Super User

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Lunes, 10 Abril 2017 23:47

El temor a lo desconocido

Siempre se teme lo que no se conoce. Siempre hay un mínimo de aprensión cuando uno se lanza a un camino desconocido. En la penumbra, el pedazo de cuerda en el piso siempre parece una serpiente. Hay que hacer entonces desaparecer la penumbra y, para esto, hay que exponerse al sol de su propio Maestro Interior, en la práctica.

 

El miedo es un mal consejero. Se debe mantener entonces bajo control. Mantendremos la vertiente positiva del miedo que es alertarnos sobre un peligro pero transformaremos su vertiente negativa, la parálisis que genera, en prudencia. 

 

El miedo a lo desconocido nos mantiene en los senderos conocidos y mientras que aspiramos a la libertad, desconfiamos de lo que nos sería más útil: el cambio. Por miedo a lo desconocido, permanecemos encerrados en nuestros condicionantes, mientras que aspiramos a la libertad. Si la oruga supiera que es una mariposa, no se lamentaría de verse transformar en crisálida. ¿Pero, cómo decirle que es una mariposa? De todas maneras, ella no comprendería (no antes de volar por ella misma). ¿De qué podría tener miedo el plomo si supiera que es el oro? ¿Por qué tener miedo de una práctica nueva de vida interior si nos conduce a una Edad de Oro? ¿Por qué no tener más bien miedo de nuestro inmovilismo cuando hay tantas nubes negras sobre nuestras cabezas y si el futuro de nuestros hijos y de los de ellos está comprometido? El miedo no es una excusa para no poner en práctica una transformación.

Lunes, 10 Abril 2017 23:46

El apego al karma

Hay algo peor que la infamia de las cadenas, es no sentir su peso.

Gérard Bauer[1]

 

El karma es el conjunto de informaciones y programaciones presentes en nosotros en relación con el pasado. Según la concepción que se tiene del mundo, el pasado se remonta a esta vida o más lejos, a otras vidas, anteriores a esta. Este karma se manifiesta así en forma de programaciones que influyen sobre nuestro presente y condicionan nuestro futuro. Se expresan en forma de recuerdos, remordimientos, condicionamientos, conformismos, pactos, maldiciones, etc. Entonces, no somos libres, sino que estamos ampliamente condicionados. Así como existe un karma individual, existe un karma colectivo, un karma de los pueblos, un karma de las naciones. Liberarse es liberarse de estas cadenas del karma. Hay cadenas de hierro y cadenas doradas. Estas últimas siguen siendo cadenas. Entre los condicionantes del karma de Colombia, hay uno particularmente nocivo: su programación de autodestrucción.

 

Los seres humanos no se contentan con estar atados por su karma, también están atados a su karma, tanto a su « buen » como a su « mal karma» (en realidad no existe buen karma; lo que generalmente se llama un mal karma encierra su victima en infiernos y lo que se llama un buen karma la encierra en paraísos artificiales). Este sistema de programación está construido de tal manera que posee sus mecanismos inmunológicos de defensa para proteger al karma. Y aun peor, es defendido por sus propias víctimas.

 

Así, en ciertos contextos, el karma se presenta como una ley de justicia, un sistema de retribución: si no se pagan las faltas en esta vida, se pagarán en otras; si sufro tanto es porque en esta vida o en otras, fallé. Esta manera de ver el karma tiende a justificarlo pero equivale a promover la ley del talión, que es una forma más que primaria de « justicia ». 

 

Este apego al karma va a manifestarse en nuestras vidas como todo tipo de frenos a la práctica. Las resistencias que, en nosotros, en nuestro inconsciente, se oponen al cambio, provienen de nuestro karma. Son juegos de energías y de informaciones que tienen su propia vida y no desean morir. Si se quiere desafiar su inercia, es necesario desprogramarse, hay que « formatear el disco duro », hay que operar la disolución del karma. Justamente el objetivo de estas prácticas de vida interior es desprogramarse, liberarse de todos estos condicionantes, de los propios hábitos,  automatismos, conformismos, mediante herramientas como los mantras que nos elevan a otros niveles de vibración, que nos ponen en resonancia con otros planos de la realidad, mucho más amables que los en los cuales el karma nos mantiene prisioneros. El objetivo de las prácticas de vida interior es salir del pantano de la confusión y acceder a la consciencia. Por la práctica, uno se da cuenta que el ser humano es perdonado de todo karma, que puede liberarse, que no está obligado a sufrirlo y que, así, liberado de todo karma, puede reconstruir un mundo nuevo.

 

[1] BAUER Gérard (1888-1967), escritor francés.

Lo que la oruga llama el fin del mundo, el Maestro lo llama una mariposa.

Richard Bach

 

Una transformación es un cambio de forma que se caracteriza por su profundidad, por su aspecto radical (desde las raíces). También es un cambio de naturaleza. A imagen del plomo que se transforma en oro, que pasa de una naturaleza a otra, un ser humano agresivo y egoísta cambia de naturaleza y se hace apacible y fraternal. Pero este cambio de naturaleza no es fácil y por una razón sencilla: toda transformación presupone la muerte del estado anterior antes de su nacimiento a un nuevo estado superior. Pero no se pasa nunca voluntariamente a la muerte. No se pasa voluntariamente a la transformación.

 

Si se pudiera renacer primero como oro antes de morir como plomo, no se presentaría ninguna dificultad. La Edad de Oro ya existiría. Si se pudiera nacer como mariposa antes de morir como oruga, nadie reptaría, todo el mundo volaría. Pero la dura realidad de la existencia es que « si el grano de trigo que cae sobre la tierra no muere, permanece solo. Pero si muere, proporciona muchos frutos ». La dura realidad es que debemos aceptar encontrar nuestra propia Sombra para convertirla en Luz. El ser humano tiene tantos deseos de encontrar su sombra como la mayoría de nosotros de ir a pasear solos en la noche por el bosque. La perspectiva del encuentro con la Sombra, en general, suscita repulsión, miedo y rechazo.  

