una experiencia que han podido tener muchos seres humanos, un gran número de colombianos que consiste en que, con un trabajo riguroso sobre su energía, han observado en su vida, y cada vez más, cambios y reorganizaciones. Tenemos la experiencia en micro, sabemos que el tratamiento funciona en micro, nos falta la experiencia en macro.

 

El tratamiento propuesto aquí es una transposición a un sistema complejo colectivo de lo que ya ha pasado la prueba de su eficacia en los sistemas complejos individuales. Hay motivos para pensar que esto funcionará igual de bien tanto en macro como en micro. Pero nadie puede afirmarlo aún. Ni negarlo. Hay que librarse a la experiencia para poder confirmar o infirmar la propuesta. Colombia se puede convertir en un gran laboratorio para experimentar una transformación in vivo.

 

5. ¿Los colombianos desean que su situación cambie? De ser así ¿quieren un cambio en superficie (cambio-desplazamiento), o en profundidad (cambio-metamorfosis)?

 

Con estas preguntas, quitamos la parte técnica para abordar temas de orden existencial.

 

Cristo decía: « Mi reino no es de este mundo ». Sin duda, quería decir que este mundo era el reino de otras fuerzas. Efectivamente, la humanidad se debate desde hace milenios en historias de guerra, de violencia, de abuso de poder, de perversiones, de pobreza, de desequilibrio, etc. Y Colombia no se escapa a este régimen. La situación está tan anclada que se instaló en un fatalismo: es el destino de los humanos, y « ¡sálvese quien pueda! ». Existe, cierta aceptación de esta situación o, por lo menos, una cantidad de condicionantes que hacen que una situación que todo el mundo reprueba se haya convertido en una situación que casi todo el mundo acepta, consciente o inconscientemente y que termina por ser considerada como normal. Sobre estas programaciones de miseria se instaló un fatalismo. Y el ser humano no se contenta con estar atado por estas cadenas, está atado a estas cadenas. Está atado a su pasado, algunos dirán que a su karma[1].

 

Actualmente, muchos seres humanos aspiran a un cambio profundo de la humanidad. Algunos, como Edgar Morin, describen en forma brillante la situación de la humanidad (« los desarrollos de nuestra civilización amenazan los fundamentos »[2]) y no le ven una salida diferente a una metamorfosis que llaman desde sus deseos sin disponer de las llaves para generarla o favorecerla[3]. Otros, como Jean Guitton, en su testamento, casi la ven: « Yo creo que en el momento presente, para ayudar a la humanidad, se necesita que cada disciplina acepte hacer frente a la Verdad. Más que nunca, los problemas supremos son los que se van a plantear a los hombres: Guerra, Sida, Educación, Familia… Nos acercamos a ciegas (la espalda hacia el pasado, por temor de fijar el futuro) a un periodo nuevo en la historia, en el cual los problemas supremos (que las generaciones precedentes podían dejar en la sombra) se plantearán por necesidad… »

« Habrá que escoger entre el Todo y la nada, entre el Ser y la nada, el Misterio y lo absurdo. Las soluciones intermedias (a las cuales nuestros padres se apegaron tanto) ya no serán más posibles. Seremos sabios por necesidad. »

« ¿Esto quiere decir que tenemos que sentir miedo y desesperarnos? ¿No se trata al contrario, de sobre-esperar? La ley más profunda de la Evolución podría resumirse así: en la historia inmensa de las especies vivos, cuando la catástrofe está próxima, se produce una metamorfosis. Así la Evolución continúa su trabajo, al concentrarse en puntos privilegiados. Así, los tiempos en los que se podría desesperar al ver los signos de la decadencia son los anuncios de un resurgimiento. Además, el nuevo equilibrio es más alto que el antiguo. Después del homo faber, creo que veremos aparecer al homo religiosus (era el pensamiento de Malraux cuando decía: « El siglo XXI será religioso o no será[4]»). »

   

Luís Enrique Mejia, psicólogo de las profundidades, en el mismo orden de ideas, afirmaba: « Cuando los colombianos comprendan que la gloria inmarcesible y el júbilo inmortal están en el surco de dolores, el bien germinará. » El surco de dolores, la horrible noche son expresiones de las cuales no renegarían los alquimistas, estos especialistas de la transformación. Verían el crisol alquimista donde se desarrolla la obra de transmutación, entre laboratorio y oratorio. En estas imágenes se puede ver la « Edad de hierro » de Colombia como la de toda la humanidad. Para que todos estos sufrimientos no hayan sido completamente inútiles, es necesario que la obra continúe y que emerja una « Edad de oro ». Ya llegó la hora de esta revolución en oro. Es cierto que justo antes del amanecer la noche es más fría, pero el día se levanta, cesó la horrible noche.  La « Edad de Hierro » ya pasó.

