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Lunes, 10 Abril 2017 23:34

La actitud

En la práctica uno se concentra en el OM, se fija toda la atención en la repetición del OM. A nadie se le exige la perfección de la operación. Solamente la intención. Se trata de tender (sin tensión) hacia un objetivo. Conviene, entonces, abordar el tema de la actitud durante este trabajo. Es pertinente hablar de la actitud física y de la actitud psíquica.

 

La actitud física

El cuerpo debe estar cómodo. La costumbre, generalmente, es estar sentado en el piso sobre un cojín, los pies sobre un tapiz o una moqueta. Se debe estar instalado confortablemente, con un cojín a buena altura, lo suficientemente acolchado y más o menos duro según los gustos de cada uno. También se puede usar un banco pequeño, según la conveniencia. Lo ideal es tener el cuerpo recto, la columna recta, la cabeza en la prolongación del cuerpo, la cima de la cabeza como suspendida del cielo con un hilo. Al principio uno se imagina que se debe apoyar la espalda en la pared. En efecto, no es necesario y rápidamente se percibe que se está mejor sentado sin apoyo. Si no se logra prescindir de un apoyo, muchas veces se trata sólo de la altura del cojín.

 

Por supuesto, se debe ser realista y encontrar la medida del propio cuerpo. Al comienzo de la práctica, este refunfuña, las piernas se anquilosan, aparecen dolores. El cuerpo intenta hacer creer que uno debe moverse obligatoriamente, que las rodillas se van a alterar en esta posición, que las piernas se van a hinchar, etc. Después de algún tiempo de práctica, todo esto desaparece, el cuerpo cesa de hacer un drama por todo y uno acaba por encontrar su postura de meditación. Esto constituye un progreso importante.

 

La actitud psíquica

La postura psíquica es la atención en actitud de recepción y de espera. La atención misma es fuente de plenitud. Se hace sin tensión. La actitud de recepción es la de un fruto sometido a la influencia del sol. El practicante se somete voluntariamente a la influencia del Mantra OM del cual se impregna todos los días un poco más y que lo transforma. Esta actitud de recepción es la consciencia copa, pasiva receptora, en oposición a la consciencia flecha, activa, emisora, intencional, que es la forma de consciencia más utilizada y valorada en el mundo moderno.

 

En esta actitud de recepción, el practicante repite su mantra pero es globalmente pasivo y espera.  Espera sin tensión que el tiempo que se ha fijado para su trabajo transcurra tranquilamente. Y aprovecha intensamente estos momentos de paz y de resarcimiento. Así, poco a poco, se enriquece.

 

La atención también puede dirigirse, no al sentido del Mantra (porque, en general, un mantra no tiene sentido), sino a sus atributos: en el OM, se reconoce Unidad, Perfección, Totalidad, Absoluto.…

 

Durante la práctica sobrevienen, sin falta, perturbaciones. El espíritu se pone a divagar, una idea pasa por la cabeza y la mente la sigue. Cuando uno se da cuenta, regresa a su concentración. También se le puede decir a esas ideas que nos pasan por la mente: « Pasen, huéspedes extranjeros, ustedes no me interesan». Uno también puede verse como una montaña que mira pasar las nubes y no se prende a ellas. Si el espíritu se va de nuevo, no hay que ofenderse, se regresa de nuevo; así se desarrolla, poco a poco, una «actitud de retorno[1]». A veces, la idea que nos perturba no es una distracción, sino un elemento de valor. También es bueno tener siempre tras de sí un papel y un bolígrafo en buen estado. Si una idea regresa con persistencia, se anota, sin desprenderse de la concentración. Al mismo tiempo, se le puede decir mentalmente lo siguiente: « si, ves, yo te tengo en cuenta. Yo te anoto. Pero me ocuparé de ti después de mi práctica. Entonces, ahora déjame.» Si se tratara de alguna idea prosaica (« tengo que acordarme de pagar la factura de luz, es el último día »), el espíritu se desocupa de esta causa de perturbación y el trabajo interior puede continuar. Se recomienda hacer lo mismo con las espléndidas intuiciones que pueden sobrevenir en el curso de la práctica. También hay que anotarlas, para acordarse más tarde, porque, durante la práctica, no impregnan lo mental y tienen el riesgo de perderse, lo cual siempre es desconsolador.