 

Sólo hay un medio para encontrar la Sombra de manera positiva y fecunda, es ir con la Luz. Con la Luz de una práctica cotidiana de contacto con el Maestro Interior, con la Luz de una práctica diaria del japa del OM. Se puede ir al fondo del pozo para limpiar las carroñas y los ratones que infectan el agua, se puede ir al fondo de sí mismo para limpiar los elementos de nuestro inconsciente inferior. Pero hay que ir con la Luz y el Calor del Maestro Interior. En el fondo del pozo, incluso con su Luz, el cielo, de todas maneras, parece muy pequeño. Este descenso al fondo del pozo, este encuentro con la Sombra es un pasadizo estrecho de la existencia, un momento difícil, el momento difícil de la transformación. Pero esto sólo dura un tiempo. Una vez se realiza el trabajo en las profundidades, se está autorizado a salir de nuevo del pozo. Y se sale en posición de maestría.

 

Hay que tener algo bien claro: la Sombra existe. El inconsciente inferior existe, es una realidad ineludible. Y una realidad que, de todas maneras, encontramos. En nosotros mismos o en el exterior. En nosotros también está toda la brutalidad y la perversidad del mundo. Las vemos en los otros (la paja) y « olvidamos » verlas en nosotros (la viga). Toda persona que acepta enfrentar la Verdad verá su Sombra. Así cesará inmediatamente de lanzar la piedra (o el misil) al otro. «... el que muta no mata. No necesita la muerte del otro para seguir viviendo. Con la propia le basta...[1] » Y al mismo tiempo, algunos dudarán antes de autodenominarse « colombiano de bien ».

 

Si nos quedamos con la imagen de la alquimia, diremos que el Plomo no se puede transformar en Oro; el Plomo debe morir primero a su naturaleza para poder transformarse en Materia Prima. Esta Materia Prima puede transformarse en Oro. El Plomo indica un estado diferenciado de cierta naturaleza, el Oro un estado diferenciado de otra naturaleza, considerada superior. La Materia Prima es un estado indiferenciado, neutro, sin naturaleza propia, un caos. El proceso de transformación obliga así a pasar por un estado de caos, un estado indiferenciado, inconfortable. Inconfortable pero muy favorable, muy positivo. En este mundo en el que se persigue el confort a cualquier precio, este estado se considera negativo, nefasto; cuando, en realidad, es la base de un cambio muy positivo, el fundamento de una transformación.

 

La oruga es la forma infantil de un animal. Es una perfección, pero inconsciente (infantil). Tiene acceso a una dimensión, la hoja. La mariposa es la forma adulta del mismo animal. También es una perfección, pero consciente (adulta). Tiene acceso a dos dimensiones: la hoja y el aire, el espacio. Como la oruga, puede desplazarse sobre la hoja, pero cuando lo desea, vuela. La crisálida es la forma intermedia del mismo animal. Por estar en cambio permanente, es una imperfección consciente. Encerrada en su capullo, no tiene acceso a ninguna dimensión, ni a la hoja, ni al aire. Todo esto es muy inconfortable pero muy positivo.

    

La exigencia de la transformación está ahí, en la aceptación de esta fase de desintegración, en la aceptación de esta fase de caos. De él y sólo de él emergerá un nuevo orden, un ser que ha sufrido una metamorfosis. Para que la metamorfosis se produzca, se necesita sol, se necesita alimentar el caos con energías e informaciones. Para que un ser humano o una sociedad se transformen, se requiere el sol de una práctica de contacto con el Maestro Interior. Poco sol, poca metamorfosis; mucho sol, mucha transformación.

 

Decíamos antes que nadie va voluntariamente hacia la transformación. En realidad no es exactamente así como se presentan las cosas. A la transformación, se va voluntariamente o a la fuerza. Existen quienes han tomado consciencia de que la humanidad está corriendo hacia el precipicio y que deciden frenar este movimiento y cambiar de dirección, que deciden contribuir a la transformación de la situación y que aceptan de « buena gana » las exigencias. Incluso en este caso, el mejor de los casos, el esfuerzo es grande. Y existen quienes no ven nada, o quienes remiten al mañana o quienes se oponen a toda modificación de la situación. En estos casos, es por la fuerza, a las malas, un día u otro, que vendrán a la transformación. Los ejemplos abundan. Al esfuerzo de la transformación, a todas sus exigencias, se agrega, en este momento, el sufrimiento. Y así disminuye la alegría.

 

Existe un estado interior muy fecundo que es el de « vivir al filo del caos ». El « filo del caos » es un estado inestable, frágil, límite, entre orden y desorden, que obtiene las ventajas de uno y otro. El orden es generador de estabilidad y el desorden de variedad. El « filo del caos » es un estado que permite la complejidad, la creatividad, la vida. Edgar Morin afirma: « Un mundo únicamente aleatorio estaría evidentemente desprovisto de organización, de soles, de planetas, de seres vivos, de seres pensantes. Un universo totalmente determinista estaría desprovisto de innovación y, por tanto, de evolución. Esto significa que tanto un mundo absolutamente determinista como un mundo absolutamente aleatorio son dos mundos pobres y mutilados. Uno es incapaz de nacer – el mundo aleatorio – el otro es incapaz de evolucionar. Es necesario, entonces, mezclar dos mundos que, no obstante, se excluyen lógicamente. Nos corresponde mezclarlos para concebir nuestro mundo. Efectivamente, hay contradicción lógica en la asociación de la idea de orden y desorden. Pero la aceptación de esta contradicción es menos absurda que su rechazo que conduce a debilidades.[2]» La aceptación de esta contradicción permite vivir en un estado fecundo de apertura a la realidad. Joël de Rosnay precisa: « Dos abismos se abren de cada lado del borde del caos. De una parte, el desorden total, una turbulencia anárquica no generadora de organización. De otra parte, el orden estructurado, esclerosado, la rigidez estática. Entre los dos, como en una transición de fase, en el límite del orden perfecto y de la anarquía total: la fluidez, la adaptabilidad, la auto-organización de formas, estructuras y funciones que nacen y mueren en una renovación perpetua autorregulada. Es la emergencia de la organización y de la complejidad.  En esta fina franja, en esta frontera precisa, en este estado de transición inestable y, sin embargo, estabilizado, temporal y, sin embargo, permanente, se sitúan los fenómenos que construyen la vida, la sociedad y el ecosistema.[3] »