 

Sin embargo, los sistemas vivos tienen su inercia y mientras que amanece hay muchos seres humanos que siguen haciendo proyectos oscuros, como si se estuviera en plena noche. Aquí es necesaria una toma de consciencia: la humanidad está en un giro de la historia. La catástrofe o la metamorfosis. A pesar de ello, o justamente gracias a esta situación alarmante del planeta, hay muy buenas razones para creer que se evoluciona hacia la metamorfosis. En este momento, es conveniente preguntarse si llegó el momento de saltar a este tren, para participar como actor inteligente y determinado en un fenómeno poco corriente pero muy esperado. Se puede pensar que Colombia está en la primera fila de las sociedades que pueden experimentar esta metamorfosis, y esto por múltiples razones, que abordaremos un poco más adelante. También sería una lástima permanecer atado al pasado, sobre todo que es más bien doloroso.

 

¿Los colombianos quieren que su situación cambie? ¿O son fatalistas, están desmesuradamente atados al pasado? No se puede responder a esta pregunta. ¿Quién sabe? Todos responden que quieren el cambio, claro está. Lo imploran. Incluso hay lemas de campaña electoral que lo evocan y partidos políticos que llevan este nombre[5]. Incluso es probable que ahora, los colombianos hayan asimilado la diferencia que existe entre las dos formas de cambio. Las motivaciones no faltan, pero ¿cuál es su verdadero grado de determinación?  Es la gran incógnita. Se puede esperar, o apostar, que su voluntad de cambio está bien anclada y que su determinación es profunda. El futuro nos lo dirá. De todas maneras, es necesario que desconfíen de su apego al pasado, de cualquier forma y sepan romper con sus condicionantes, sus barreras interiores.   

 

6. ¿Cuántos aspiran a la transformación? ¿Cuántos quieren un cambio profundo? ¿Todos, o sólo una parte? ¿Es suficiente para generar un cambio-metamorfosis?

 

Es totalmente ilusorio creer que todos los colombianos están determinados a formar parte de la solución. Sólo estamos al inicio del alba de una metamorfosis, de una transformación. No es aún la luz y el calor del mediodía. Todavía hace bastante frío y la mayoría de la sociedad está anquilosada en el fondo de la caverna. Pero hay guerreros que vinieron para participar en este acontecimiento. ¿Cuántos están determinados, decididos a llevar la carga, a soportar y a cumplir con su papel de ciudadano de un mundo en metamorfosis? Seguramente, sólo una minoría.

 

Se habla de la famosa « masa crítica », porcentaje de la población suficiente para que, mediante el paso de este umbral, se cristalice el cambio y la reorganización. Pero, ¿quién puede decir cuál es este porcentaje? La noción de masa crítica tiene este lado molesto de llevar la idea de que si el porcentaje no se alcanza, los esfuerzos no servirán de nada.

 

Parece más realista decir que todos los esfuerzos son válidos y que, simplemente, los cambios se efectúan en proporción del número de guerreros activos. Si se está apurado en ver cambios, ¡es mejor ser numerosos!

 

Sin embargo, la experiencia cotidiana de manejo de la energía y de acompañamiento de los seres humanos en curso de transformación recuerda sin cesar que la evolución de los sistemas vivos y de los individuos no sigue una progresión lineal sino que se hace en « saltos » sucesivos correspondientes a umbrales. La imagen más diciente de esta noción de umbral es, de manera bastante prosaica, la mayonesa. Si todas las condiciones se reúnen y después de un trabajo intenso, la mezcla disparatada de yema de huevo y de aceite se convierte en una emulsión, la mezcla pasa un umbral y la mayonesa “prende”. Razón de más para que los muchos colombianos se enganchen ardientemente a que una nueva organización social « prenda ».