 

[1] WOOD Ernest E. La pratique du Yoga. Petite Bibliothèque Payot, N° 2, Paris, 1978, p 103.

Lunes, 10 Abril 2017 23:33

El mala

El uso del mala (rosario de 108 cuentas) se recomienda fuertemente. Swâmi Sivananda decía que es « el fuete que conduce el espíritu hacia Dios ». Permite contabilizar las repeticiones del mantra. Permite respetar el objetivo diario (o a plazo más largo) que uno se ha fijado o que se recomienda. Cuando el Maestro transmite un mantra a su discípulo, le solicita repetirlo cierto número de veces, fija un objetivo al trabajo de su discípulo.

 

El meditante acompaña entonces la repetición del mantra del desgranamiento de su mala. El mala tiene 108 cuentas y un pompón.  El pompón simboliza lo Absoluto, el desgranamiento del mala representa el camino del peregrino hacia el Absoluto. Cuando se desgrana el mala y se llega al pompón, no se pasa, uno no se « salta » al Absoluto, se le alcanza. Después se da media vuelta, se voltea el mala y se comienza de nuevo en el otro sentido. Y así se comienza de nuevo sin cesar.

 

En la práctica, para la contabilización de los mantras, se redondea: en vez de 108 repeticiones, se cuentan 100 por vuelta de mala. En general se pide alcanzar, en una primera etapa, el número de 300.000 repeticiones del OM. Si se practican 1.000 repeticiones del OM por día (10 vueltas de mala), este primer objetivo de 300.000 repeticiones representa un trabajo de 300 días (10 meses). Con 10.000 repeticiones por día se alcanzaría el objetivo en un mes. Una persona que ha realizado este primer trabajo ya es diferente; una persona que ha recibido 300.000 veces el impacto del OM no puede ser la misma. Ya tiene una experiencia sensible de vida interior, ya sabe, porque lo siente, que este trabajo es realmente eficaz y de gran valor. Y se pasa al siguiente objetivo: un millón. Y así sucesivamente. Así, uno se puede encontrar personas que han repetido varios cientos de millones de veces el Mantra Universal OM.

 

Como lo mencionábamos anteriormente, se anota el trabajo en un cuaderno de japa, en el cual se registra el trabajo cotidiano. En este cuaderno, se efectúa la suma de las repeticiones cada semana, después cada mes, para seguir su progreso. Los días en que se dispone de más tiempo, se puede decidir duplicar el trabajo.

Lunes, 10 Abril 2017 23:33

Modos de repetición

La repetición del OM puede hacerse de tres modos: prolongado, semi-prolongado y rápido. El modo prolongado se práctica al inicio de la sesión, como entrada en materia y al final de la sesión, como manera de despedirse del Maestro Interior. Favorece la concentración y la expansión de consciencia. El modo semi-prolongado procura la calma y purifica el ambiente. El modo rápido (60 repeticiones por minuto hasta muchas más) es el modo de base del japa-yoga.

 

La repetición puede hacerse en voz alta, en voz baja o mentalmente. La repetición mental se considera más eficaz. Pero puede ser más difícil para los debutantes. También tiene la ventaja de ser más discreta, cuando se aprovechan los desplazamientos (en bus, en avión…) para repetir el OM.

Lunes, 10 Abril 2017 23:30

Los mantras

Importancia de los mantras

 

Los mantras son soportes de concentración bien particulares. Su existencia y su importancia llegaron a ser conocidas por los occidentales a medida que estos descubrieron las riquezas de la espiritualidad oriental. Y la toma de consciencia de la importancia de los mantras no es el menor de los regalos que permitió este acercamiento.

