Cuando uno se presta a la calificación de la energía en dos polos, cuando se aprende a diferenciar una de las polaridades de otra, casi siempre se llega a cometer el error de confundir estas polaridades de la energía con el sexo masculino o femenino. Es importante, entonces, en este momento de nuestra exposición, introducir esta observación muy importante: no se puede asimilar el Yang con el hombre ni el Yin con la mujer, y esto por una razón sencilla que vamos a considerar.
La razón es que todo sistema vivo, incluido, claro está, el ser humano, es un dipolo Yin Yang, así todo hombre o toda mujer funciona con una energía Yin y una energía Yang. Por estar sometidos a la dualidad (nacimiento / muerte; derecha / izquierda; vida exterior / vida interior…), los seres humanos, sean del sexo masculino o del sexo femenino, están animados con las dos formas de la energía. Así, cualquiera que sea su género, pueden desarrollar los comportamientos y los valores tanto Yang como Yin. Por cierto, se considera equilibrado un ser humano, hombre o mujer, capaz de unos y otros.
Este error procede de una simplificación y de una reducción. El concepto de Yang es más vasto que el de hombre, el concepto de Yin más que el de mujer. Esto no impide que la noción de masculino sea una buena aproximación del Yang, así como la de femenino lo sea para el Yin.
Hay reducción cuando se limita un ser humano a su sexo físico. Pero es hacer caso omiso de lo que se podría denominar el « sexo energético ». Generalmente, se espera encontrar en una mujer comportamientos y valores Yin preponderantes y, claro está, la inversa en el hombre. Se podría calificar esta situación como estado energético estándar. Pero no siempre hay correspondencia; se encuentran hombres con carácter y comportamiento femeninos, así como mujeres con carácter y comportamiento masculinos. Tanto la historia como el tiempo presente están llenos de ejemplos de estas « mujeres de hierro » cuyas apariencias son las de una mujer, pero cuya realidad (energética, o sea, del comportamiento) es la de un hombre. Es obvio que la situación ideal para todo ser sería el equilibrio y la posibilidad de disponer tanto de fuerza paternal como de dulzura maternal, de un Yang y un Yin, ambos en plenitud.
PARA RESOLVER NUESTROS PROBLEMAS, DISPONEMOS DE DOS FUERZAS
DOS FUERZAS
Una Fuerza Yang masculina
de ENFRENTAMIENTO
que permite
LA ELIMINACIÓN
Una Fuerza Yin femenina
de INFLUENCIA
que permite
LA TRANSFORMACION
DEL ADVERSARIO O DE LA SITUACIÓN
DOS CONCIENCIAS
Una conciencia Yang
Masculina
Activa
Emisora
Intencional
“Voy a cambiar el mundo”
CONCIENCIA FLECHA
Una conciencia YIN
Femenina
Pasiva
Receptora
Sin ninguna intención
“Así es”
CONCIENCIA COPA
DOS DIMENSIONES
EXTERIOR
HACER
TENER
INTERIOR
SER
ESTAR (aquí y ahora)
© Dr Xavier ETIENNE