 

7. ¿Están decididos a poner en marcha los medios del cambio? ¿Incluso si para ello es necesario que se violenten un poco? ¿Están decididos a sostener el esfuerzo?

 

Una cosa es querer el cambio, otra cosa es pasar a la acción para obtenerlo.

 

La curación de Colombia depende de la administración de un tratamiento eficaz. Este tratamiento tiene sus exigencias, debe permitir que la maldición se disuelva. Existe una multitud de obstáculos de todo tipo que se debe vencer para poner en marcha un tratamiento de esta naturaleza. Se necesitará, entonces, discernimiento, paciencia, perseverancia, prudencia y voluntad de todos aquellos que quieran hacer parte de la solución. Tendrán que entrar en una práctica de concentración a la cual no están forzosamente acostumbrados, tendrán que salir de los senderos ganados, explorar nuevos horizontes. Tendrán que asumir una carga y con ella, aguantar lo largo del camino. Una experiencia de este tipo es un gran viaje; por lo menos dar un paso todos los días y volver a comenzar siempre. No hay razón válida para detenerse. El sentido de la responsabilidad social hace decir: « Si yo me siento, ellos se acuestan, si yo disminuyo el paso, ellos se detienen, si yo dudo, ellos se desesperan… ».

Un cambio-metamorfosis obliga a salir del marco antiguo en el cual se está encerrado, una ruptura de las limitaciones. A esto, por definición, se oponen sistemáticamente los medios conservadores. Hay muchos en Colombia. Su objetivo es mantener « La » tradición, aunque su desequilibrio, su ineficacia, su falta de sentido y su perversidad son patentes y no resisten un examen crítico. Olvidan que la tradición que defienden ocultó una Tradición mucho más profunda, del equilibrio de las polaridades y de la armonía. ¿Cuántos aceptarán violentar su tradición para volver a sumergirse en la Tradición? Otra pregunta para la cual sólo tendremos respuesta más adelante.

 

8. ¿Qué representación mental se hacen los colombianos sobre el futuro de su sociedad?

 

El imaginario de los humanos está lleno de representaciones, de imágenes, de valores, de condicionantes. Estas imágenes están, en general, condicionadas por las vivencias de la gente. En esta Edad de Hierro planetaria en la que vivimos, en este desequilibrio funcional tan marcado como el nuestro, en este mundo en el cual el nivel de sufrimiento es tal que ya nos es familiar, uno no se esperaría que el imaginario de los colombianos esté saturado de paz, de armonía, de equilibrio y de respeto. El estado de ánimo habitual suele estar impregnado de miedo, de sufrimiento, de desasosiego, de venganza, de oportunismo, de malicia, de culpabilidad. Se entiende fácilmente. El problema reside en que el pensamiento es creador y los contenidos de nuestro subconsciente siempre tendrán tendencia a realizarse, a volverse concretos.

 

La pregunta es saber qué representación mental tienen los colombianos acerca del futuro de su sociedad y si en los contenidos del subconsciente de los colombianos, existe un lugar para el equilibrio y la armonía de su país. ¿Existe en el subconsciente colombiano un lugar para la curación del país? ¿Cuántos colombianos se prestan regularmente a ejercicios de pensamiento creador, de visualizaciones o de afirmaciones orientados hacia el cambio profundo de sus condiciones de vida, cuántos pueden, desde la caverna, imaginar cómo es la vida por fuera de la caverna?

 

No se puede alcanzar una meta en la cual no se piensa nunca o que se piensa siempre como imposible. Se necesita desplegar un pensamiento sostenido en la dirección de la meta que uno se propone para tener posibilidades de alcanzarla. Si un estudiante desea obtener un diploma de abogado, es necesario que se vea ya como abogado. El alpinista también se ve en la cima. Si su universo interior está colmado de fracaso, de caída, de imposibilidad, no pensaría siquiera en equiparse para el ascenso. Si se prepara, es que ya se ve arriba.