 

Para mantenerse en esta franja sutil, para no caer en el exceso de orden, ni en el exceso de desorden, lo más eficaz y prudente es ser mantenido por algo que nos ligue con nuestras alturas y que nos viene de nuestras cimas, una práctica cotidiana de contacto con el Maestro Interior.

 

[1] “Para el mutante, la muerte será el método para seguir viviendo. Morir para mutar y mutar para no morir. Muere la forma y vuelve la energía al caos, que no es otra cosa que la posibilidad de un nuevo orden en otra forma.

El mutante sabe que el caos de la energía liberada de la forma, lo deja en loco por un tiempo. El tiempo de la mutación, el que corre entre la muerte y la resurrección. El tiempo de decirse: estoy loco, en lo que he sido, en lo que siendo y en lo que seré. Resucitado, el re-cuerdo me dice que, nuevamente y en otra forma, soy el que sigo siendo lo que siempre he sido.

Por eso el que muta no mata. No necesita la muerte del otro para seguir viviendo. Con la propia le basta.”

MEJIA Luís Enrique. Esquizitofrenia, op. cit. p 42-43.

[2] MORIN Edgar. Science avec conscience. Points Seuil, nouvelle édition Sciences, Paris, 1990, p 199.

[3] ROSNAY (de) Joël. L’homme symbiotique. Regards sur le troisième millénaire. Seuil, Paris, 1995, p 57.

El Plan Matriota es un plan adaptado a la exigencia de la situación de Colombia y de la humanidad. Significa poner en marcha un esfuerzo colectivo, una energía colectiva sobre la base de una estrategia coherente y de herramientas eficaces. No es sorprendente que semejante Plan encuentre adversidad. Incluso se puede prever. Para proporcionar a este Plan todas las posibilidades de éxito, seria bueno tratar de discernir cuales son las dificultades que no dejarán de presentarse en el camino. Esto, con el fin de superarlas.

 

La primera dificultad corresponde al proceso de transformación mismo. Una transformación tiene sus exigencias. Es necesario conocerlas. Las otras dificultades tienen que ver con el apego al karma, con el temor a lo desconocido y con nuestra mente. Una dificultad importante está relacionada con la manera de abordar la práctica de la vida interior según si uno es debutante o versado en la práctica. Por último, existe un tema que no se puede dejar de mencionar, el de las sirenas, aquellas que cantan muy bien pero que nos conducen al naufragio.

Lunes, 10 Abril 2017 23:44

Reglas del trabajo en grupo

El objetivo del trabajo en grupo es unir fuerzas, operar una conjunción de las fuerzas de cada uno para alcanzar, juntos, una meta que probablemente no se lograría solo. Pero en un grupo, cada uno está solo. Cada uno se mantiene de pie solo. No se entra a un grupo para apoyarse en los otros, ni para lograr algo de ellos. Se entra para actuar en común, para enriquecer un sistema. Se entra para servir y no para servirse de él.

 

Uno de los principales obstáculos para el buen funcionamiento de los grupos es la familiaridad. La familiaridad es una forma de promiscuidad que abre la puerta a la falta de respeto. Y el respeto es la condición fundamental para relaciones interhumanas válidas. Un grupo bien conformado dispone de mecanismos inmunitarios que eliminan a los intrusos, quienes compensan su propia penuria aprovechándose de los otros y manipulándolos. Por el contrario, si hay respeto, si el grupo trabaja « como un solo hombre », entonces el sistema se enriquece y enriquece a cada uno de sus miembros.

 

En un grupo cada quien es libre. Los grupos constituidos con el objetivo de practicar el Japa de OM están destinados a favorecer la liberación colectiva y la de cada uno de sus miembros. La energía que se libera favorece el crecimiento y la madurez de cada uno y, por lo tanto, la autonomía, la responsabilidad y la libertad de cada uno. Cada quien es libre de entrar en un grupo de este tipo, así como de salir. Esta libertad se acompaña de deberes, entre otros el de retirarse con dignidad si, por una razón u otra, uno es conducido a tomar distancia del grupo.

Lunes, 10 Abril 2017 23:43

Las herramientas del Plan Matriota

Al igual que un individuo, una colectividad, que también es un sistema vivo, necesita energías e informaciones para funcionar. Y de la misma manera, pero esta vez para transformarse, tendrá necesidad de nuevas energías para adquirir más dinamismo sin el cual nada puede cambiar, y nuevas informaciones (por supresión de las informaciones obsoletas o perversas y añadido de informaciones más adecuadas) sin las cuales seguiría obedeciendo a las mismas programaciones, sin las cuales persistiría en los mismos comportamientos.