 

Para los orientales el objetivo de la vida es la liberación espiritual, es decir la realización de un estado de fusión del alma individual con el Alma Universal. En el contexto cristiano, sería equivalente a la entrada al « Reino de Dios », la realización del estado de santidad; en el contexto sufi, sería el Hombre de Luz. El estado en el que se encuentra el liberado vivo (Jivan-Mukta o Siddha) no tiene nada que ver con nuestro nivel de consciencia habitual: si nuestra consciencia habitual nos da acceso a una realidad ordinaria, fragmentada, limitada, confusa, la consciencia del Jivan-Mukta está toda impregnada de unidad, de perfección, de belleza, de amor y de potencia. Roberto Assagioli, uno de los creadores de la psicología transpersonal (forma de psicología que admite la existencia de una realidad superior a la humana y que estudia su influencia sobre todas las dimensiones del ser) evoca así esta consciencia[1] : « Se puede… regocijarse por anticipado al presentir el estado de consciencia del ser que ha alcanzado la realización espiritual. Este estado de consciencia se caracteriza por la serenidad, la alegría, un sentido de seguridad profunda, de potencia interior, de comprensión ilustrada y de radiación de amor. En sus aspectos más elevados es la realización del Ser esencial, es la comunión y la identificación con la Vida Universal.»

 

Pero, según Shri Ramakrishna[2], se pueden distinguir cinco tipos de Jivan-Mukta: el liberado por inspiración recibida en sueños (svapna-siddha), el liberado por la vía de un mantra (mantra-siddha), el liberado que llega súbitamente, tal y como se enriquece un hombre que encuentra un tesoro  (hathât- siddha), el liberado que llega por la gracia de Dios (krîpa-siddha) y, en fin, los que siempre han sido perfectos (nitya-siddha). En esta clasificación aparece que los únicos liberados cuya liberación no depende de un « accidente » (feliz accidente, claro está) sino de un trabajo, fueron los que recurrieron a un mantra. Es decir la importancia que pueden tener estos soportes de concentración. Si personas tan entregadas a la vida interior y tan determinadas le conceden tanto valor a los mantras, es que detrás de estos instrumentos hay una riqueza que no se podrá despreciar cuando se está en busca de medios de transformación simples y eficaces.

Definición

Tomaremos prestada La Bella definición que André Padoux[3] le da a los mantras: « La palabra mantra está construida sobre la raíz sánscrita man (« pensar ») con el sufijo tra que sirve para formar las palabras que designan instrumentos u objetos. Sería entonces un instrumento de pensamiento, pero de un pensamiento especialmente intenso y eficaz, porque es portador de toda la energía de la palabra. »

 

El autor de esta definición insiste de entrada sobre lo que le parece una característica fundamental de los mantras, la eficacia. Esta se relaciona con una energía, la de la palabra. En el contexto cristiano, esta potencia se atribuye, de manera análoga, al « Verbo ». Se conoce la potencia creadora del « Verbo ».

 

Padoux continúa así: « Se podrían definir los mantras, en su uso más general, como fórmulas, sílabas o sonidos, aislados o agrupados, provistos o desprovistos de sentido literal, que representan o, más exactamente, que son la forma fonética la más alta y la más potente de divinidades o de entidades naturales o sobrenaturales y que, por esto, están cargados de una eficacia considerable, utilizable, conforme a reglas precisas, para quienes están habilitados. »

 

El autor insiste en esta « eficacia considerable » de los mantras y sobre su realidad profunda: no son la representación de una fuerza, son esta misma fuerza. Dice que el mantra no es una representación de la divinidad sino la realidad de la divinidad, su parte tangible, accesible. Si se compara una divinidad, o una fuerza, a un iceberg, el mantra es la parte emergida, visible. O más bien, audible. Es decir su importancia y su carácter práctico. No se está en el campo de la especulación mental, sino en el de los juegos concretos de fuerzas reales.