 

De la misma manera, es posible representarse la transformación de Colombia. Es un ejercicio particularmente interesante y cautivador. Se puede crear en sí mismo las imágenes mentales de transformación de La Bestia en Príncipe Encantado, pero esto aplicado a la desmovilización de los actores de la violencia que reorientan sus fuerzas hacia el servicio a la comunidad, que se convierten y se transforman. Se puede imaginar lo que representa para una sociedad el despertar potente de su fuerza Yin, una fuerza Yin tan despierta que tiene autoridad y que La Bestia está obligada a soltar sus presas, que la guerrilla está obligada a liberar los rehenes, que los violentos de todo tipo (guerrillas, paramilitares, corruptos, actores económicos predadores…)  están obligados a devolver a sus propietarios legítimos sus bienes mal adquiridos, que los campesinos colombianos recobren sus tierras y que obtengan su prosperidad… Es posible representarse la alegría de todos los que se dan cuenta que todo esto no sólo es posible sino que no es tan complicado.

 

La práctica de vida interior favorece ampliamente el control de los pensamientos y la orientación positiva de la imaginación. Permite otros puntos de vista, permite, aún en la caverna, ver lo que es la vida por fuera de esta caverna, permite, a pesar de estar en plena Edad de hierro, imaginar la llegada de una Edad de Oro. En el pronóstico de la enfermedad de Colombia interviene el número de personas que se prestarán a estos ejercicios de visualización, de imaginación creadora y que se entregarán a la práctica de la vida interior. Es difícil decir cual podrá ser la amplitud de la participación de los colombianos en este movimiento. Por lo tanto, también es difícil saber lo que se va a producir realmente en Colombia.

 

[1] Karma: conjunto de programaciones, condicionamientos, recuerdos, remordimientos, pactos, maldiciones… heredados del pasado, en esta vida y, según algunos, en otras vidas.

[2] MORIN Edgar. Pour une politique de civilisation. Arléa, Paris, 2002, p 9.

[3] Si la frase de André Malraux: « El siglo XXI será místico o no será » tiene algún valor, lo que para muchos no tiene duda, puede parecer sorprendente que « el » pensador de la complejidad, Edgar Morin, pueda decir: « No olviden que yo soy agnóstico. » (France Culture, Emission Les Matins de France Culture, 6 de diciembre 2004). Entonces, forzosamente se le escapa una parte de la comprensión del funcionamiento del mundo, a la cual acceden los místicos.

[4] Extracto del manuscrito de una conferencia dada por Jean Guitton el 15 de enero de 1988 en la sesión solemne de la Sociedad Médica de los Hospitales y publicado en la revista de la SMH.

Hay que precisar que André Malraux no decía « religioso » sino « místico ». Si el siglo XXI debiera ser religioso, esto no cambiaría en nada la situación actual. Los siglos anteriores ya eran religiosos y es en nombre de Dios que los hombres se lanzaron a guerras muy crueles. Lo que el siglo XXI debe ver aparecer es el homo misticus.

[5] “Cambio Radical”, partido político cercano al Presidente Uribe.

Martes, 11 Abril 2017 00:48

Introducción - Pronóstico

Tendremos que aprender a vivir juntos como hermanos, sí no vamos a morir juntos como idiotas.

 Martin Luther King

 

Al final del proceso médico, se presenta la etapa del pronóstico, que corresponde a la previsión de la evolución de la enfermedad. En el caso que nos ocupa, la enfermedad de Colombia, la pregunta del pronóstico puede formularse así: 

 

¿Colombia se va a curar de su hemiplejía energética Yin?

¿Cómo va a evolucionar el desequilibrio energético YANG / yin de Colombia?

¿Colombia puede sanar?

 

Lunes, 10 Abril 2017 23:50

Las sirenas

Es previsible que se escuchen voces supuestamente autorizadas (médicos, religiosos…) que afirmarán que el sonido OM no es para nosotros, no es de nuestro nivel, que tal vez podemos repetirlo un poco, tres veces al día, por ejemplo, pero no más, que esto puede ser peligroso, que esto sólo se dirige a los orientales, que es dañino para nuestra fe o cualquier otra razón. Efectivamente, en el mundo hay muchas sirenas (una sirena en este contexto es cualquier individuo que canta muy bien pero conduce al naufragio) que no tienen ningún interés en que tengamos una práctica simple, armonizadora, que nos libere. Que nos libere, entre otras cosas, de las sirenas.