 

Al igual que un individuo aislado, un grupo humano, una colectividad, una organización pueden decidir consagrar tiempo, energía, esfuerzos (y espacios) a la búsqueda en común de un contacto con la Esencia de la Vida. En el caso presente, está claro que se trata de permitir, para una sociedad que quiere transformarse, que se organicen, en su seno, reuniones cuyo objetivo sería la práctica de la repetición en común del Mantra Universal.

 

Este tipo de práctica ya existe. Hay grupos constituidos que se dedican a la repetición en grupo del OM, al Japa colectivo del OM. Estos grupos se comportan como puntos de anclaje de la energía universal en la realidad ordinaria. Son puntos por los cuales emerge de nuevo la energía Yin de Colombia. Mientras más existan este tipo de centros, activos, bien organizados y bien dirigidos, más fácil será para La Bella despertarse en Colombia. Igualmente, más fácil será para cualquier persona que tenga la intención de emprender esta aventura, encontrar los medios de participar en el Plan Matriota, primero mediante una práctica de Japa del OM en el seno de un grupo, si la persona lo desea y, después, mediante una práctica personal, o a la inversa.

 

Estos centros del OM están destinados a difundirse, a hacer parte progresivamente de la realidad ordinaria de la sociedad que percibe el interés, la necesidad y los beneficios. Así como un individuo dedica tiempo y lugar a su práctica de vida interior, una sociedad que está obligada a volcarse hacia su centro y a interiorizarse para poner fin a su autodestrucción y a su desequilibrio existencial, debe poder disponer de lugares y de momentos en donde se entregue a su práctica de concentración en buenas condiciones.

 

Mediante una práctica individual se liberan individuos. Mediante una práctica colectiva se liberan colectividades.

 

Lunes, 10 Abril 2017 23:42

¿En qué consiste el Plan Matriota?

Consiste en hacer que una colectividad, en este caso la sociedad colombiana, a imagen de lo que puede realizar un individuo aislado, despierte en ella una fuerza de transformación importante al retomar el contacto, de manera concreta, con su propia Esencia, con su Centro, con su Maestro Interior.

 

Se trata de que la sociedad colombiana se obsequie el beso del Príncipe, no de manera alegórica sino de forma bien real y se disponga entonces a recibir en la práctica, en su estructura, energías nuevas, para operar por fin los cambios necesarios e informaciones nuevas para obtener la reorganización social de la cual necesita absolutamente. Por tanto, es necesario que esta sociedad encuentre los apoyos necesarios para recibir estas energías y estas informaciones.

 

Estos apoyos naturales son, como lo decíamos, todos los individuos voluntarios que se prestan a esta función mediante un trabajo personal, todos los guerreros que han comprendido la situación y los desafíos y que quieren hacer parte de la solución, no en aspiraciones, en votos piadosos ni en palabras, sino en actos, en actos repetidos, sobre la base de una determinación sin fallas y de una voluntad firme.

 

Pero la reorganización social de una colectividad no pasa sólo por la participación de los individuos que la componen, pasa también por la de sus cuerpos constituidos, de sus instituciones, de sus organizaciones, de su gobierno, de sus asociaciones, de sus sistemas religiosos, políticos o económicos. Si el plan es un proyecto de reorganización social, habría que esperar que todas las instancias sociales, los órganos de la sociedad que desean esta reorganización, trabajen también en el mismo sentido. Dada la inercia de las organizaciones, se puede suponer (aunque no se puede generalizar) que su participación en tal proyecto será más tardía. Pero, si algunos individuos encuentran totalmente normal lanzarse al cambio, a una transformación en profundidad, si se hacen sobre bases coherentes, no se entendería bien por qué grupos de individuos, asociaciones u organizaciones no se propondrían el mismo objetivo. Y particularmente, hay que precisarlo, los grupos religiosos, para los cuales estos son la primera y legítima ambición y el deber.

 

En la práctica, el Plan Matriota recoge la Fuerza Yin de los individuos y de los grupos que lo componen. Supone un trabajo individual y un trabajo de grupo. Hace algunos años, durante una entrevista televisada, un periodista bien conocido le hacía una pregunta importante al arzobispo de París, Mgr Marty: « ¿Qué es más importante, la oración individual o la oración colectiva? » Después de un pequeño tiempo de reflexión, el religioso respondió con esta frase concisa: « La una nutre a la otra ». En muy pocas palabras, evocaba una realidad importante: el despertar del Yin individual favorece el despertar del Yin colectivo que favorece el despertar del Yin individual… Ponía el acento tanto en la necesidad del trabajo personal como en el trabajo en grupo. Es claro que todos los que tienen una experiencia del trabajo en grupo confirmarán esta información: se llega a hacer en grupo cosas que uno no llegaría a hacer solo. Así, y esto parece una paradoja, al someterse a la exigencia del trabajo en grupo, se gana en libertad y en responsabilidad. Por este motivo, el trabajo en grupo es un componente importante del Plan Matriota. Si el trabajo individual se apoya en la infusión de la fuerza del Mantra Universal, se puede imaginar que se formarán grupos, cuyo objetivo será la repetición en común del Mantra Universal, para la infusión de su Fuerza en un soporte más amplio, más masivo y más sólido, el grupo, que el del individuo aislado.

  

Los grupos, en la medida en que son dirigidos adecuadamente, en la medida en que se dedican a una obra sana, coherente, positiva, pueden producir resultados que no se obtendrán nunca de los individuos aislados.