 

Los mantras son instrumentos de contacto con una realidad de otro orden. Son elementos colocados más arriba que los pensamientos en la jerarquía de nuestros medios de conocimiento; permiten entonces un conocimiento inmediato (sin mediador) de una realidad superior, mientras que los pensamientos que sólo son mediadores, pueden a lo máximo ofrecer representaciones de esta realidad, así como el mapa no será jamás otra cosa que la representación del territorio. 

 

Por su lado, Shrî Aurobindo define así al mantra[4] : « La teoría del mantra es que es una palabra nacida de las profundidades secretas de nuestro ser donde fue incubada por una consciencia más profunda que la consciencia mental alerta y proyectada hacia fuera, silenciosamente o por la voz – la palabra silenciosa considerada como más potente que la palabra hablada- precisamente con un objetivo creador. El mantra no solamente puede crear en nosotros mismos nuevos estados subjetivos, modificar nuestro ser psíquico, revelar un conocimiento o facultades que no conocíamos antes, puede no solamente producir resultados similares en otros espíritus diferentes al que lo pronuncia, también puede producir en la atmósfera mental y vital vibraciones que tienen como efecto acciones e incluso la aparición de formas materiales en el plano físico. El empleo verídico del mantra no es más que una utilización consciente de esta potencia secreta del verbo. »

 

En esta definición encontramos la referencia a este origen profundo del mantra, más profundo que el mental. El mantra también se considera aquí como de naturaleza diferente al pensamiento y a su indiscutible potencia creadora reafirmada. 

 

John Blofeld[5] relata las respuestas de un viejo sabio: « Las palabras cargadas de sentido son buenas precisamente para el uso ordinario, porque no son lo suficientemente « potentes » y se atraviesan en nuestro camino como escollos para hacer naufragar el barco. Pero las palabras cargadas de potencia no revelan jamás su verdadero significado. Es preferible, entonces, no buscar este significado y permanecer libre de espíritu.» Más adelante dice: « Un viejo monje, en respuesta a mi pregunta sobre la fuente de quietud y de serenidad representada por los mantras, me afirmó que las sonoridades permiten que el espíritu capte, de forma misteriosa y a veces distorsionada, su afinidad escondida con el Tao, la Fuente del Ser.[6] »

 

En este texto se hace mención otra vez de la potencia de los mantras, que no deja ninguna duda para quien se ha familiarizado con ellos. Y se encuentran como instrumentos de contacto con el Ser Profundo, la Fuente de Unidad en cada uno.

 

Un mantra es entonces un instrumento simple de contacto con la propia Esencia. La práctica de la repetición de un mantra es una técnica simple y eficaz de transformación. Esta técnica es, como lo veremos, particularmente adecuada para la época moderna.

 

El japa-yoga

El japa-yoga es una técnica de base del yoga. Consiste en la repetición contabilizada de un mantra, con el fin de alcanzar un objetivo bien definido: un cierto número de repeticiones. Con la repetición del mantra se acumula la energía, la potencia del mantra.

 

La contabilización es un medio de evaluación de esta potencia. Una persona que haya repetido diez millones de veces un mantra se diferencia notablemente de otra que lo haya hecho cien mil veces. Esta contabilización también es el medio de asegurar un seguimiento y una regularidad a su práctica. Esta contabilización se hace mediante un rosario llamado mala. Tradicionalmente, los malas están compuestos por 108 perlas de madera o de piedra. Este es un número sagrado, corresponde a nueve veces doce. Cada practicante fija él mismo (o según las indicaciones de su maestro) el número de repeticiones diarias que se compromete a hacer y, con disciplina y perseverancia, cumple su programa. Anota día a día el resultado de su trabajo en un cuaderno de japa.

 

El japa-yoga es así una disciplina de vida interior simple pero exigente que permite que el aspirante progrese con medida en la vía de su transformación, al apoyarse sobre la potencia de las palabras sagradas.

 

Ensayo de comprensión del funcionamiento de los mantras

  1. ¿Por qué la repetición?