 

En estos casos es conveniente verificar que quienes dicen esto saben bien de que hablan. Que tienen experiencia en lo que hablan y que no lo hacen en función de su miedo o de sus prejuicios. También es conveniente determinar si se tiene más confianza en una oración reconocida universalmente, una oración de unidad…o a la seudo-autoridad de alguien que no tiene la experiencia de lo que habla. Es conveniente preguntarse si se prefiere beber el agua desde el manantial o desde la cisterna. Es mejor dejar de prestarles atención a estos seudo-maestros y volver siempre a nuestro propio Maestro Interior. Es mejor escuchar al Buen Dios que a sus santos.

 

La práctica del japa del OM nunca es peligrosa. Se podría decir que es solamente « subversiva » en la medida en que disuelve con eficacia los conformismos, las programaciones, las manipulaciones y los encerramientos. Por esto las « autoridades » la temen y tienden a desviarnos de ella. Esto puede interpretarse justamente como una prueba de su eficacia. Y por esto es que se debe practicar.

 

Las sirenas son aquellos individuos y sistemas que encantan a sus víctimas para llevarlas al naufragio. La existencia de las sirenas se conoce o, más exactamente, se sospecha desde siempre. Tanto el lenguaje común como las diferentes culturas hacen referencia a estos seres engañosos que conducen al hombre a su caída.

 

La palabra sirena aparece por primera vez en La Odisea (libro XII) y hace referencia a esas criaturas con busto de mujer y cuerpo de ave, a las cuales Ulises se resiste para poder continuar su periplo sin naufragar. Con base en los consejos de una maga, ordenó a sus marineros taparse los oídos con cera y él mismo, que quería escuchar el canto de las sirenas sin sucumbir, se hizo atar al mástil de su nave y pidió que no se le desatara bajo ningún pretexto hasta la salida del estrecho que debían atravesar. Ulises conoció así la belleza increíble, la belleza ideal pero fatal, pero pudo escapar a la crueldad de las sirenas.  

 

En Los Argonautas, Orfeo salva a sus compañeros del naufragio (excepto Boutés) al oponer al canto de las sirenas su propio canto, lo que les quita el deseo de dirigirse a la isla funesta.

 

El equivalente en la tradición hindú de las sirenas son las Yaksha, algunas interpretaciones las describen como entidades de la naturaleza que seducen a los hombres que las descubren para después devorarlos. El caballo de Troya es un señuelo que permite a los griegos vencer a los troyanos y destruir la ciudad. Los Incas vieron su dios Viracocha en Pizarro quien iba a abatirlos. Los Aztecas vieron su dios Quetzalcóatl en Cortés que a la larga los eliminara.

 

La Biblia menciona más de una vez la existencia de las sirenas o de sus equivalentes y resalta todos los peligros. Una primera alusión es la de los mercaderes del Templo, esos predadores que se hacen pasar por sacerdotes, esos falsos maestros que frecuentan los lugares sagrados, se hacen pasar por lo que no son y se sirven del Templo y de sus peregrinos. Se necesitó nada menos que de Cristo para expulsarlos.

 

Otra alusión a las sirenas, mucho más dramática, es esta evocación del Reino que se pierde por un plato de lentejas. Esta parábola evoca la increíble facilidad que tienen los seres humanos para engañarse, para ser víctimas de la ilusión, de ver cosas que no existen sin ver las que existen.

 

Hace referencia a este increíble error que nos hace pasar al lado de lo esencial, que nos hace despreciar lo que sería más útil, a cambio de elementos irrisorios. Hace referencia a las tentaciones a las cuales están sometidos quienes buscan la consciencia divina (alta mar) y que fracasan en el estrecho donde los esperaban las sirenas. Si el objetivo es salir de la caverna de la consciencia ordinaria y limitada y entrar en la luz, siempre hay falsas luces, falsas salidas, cuya función es reintegrar al sistema toda energía que lo desafíe.[1]

 

El lenguaje corriente también es de una riqueza extraordinaria cuando se trata de evocar las sirenas y la necesidad de esta función superior, el discernimiento. Las expresiones son innumerables:

 