 

El Plan Matriota no será posible sin la constitución de grupos decididos a trabajar en el sentido del contacto con el Maestro Interior o sin la participación de grupos ya constituidos que, al considerar válido el desafío, decidan emplear su energía en este sentido. De la misma manera que un individuo se autodetermina en función de los acontecimientos que atraviesa, cada grupo también tiene la posibilidad de autodeterminarse en función de la situación y de las oportunidades que encuentra. Ya existen grupos, algunos con medios financieros considerables que pueden decidir emplear sus energías para servir, con fuerza, a una causa válida. A este plan se convocan las iglesias de todas las confesiones, las instituciones de toda naturaleza, las universidades, las asociaciones, las compañías, las empresas, etc. Al igual que en la Edad Media había confraternidades de constructores, de albañiles, de carpinteros, de talladores de piedra que unían y coordinaban sus fuerzas para realizar una obra colectiva, se vería muy bien que grupos se dedicaran a reconstruir el país. Incluso se puede imaginar una Unión Matriótica que sería, no  un partido, ni un sindicato, sino una organización informal, la de todos los individuos y todos los grupos que, al adoptar las propuestas del Plan Matriota, se dedicarían a la transformación de Colombia a través de la resurrección de su Matria.

 

De todas maneras, parece importante que una colectividad, que los individuos, que los grupos se pongan de acuerdo, como una orquesta, sobre una frecuencia común. Si la meta es realizar una unión, un tejido conectivo, se deberá convenir en un punto de unidad, de unificación, de una frecuencia común. Se habrá comprendido que el Sonido OM cumple perfectamente con esta función y es el instrumento básico del Plan Matriota.

 

El Plan Matriota es para Colombia la administración del tratamiento de su hemiplejía y responde a los objetivos definidos atrás, los cuales vale la pena recordar: normalización de la fuerza de Vida de Colombia (desaparición de la penuria), retorno al equilibrio energético (desaparición de la penuria de Yin), cambio-metamorfosis, tratamiento etiológico, funcionamiento natural, creación de una red fuerte, emergencia de la fuerza, de la inteligencia y de la creatividad colectivas, posibilidad de un control ascendente real y eficiente.

Existe algo más fuerte que todas las armadas del mundo, es una idea a la que le ha llegado su hora.

Victor Hugo.

 

Para dejar de ser desgraciados y malvados, los pueblos esperan que uno calme su nostalgia de Absoluto.

 

Micheline Michon.

 

[Este capítulo esta extraído del libro « El Plan Matriota », publicado en 2008. Concierne esencialmente a Colombia y a los colombianos. Pero el tema que esta desarrollado ahí se dirige exactamente de la misma manera a todos los seres humanos. Pediremos al lector de operar una transposición a la escala no de un país sino de la Tierra entera.]

 

La historia del colibrí que Pierre Rabhi[1] nos ofreció:

Hay por allá un gran incendio forestal y por aquí una lagunita. Un colibrí coge una gota de agua y vuela a tirarla sobre el fuego, luego vuelve a buscar otra gota, y así todo el día. Otro colibrí que lo ve actuar, después de un momento le pregunta: « Pero que estas haciendo? » y el primero le contesta: « Yo hago mi parte »

 

De la misma manera que un individuo puede decidir operar un cambio radical en su vida, puede decidir no ser víctima nunca más y, para esto, hacer todo lo necesario, una colectividad, una sociedad, un país que quisieran un cambio radical, una curación, una liberación, también lo pueden alcanzar. Una colectividad puede decidir su destino.

 

Así como un paciente puede decidir tomar o no el remedio prescrito por el médico, una sociedad enferma, una sociedad desequilibrada, puede decidir tomar o no sus remedios, puede decidir sanar o no sanar.

 

En la Edad Media, en Europa, se disponía de medios técnicos rudimentarios. No se tenían las herramientas de los geómetras actuales, no se conocía el hormigón armado, eran escasos los medios de transporte y de levantamiento. No había seguridad social. Los recursos económicos tampoco eran los de ciertos grandes grupos económicos actuales. Sin embargo, con los pocos medios que tenían, poblaciones enteras se entregaron a un proyecto cultural y espiritual fuera de lo común: la construcción de catedrales. Y se realizaron obras de arte de una belleza y de una fuerza indescriptibles que siguen siendo aun modelos de inteligencia, de pureza y de armonía 700 a 1.000 años después. Edificios que la barbarie humana no ha logrado abatir, a pesar de tantas guerras. Construcciones que los arquitectos modernos no podrían reproducir, porque entre otras cosas, han perdido las llaves de lo sagrado. Construcciones en las cuales uno puede pasar horas maravillándose de la ingeniosidad y la sobriedad de las formas, el esplendor de los colores, la riqueza y la profundidad del simbolismo.

 

En Colombia, también hay que construir una catedral, con medios simples y muchos obreros. Si un pueblo desea realizar grandes cosas, necesita un proyecto unificador de gran envergadura. Para los colombianos, este proyecto social, cultural y espiritual es evidente: hacer que Colombia se convierta en el país modelo mundial de la reorganización social.

 

A lo largo de este libro, llamamos la atención del lector sobre el desequilibrio funcional que afecta a la sociedad colombiana y sobre la imposibilidad fundamental para una sociedad desequilibrada, patriarcal, de ser justa, pacífica y feliz. La reorganización social de Colombia pasa por su reequilibrio energético, por el despertar de la energía Yin que le falta, por el despertar de La Bella en ella, por la resurrección de una Matria. Este proyecto de recuperación se llama, naturalmente, el Plan Matriota.

 

El Plan Matriota es un proyecto colectivo de reorganización social. Se trata para una sociedad de pasar deliberadamente de un estado de desarmonía a un estado de armonía, de un desequilibrio a un reequilibrio, de una Edad de hierro a una Edad de Oro. Es una empresa que convoca a todos los voluntarios, de cualquier condición (pobres, ricos, citadinos, rurales, creyentes o no creyentes, etc.), donde quiera que se encuentren y que los invita a realizar un trabajo preciso y sencillo para la transformación de su país.