« No todo lo que brilla es oro »,

« No confundir luciérnagas con linternas »,

« En el reino de los ciegos, el tuerto es el rey »,

« Confundir la sombra con la presa »,

« El lobo disfrazado de oveja »,

« El espejo de las alondras »,

« No hay que botar el bebé con el agua del baño »,

« No se atrapan las moscas con vinagre »…

 

Todas estas fórmulas representan la expresión de la sabiduría popular que sabe muy bien que las sirenas existen y que conducen a todos los fracasos posibles. Sin embargo, los seres humanos continúan cayendo en sus garras. Pueblos enteros, incluso refinados y cultos pueden caer bajo la férula de las sirenas que los conducen a las peores atrocidades. Las sirenas quieren mantenernos en la caverna y para esto producen imitaciones de salidas.

 

Colombia también, claro está, les paga un tributo grande a las sirenas. ¿Cómo podría ser de otra manera ya que una colectividad en déficit de energía no puede tener discernimiento ni lucidez? Los tuertos son reyes. Las sirenas son recibidas con todos los honores, en la Fiscalía, en muchas instituciones y en otros sitios. Hay tantos naufragios en Colombia, todos los días, de todos los órdenes, que se debería sospechar siempre de su presencia.

 

Y no solamente se deberían detectar las sirenas. Se debería liberar de ellas. La estrategia que le sirvió a Ulises para no sucumbir a sus cantos consistió en hacerse atar al mástil y pedirle a sus marinos taparse los oídos con cera. El no se las tapó porque quería conocer a las sirenas y su canto, pero con toda la seguridad, atado. El símbolo es claro. El mástil, es lo Absoluto, es el Maestro Interior, el Yo Profundo. La cuerda es la práctica cotidiana de contacto con El y los marinos sordos, la disciplina.

 

Para reconocer una luz falsa, una sirena, se necesita un referente: la verdadera Luz. Cualquier persona que se adhiera a una práctica diaria de contacto con su propia Esencia, con la Luz en él, se coloca en posibilidad de discernir las sirenas. Sólo una estrategia de este tipo nos permite conocer las sirenas sin ser víctimas de ellas.

 

[1] MEJIA Luís Enrique. Esquizitofrenia, op. cit. p 37.

 

El Plan Matriota se basa en una práctica. En cuanto a esta práctica, se pueden esperar dificultades en numerosos casos de figura, pero esencialmente en dos situaciones muy diferentes: el caso de las personas que no tienen aún práctica de vida interior y el de las personas que ya tienen una.

A. Las personas que aún no tienen práctica de vida interior

 

Ciertas almas van a lo absoluto como el agua va al mar.

Henry de Montherlant

 

El dedo de Dios apunta hacia nosotros. No le demos la espalda cuando nos está pidiendo un rostro.

Luís Enrique Mejia

 

Una persona que adhiera a la tesis defendida en este libro y que busque contribuir a este esfuerzo colectivo se verá confrontada obligatoriamente con algunas dificultades.

 

La experiencia de la medicina o la de la psicología, así como la simple experiencia de todos los días muestran que en los seres humanos hay una variedad infinita de personalidades, cada una con sus riquezas y sus limitaciones. Cada persona posee disposiciones para determinadas cosas. Las aptitudes de cada uno varían considerablemente según los casos. La aptitud a la vida interior, la percepción de su importancia, el llamado y la escucha de la « vocecilla » están repartidos muy desigualmente. Hay personas que tienen una sed intensa de contacto con su propia Esencia, son místicos de nacimiento y no hay necesidad de estimularlas, de empujarlas: se ponen en marcha inmediatamente cuando encuentran su camino, cuando sienten que están sobre la pista correcta y no se rinden más. Para otras personas la vida interior es más lejana, para otras no tiene sentido.

 

Es probable que muchos jóvenes (y sin duda también menos jóvenes) que se cuestionan sobre el sentido de la existencia, que se inquietan por su porvenir en este mundo con el futuro comprometido, que buscan un camino seguro y eficaz, que quieren servir a la humanidad, que vinieron (a la Tierra) para esto, estarán muy interesados en las prácticas mencionadas en estos  capítulos, comenzarán a dedicarse sin tardanza, se instalarán de la manera más natural posible y no tardarán en obtener los primeros beneficios.