 

Es una suerte de invitación a una Gran Marcha, pero silenciosa, interior, pacífica y no violenta, una marcha hacia una meta bien definida, la transformación social, con eslóganes sin ambigüedad: « Colombia necesita transformarse, necesita despertar su Fuerza Yin de transformación » o « la transformación colectiva para la transformación individual ». Una Marcha sin cóctel Molotov, sin gases lacrimógenos, sin balas de caucho, sin arrestos, sin adversarios externos. Una marcha sin oposición ni eliminación de nadie ni de nada, pero con complementariedad e integración, una marcha que lleve a la formación de una red animada por un mismo proyecto, la reconstitución de un tejido social Yin, de una base de la pirámide social fuerte, unida e influyente.

 

El Plan Matriota es un proyecto de metamorfosis social. Es el proyecto de una sociedad que decide salir de su laberinto y, por tanto, avanzar y reorientarse. Una sociedad que, por esto, consiente en proporcionar los esfuerzos necesarios y buscar la ayuda y los medios apropiados e indispensables. Una sociedad que rompe la concha de todos sus condicionamientos y que eclosiona en otra dimensión. Una sociedad que rompe su cascarón y vuela hacia otros horizontes. Una sociedad que termina de madurar y se vuelve adulta, autónoma y libre. Una sociedad que se convierte en una comunidad.

 

El Plan Matriota es un proyecto libre que sólo convoca a voluntarios. Es probable que haya en Colombia suficientes personas que quieran hacer parte de la solución para que este Plan se realice incluso sin la participación de los otros. Al dirigirse a todos, es un plan fundamentado en objetivos generales simples, motivadores para todos y comprensibles para todos.

 

El Plan Matriota es como el Plan Patriota un plan de combate, pero en otro sentido: un combate para su propia transformación. Un combate donde no hay enemigo para vencer, sino más bien un amigo para convencer. Un combate en el cual no se pierde de vista que la Bestia es un futuro Príncipe y que la propia brutalidad de la Bestia es su manera (la única de que dispone) de pedir ayuda.

 

El Plan Matriota es un proyecto que supone la puesta en juego de las reglas de la subsunción[2] que consiste en el abandono parcial del individualismo en provecho de algo más grande que uno mismo (la sociedad) capaz de garantizar seguridad, bienestar y mayores poderes.

 

El Plan Matriota es la suma de todos los esfuerzos individuales de los guerreros que emprendieron su propia transformación. Pero este plan no sólo concierne a los individuos, ciudadanos. Se dirige también a los sistemas constituidos, como los partidos políticos, los grupos religiosos, las organizaciones gubernamentales o no, las asociaciones de diferentes órdenes etc., los cuales, algún día, deberán definir su posición: a favor o en contra del Plan Matriota, interesados o no, participantes o no.

 

El Plan Matriota tiene como símbolo la carta XI del Tarot: la Fuerza. Se observa a la Bestia que abre la boca y libera a los oprimidos que mantenía hasta el momento. Se observa una Bella bien despierta que controla la situación sin esfuerzo aparente. El Plan Matriota es la puesta en juego deliberada de la influencia de la fuerza Yin de la sociedad colombiana, de su fuerza femenina de transformación.

 

[1] La Part du colibri : l'espèce humaine face à son devenir, La Tour-d’Aigues, Éditions de l'Aube, 2006 (ISBN 2-7526-0269-3)

[2] « El arte de la subsunción (ver glosario, nda) consiste en integrar su propia personalidad en algo « más grande que uno » para aprovechar más y dar sentido a su existencia. Al abandonar una parte del individualismo (o de la soberanía) que inhibe las relaciones entre las personas y entre las naciones, se hace posible crear asociaciones simbióticas equilibradas. Cada quien se beneficia de las reglas reconocidas por todos y puede acceder así a un nivel superior de libertad y de responsabilidad. » ROSNAY (de) Joël. L’homme symbiotique. Regards sur le troisième millénaire. Op. cit., p 319.

La ignorancia

La primera dificultad que se encuentra es la ignorancia: no se está consciente de la importancia del OM. Para dar una idea de esta importancia, se puede utilizar la siguiente imagen que muchos maestros han citado: necesitamos del OM como una persona que se está ahogando necesita aire. Agregamos que entre más se ahoga, más aire necesita pero menos lo sabe porque se hunde en la inconsciencia. De la misma manera, entre más necesitamos OM, menos lo sabemos. Esto significa que mientras más inconscientes somos de la importancia del OM, más necesitamos practicarlo. A medida que se practica el japa del OM, se recupera la consciencia, se vuelve en sí o, mejor, se regresa al Sí mismo.

 

En el campo de los mantras, sólo pueden saber quienes han experimentado. « La gloria del nombre de Dios » escribió Gandhi, « no puede ser probada ni por el razonamiento ni por el intelecto; sólo se puede tener la experiencia mediante la veneración y la fe[1] La ciencia de los mantras no es un saber intelectual transmisible por pensamientos, sino un conocimiento (con-nocimiento, con-nacimiento) de orden sensible: el que siente comprende. Yo sólo puedo sentir si experimento. Quienes no han experimentado no pueden comprender y no pueden decir nada, ni para bien, ni para mal. Sin falta, quien practica llega a observar los resultados que se presentan de manera obligatoria, automática o “mágica”.

 

El exceso

Existe un riesgo en la práctica de los mantras que no se puede dejar de mencionar. Este riesgo es el del exceso. Siempre hay que respetar cierta mesura. No se debe exceder en la práctica de un mantra y menos al comienzo. Es claro que si una persona se pone en una práctica de japa extremadamente intensiva, pueden resultar daños del tipo quemadura del alma, trastornos psíquicos, movimientos intempestivos e incontrolables de la energía en la columna vertebral con quemaduras físicas. No se debe jugar con las energías importantes que se pueden despertar durante la práctica. Toda práctica eficaz puede tener su contrapartida si no se respetan las consignas de mesura y de progresividad.

 

El uso malintencionado

Otro riesgo es el que corre toda persona decidida a hacer un mal uso de la fuerza que se desarrolla con la práctica. Todo uso malintencionado de la fuerza de los mantras se devuelve obligatoriamente contra esta persona. Tal vez hay algunas personas que creen que es posible aprovecharse de los mantras con un fin egoísta y nefasto. La persona que haga esto es la única responsable de las consecuencias de sus actos. Estas personas son retardatarias, trabajan para la oscuridad pero no han visto que está amaneciendo. Provocan obligatoriamente un choque reactivo del cual serán las víctimas.

 

Los mantras que encierran, que no liberan

Ahora hay que abordar un problema muy sensible: hay mantras de « Edad de Oro » y mantras que no son mantras de « Edad de Oro » sino de « Edad de Plata ». Y sabemos que « no todo lo que brilla es oro ».

 

Estas « Edades » son denominaciones de estados mentales, de niveles de consciencia. Está claro que, entre los humanos, se encontrarán niveles de consciencia muy variados, tanto en el plano individual como en el colectivo. En general, se está de acuerdo en definir cuatro « Edades », que se califican según una escala de valor que va, en sentido descendente, de Edad de Oro a Edad de Hierro y pasando sucesivamente por Edad de Plata y Edad de Cobre. Las diferentes tradiciones religiosas de la humanidad hacen referencia a una « caída » de la humanidad, desde una Edad de Oro hacia una Edad de Hierro, está última corresponde a la situación que vive la humanidad en la actualidad. 

 

S.M. Hamsananda dice[2] : « La creación pasa por una sucesión de ciclos cósmicos de la cual dan cuenta la mayoría de las tradiciones. »

« En la Grecia antigua, se trataba de una Edad de Oro original, de perfección espiritual que cedió el paso a una Edad de Plata cuando las leyes divinas empezaron a ser transgredidas por los hombres; después la Edad de Bronce, denominada también Edad de Cobre, vio que la degradación de la moral y de las costumbres se acentuaba así como el crecimiento del materialismo, para llegar al fin a la Edad de Hierro, en la cual los humanos no tienen ya ningún respeto por las leyes espirituales y se desgarran entre ellos en incesantes luchas fratricidas. »

« La tradición hindú también habla de los YUGA o edades cósmicas sucesivas que llevan al Kali Yuga, periodo oscuro de discordia, de violencia y de olvido de Dios, reino de las fuerzas demoníacas al cual el AVATAR KALKI viene a poner fin para restablecer el SATYA YUGA, la Edad de la Verdad. »

« … Actualmente estamos en un PERIODO DE TRANSICIÓN en el cual asistimos a los últimos sobresaltos de la Edad de Hierro y de sus violencias, mientras que los primeros rayos de la Edad de Oro naciente comienzan a iluminar las consciencias.

Así se denomine Edad de Oro, Era de Acuario o Nueva Era, este retorno a una era de Paz, de Fraternidad y de Unidad a la luz de una nueva espiritualidad, anunciada y profetizada por todas las religiones, es esperada por millones de hombres en esta tierra.

Sin embargo, no hay que imaginar esta Edad de Oro como un tipo de paraíso beato en donde el hombre no tiene nada más que hacer que contemplar el cielo.

LA EDAD DE ORO

ES LA EDAD DEL ESFUERZO Y DEL COMBATE,

LA EDAD DEL RETORNO DE DIOS

Y DE LA UNIDAD DE LOS ROSTROS DE DIOS.


LA EDAD DE PLATA

ES LA EDAD DE LA INERCIA COLECTIVA

Y DEL SUEÑO INTERIOR,

LA EDAD DEL EGOÍSMO,

DEL RECHAZO AL ESFUERZO Y AL COMBATE


LA EDAD DE COBRE

ES EL INICIO DE LA DECADENCIA MORAL Y FÍSICA,

LA EDAD DEL ABUSO DE LA CIENCIA

Y DEL CONOCIMIENTO SIN DIOS,

LA ILUSIÓN FUNDAMENTADA SÓLO EN LA CONQUISTA DE LA MATERIA


 LA EDAD DE HIERRO

ES EL ENCADENAMIENTO DE LAS ALMAS AL KARMA,

LA NOCHE SIN CONOCIMIENTO NI CIENCIA,

ES LA EDAD DEL SACRIFICIO DE DIOS,

DE LAS RELIGIONES PERVERTIDAS,

LA EDAD DE LA CRUELDAD,

DEL ODIO Y DE LAS GUERRAS SIN FIN.

 

Las Edades son, ante todo, estados interiores… Las almas no están todas en el mismo estado… Las almas prendadas de verdadera luz obran para el advenimiento de una Edad de Oro interior y exterior, combaten sin cesar para perfeccionarse, purificarse y ayudar a sus hermanos a evolucionar, sin deseo de recompensa ni de interés personal. »

 

El uso de los mantras hace parte integrante de la actividad religiosa, sobre todo en Oriente. Está ligado a los sistemas religiosos. Y, más precisamente, cada mantra está ligado a una divinidad o a una fuerza. Pero estos sistemas, estas fuerzas, estas divinidades, estas religiones, tienen sus limitaciones. Una de ellas es que se trata de sistemas constituidos antiguos que, obligatoriamente, van a gastar parte de sus recursos (energéticos y otros) para sobrevivir, mantenerse, preservarse, justificarse. En este sentido, en vez de servir a su misión y a la humanidad, se sirven de la humanidad. Los sistemas antiguos, con frecuencia infiltrados y pervertidos, no cumplen su función, traicionan su misión y se hacen ineficaces. La Biblia los evoca en términos de « odres viejos », no aptos para contener el vino nuevo [3]. Shrî Aurobindo observa que si bien « todas las religiones han salvado cierto número de almas,… todavía ninguna ha sido capaz de espiritualizar a la humanidad ».[4] Víctor Hugo tenía una fórmula más expedita: « Todas las religiones tienen razón en el fondo y están equivocadas en la forma. Texto: Dios. Traductor, traidor. Una religión es un traductor. » Y este es el problema.