 

Para otros, las cosas no van a ser tan sencillas. Para ciertas personas es muy difícil. La inercia de su personalidad y, particularmente, la de su inconsciente las frenan. Los obstáculos toman la forma de la pereza, del rechazo al esfuerzo y al combate, o también la del miedo, miedo a lo desconocido, miedo a las consecuencias, miedo al qué dirán y a la sanción social, miedo a perder cualquier cosa, o bien es el despertador que no suena o bien siempre hay alguien que llega o que llama por teléfono cuando se va a iniciar la práctica… En estos casos hay que tener en cuenta estas dificultades, saber que es normal encontrar estas resistencias, reflexionar regularmente sobre sus motivaciones y reavivar su determinación. Hay que comenzar lentamente: sólo se dedicarán a esta práctica diez minutos, pero insistiendo y aumentando la duración progresivamente y con medida. Ningún esfuerzo es inútil. El esfuerzo enorme que hará una persona debutante para realizar diez minutos de concentración tiene tanto valor como el trabajo de cuarenta minutos de una persona entrenada. La participación en un grupo de meditación, si es posible, si existe un lugar o un grupo dedicado a ella, es de gran utilidad y sostiene el esfuerzo personal. Frecuentar personas con las mismas afinidades y preocupaciones permite obtener grandes beneficios. Las lecturas bien orientadas también son un aporte interesante (sin olvidar que el porvenir no está en los libros sino concretamente en una práctica de contacto con el Maestro Interior).

 

B. Las personas que ya se dedican a una actividad de vida interior

 

Sólo hay una cosa más peligrosa que encontrar al Cristo y es dejarlo pasar.

Luis Enrique Mejia

 

Para aquellos de nosotros que somos cristianos, una voz familiar nos repite desde el alba hasta el crepúsculo: « No se las den de listos.»

Emmanuel Mounier

A priori, si el Plan Matriota se apoya sobre la fuerza de la vida interior, no debería haber dificultades ni obstáculos para aquellos que ya se dedican a esta vida interior. Pero esta es una visión un poco ingenua de la situación. De hecho, el Plan Matriota se apoya sobre la fuerza del Mantra Universal. Y se puede estar más o menos seguro de que si un cristiano repite sus oraciones, no necesariamente va a sentir la necesidad de agregar la práctica del japa del OM. Lo mismo puede ocurrir con un judío o un musulmán. Tal vez, un budista o un hindú lo pueden comprender más fácilmente. En efecto, el practicante celoso de los ritos y rezos de su propio culto no tiene razón, a priori, para cambiar, modificar su práctica, porque le conviene y, sin duda, le ha dado satisfacción. En todos estos casos, la práctica de la repetición del OM parece superflua, secundaria, incluso inútil. Por esto no se hace.

 

Lo que está en juego en el Plan Matriota es el despertar de La Bella. Si las personas que ya tienen una práctica de vida interior estiman que ésta les permite recobrar su equilibrio energético y su plenitud, les ofrece una herramienta eficaz de comprensión del mundo pero, sobre todo de transformación, eso está bien. Pero si, después de un examen concienzudo, parece que sobre ciertos puntos la práctica no ofrece todas las garantías deseables y no da los resultados esperados en términos de transformación y de crecimiento personal o colectivo, entonces puede ser sano considerar el aporte de otra práctica, la del Japa de OM que la reforzaría, la dinamizaría y la unificaría. Esta práctica hace todo más claro, más simple y más luminoso. El psicoanalista verá el psicoanálisis desde más arriba, el médico comprenderá mejor lo que esperan sus pacientes, el panadero hará un pan más sano y más atrayente, el mecánico encontrará más rápido el daño, el ama de casa impondrá la armonía, la seguridad y la alegría en su hogar. La práctica del Japa del OM no es antagonista de nada y, en particular, de ninguna creencia, de ninguna religión. Ella es la Esencia y sólo puede avivarlas, dinamizarlas e iluminarlas.