 

Que los mantras tengan eficacia significa que están ligados a un juego de fuerzas reales (divinidad, religión…) pero esto no significa que este juego de fuerzas sea el que le conviene a la humanidad de ahora. No se trata para la humanidad de ligarse, por ejemplo, a Krishna con los mantras de Krishna, si para los Orientales tantas prácticas ligadas a él no han tenido más resultados que los que se pueden constatar y si, para los Occidentales, a pesar de los acercamientos que algunos hacen entre Krishna y Cristo, esta fuerza que, además, no hace parte de su contexto cultural, no tiene ninguna posibilidad de ser útil. No se trata, a través de sus mantras específicos, de ligarse a sistemas obsoletos. Se trata de apuntar muy alto, de aspirar a una « Edad de Oro » y utilizar las herramientas relacionadas, los mantras de la « Edad de Oro ». El primero de la lista es, indudablemente, el Mantra Universal, el OM. Está por encima de toda división, de toda particularización, es la « Edad de Oro ».

 

Sin embargo, se objetará que en India, todo el mundo conoce y respeta el sonido OM y que, sin embargo, este país no es un modelo de equilibrio, que hay mucha pobreza, disparidad social, violencia e incluso conflictos religiosos, aunque este país experimenta actualmente un enderezamiento notable. La explicación de esta paradoja podría ser que, si bien el OM tiene mucha importancia, muchas otras prácticas, en particular de mantras, ligan a quienes los repiten con sistemas obsoletos que no les permiten nunca la liberación. Si, como lo subraya Shrî Aurobindo, las religiones ya no son eficaces sobre la colectividad, es que no cumplen con su función, no liberan la humanidad sino que la bloquean. Sus mantras también. Esta es la « Edad de Plata ». No es lo que queremos para nuestros hijos.

 

La experiencia muestra que, si bien Colombia es muy católica, está lejos de ser pacífica y libre. El Tibet puede ser muy budista, pero está lejos de estar en paz y de ser libre. Deberíamos abandonar algunas ilusiones, aunque esto nos cueste. Deberíamos renunciar al apego a visiones estereotipadas de la religión. Y comprender que sus instrumentos no serán más eficaces ahora de lo que lo fueron en el pasado. Si deseamos un cambio-metamorfosis, tendremos que aceptar el cambio de instrumentos y efectuar una « salida del sistema ». Deberemos dirigirnos « al Buen Dios más que a sus santos ». Este es el aporte fundamental del Nombre de Dios, el Mantra Universal, el sonido OM.

[1] HERBERT Jean. Spiritualité hindoue. op. cit., p 456.

[2] HAMSANANDA Shri Mahacharya. Le Yoga de l’Amour dans la Force, nouvelles révélations. Albin Michel, Paris, 1990, 348 p.

[3] Marc 2, 18-22

[4] Shrî Aurobindo, Aperçus et pensées, p. 47, cité par Jean Herbert in Spiritualité hindoue. op. cit., p 520.

Lunes, 10 Abril 2017 23:35

Duración del trabajo

La experiencia muestra que se debe llegar a una práctica de una duración de por lo menos media hora por día. Treinta minutos para Dios[1]. Como La Bella duerme profundamente, desde hace tanto tiempo y, además, con un sueño anormal porque es debido a una maldición, el beso del Príncipe debe estar apoyado, ser prolongado, repetido. Mejor dicho, hay que prever treinta minutos al día para su despertar, todos los días, durante un tiempo indeterminado. De los 1.440 minutos de un día, hay que encontrar treinta para lo esencial. Probablemente, todos tenemos treinta minutos para dedicar a lo sagrado. Perdemos mucho más en actividades secundarias o fútiles. Es el problema de establecer una jerarquía de valores: adelante, lo importante, atrás, lo que no lo es.  "El acto esencial de una vida, decía Henri de Montherlant, es decidir lo que es importante y lo que no lo es y la indiferencia por lo que no es importante es un deber tan estricto como la atención por lo que sí lo es." Aunque el tiempo de despertar de La Bella es indeterminado, esto no quiere decir por tanto que tocará esperar una eternidad para observar resultados. Una persona que se dedica correctamente a este trabajo puede observar diferencias muy significativas en su vida después de uno o dos años.

 

Una de las reglas básicas del yoga es: mesura y progresividad. Puesto que los yogis saben muy bien que el ser humano es un sistema complejo dotado de cierta inercia, se dedican progresivamente a cambiarlo. Un sistema inerte no puede ser transformado de un solo golpe, incluso fuerte. Sólo puede serlo, como ya lo dijimos, por la repetición de pequeños impulsos. « Enseñar, es repetir ». Las oraciones son repetitivas. Los clavos no se hunden con un solo golpe de martillo. Nadie exigirá entonces que alguien se ponga de un día para otro a una práctica de treinta minutos. Ni el cuerpo ni el alma lo soportarían. Pero fijarse diez minutos por día (reloj en mano), durante diez días, para una primera experiencia, es una buena medida. Después, según lo que se sienta y en función de la determinación y motivación, se aumenta poco a poco (quince minutos por día durante quince días, etc.), hasta llegar a una regularidad de treinta minutos (o más).

 

 

[1] SEVE André. Trente minutes pour Dieu. Le Centurion, Paris, 1974.

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