 

Para un individuo, el cuestionar sus creencias, su confesión, sus hábitos o sus puntos de vista es, claro está, una revolución, pero no es una blasfemia y, además, es la condición de un cambio-metamorfosis. Y esto nunca es fácil. Si no es fácil para el Plomo desintegrarse en Materia Prima, lo es aún menos para la Plata. Si no es fácil para un pobre perder lo poco que tiene, es aún más difícil para un rico perder toda su « riqueza » y ofrecerla a su transformación. « A ver si logramos la claridad que nos permita desorganizar lo que no ha dado resultado para poder organizar algo que resulte »[1] De una parte, las posiciones tradicionalistas se oponen a cualquier cambio y, de otra parte, la vida no soporta aquello que se inmoviliza. Es necesario, entonces, encontrar un compromiso pues se necesita un cambio: este compromiso, es vivir al « borde del caos »[2]. Dejar una puerta abierta a la novedad, a la vida nueva. Dejarse guiar, a pesar del miedo, a pesar de los hábitos. Aceptar perder lo viejo para hacer renacer lo nuevo. De todas maneras, « Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre al reino de Dios ». Por « rico », se puede entender cualquier persona (o sistema, como una religión) que está muy apegada a las representaciones que se hace del mundo, a las visiones que tiene de la realidad. Las luces falsas impiden ver la Verdadera, interfieren con nuestra percepción de lo Esencial. Así como el mapa no es el territorio, nuestras representaciones mentales de la realidad no son la realidad. Esta « riqueza » mental nos mantiene « en la caverna » de la consciencia ordinaria, en la confusión. El reino de Dios sólo es para los « pobres de espíritu », para los humildes.

 

El riesgo que corren las personas que se dedican ya a una práctica es, por apego a una visión estereotipada de la religión, por apego a la noción dudosa y obsoleta de sacrificio, a la de un Dios muy lejano, no ver las zonas de sombra, el desequilibrio energético, la represión de lo femenino y, por tanto, la ineficacia social de su propio sistema y, de otra parte, rechazar el aporte de una técnica simple, segura y eficaz de enriquecimiento y de transformación. Desde hace tiempo se confunde religión y mística, y no es de ayer que la oficialidad religiosa se opone a los místicos. La práctica del OM es una ventaja y una oportunidad para los religiosos y para las religiones. Lo es para los individuos y para nuestras sociedades, para Colombia. Sería bueno que quienes se opongan a la práctica del Mantra Universal OM, a la repetición del nombre de Dios, a la repetición de la oración universal sepan lo que hacen y por qué lo hacen.

 

[1] MEJIA Luis Enrique. Esquizitofrenia, op. cit. p 5.

[2] ROSNAY (de) Joël. L’homme symbiotique. Regards sur le troisième millénaire. Op. Cit., p 57.

Lunes, 10 Abril 2017 23:48

Las dificultades propias del intelecto

El intelecto es un instrumento de conocimiento del mundo y de nuestro mundo que ocupa un lugar importante en nuestras vidas. Es el instrumento Yang. En un mundo hemipléjico Yin, está hipertrofiado y es voraz, mientras que la sensibilidad, Yin, está sub-alimentada y famélica. La práctica de vida interior no se fundamenta para nada en lo mental. Sin embargo, el intelecto siempre se invita y no deja de reclamar lo que cree que le es debido. Interviene sin cesar, hace discursos, charla, le cuesta trabajo callarse e interfiere con la práctica. A veces, también viene subrepticiamente para insinuar que lo que se está haciendo es inútil, es tiempo perdido, que es idiota pasar horas repitiendo un sonido, que sería mejor leer un libro, etc. No le gusta ser relegado al segundo plano, no quiere, por inercia, perder sus prerrogativas. No quiere perder su trono. El problema, para él, es que el siglo XXI tiene que ser místico y que « La mística presupone y exige la abdicación de la razón. [1]» En otras palabras, ya no tiene lugar en el trono; si la actividad intelectual es importante, la actividad espiritual lo es más. El intelecto es denominado luciferino, es decir luz falsa, porque usurpó el trono del espíritu creador y, por eso, se puso de muy mal amo. Tomó el lugar del Maestro Interior. Reivindico sus prerrogativas. La práctica de vida interior busca colocarlo de nuevo en su verdadero lugar y hacerlo pasar de mal maestro a buen servidor. La práctica de la vida espiritual no aniquila sino que optimiza la vida intelectual

 

[1] Paul Valéry (1871-1945), poeta y ensayista francés

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