 

La primera pregunta que se plantea toda persona que aborda el tema de los mantras es el porqué de la repetición; ¿Por qué tantas repeticiones? ¿Cuál es la razón que empuja a un trabajo tan aparentemente monótono?

 

Parecería que la respuesta a este interrogante es que la repetición de pequeños impulsos es el medio para vencer la inercia de la personalidad, particularmente del inconsciente. El inconsciente es inerte, se resiste al cambio. Aunque conscientemente estemos íntimamente convencidos que debemos hacer uno u otro cambio en nuestras vidas, el inconsciente va a poner una barrera a este cambio, va a poner “palos en las ruedas”, va a ofrecer todo tipo de obstáculos que finalmente van a sofocar cualquier transformación. Una persona que quiere dedicarse a su transformación no puede subestimar esta realidad, con el riesgo de ver ahogarse en esta inercia todas sus pretensiones al cambio. Lo mismo sucede con el inconsciente colectivo: en una sociedad, también hay un conjunto de juegos de fuerzas que se van a oponer, sin cesar y de manera desesperante, al cambio. Esta es una realidad que hay que reconocer y tomar en consideración. La repetición de pequeños impulsos es un medio para vencer esta dificultad. Pongamos un ejemplo: la bicicleta está al revés, hacemos girar la rueda trasera a toda velocidad, el juego consiste en frenar completamente esta rueda con la mano. Nos toca operar mediante pequeños golpes repetidos. No podemos proceder de un solo golpe, porque nos quemaríamos la mano. Una vez se frena la rueda, si queremos volverla a lanzar con la mano, también tendremos que proceder con pequeños golpes sucesivos, cada vez más rápidos para transmitirle a la rueda su mayor velocidad de rotación. 

 

Lo mismo sucede con lo que se refiere a nuestras vidas. Ciertos componentes de nuestra personalidad son inertes y se van a oponer sistemáticamente al cambio que, sin embargo, deseamos ardientemente. Por esto es que « enseñar, es repetir », que « educar, es repetir », que « aprender, es repetir ». Por esto es que la práctica de los mantras, que consiste en introducir en su vida una fuerza nueva de cambio, se basa en la repetición. Mediante la repetición incesante del mantra, el practicante se encuentra ligado a la energía del mantra, la cual asimila poco a poco.

 

  1. Los mantras, condensados de energías y de informaciones

 

Desde siempre, quienes conocen los mantras por experiencia les han reconocido una eficacia a veces considerable (a la inversa, quienes no tienen experiencia, no han percibido, evidentemente, nada de esta eficacia). Sin embargo, parece que las explicaciones de esta eficacia han permanecido borrosas, que nunca se ha dispuesto de los medios suficientes y convincentes para explicar el modo de acción de los mantras.

 

Tal vez la época actual ofrece nuevos medios de comprensión de este fenómeno extraño pero interesante que constituyen los mantras. Nuestra época ha visto la aparición de las ciencias y técnicas de la información. La comunicación bajo numerosas formas (teléfono portátil, satélites, Internet…) ha tenido un desarrollo considerable. Con base en analogías, se podrá considerar que los mantras son condensados de energías y de informaciones. Un mantra de curación está cargado de informaciones de curación, las cuales son asimiladas poco a poco por quien lo repite; un mantra de armonización está cargado de informaciones armonizantes, etc. Cada mantra contiene, de una parte, una o varias informaciones específicas y, de otra parte, una cierta cantidad de energía, una cierta fuerza que va a promover un cambio, un movimiento. Tal vez es por esto que los practicantes del japa-yoga perciben con frecuencia, al final de la práctica, la sensación de una fuerza nueva y de una luz nueva. Y siempre, un enriquecimiento.

 

Todo ocurre como si el practicante fuera un computador individual conectado a « la Memoria Central del Universo[7] », en recepción, y que recibe de ella todas las energías que requiere para cambiar su situación y todas las informaciones que necesita para saber como cambiarla. El practicante, de alguna manera, se llena « por completo ». “Tele carga” energías e informaciones, las que están contenidas en el mantra que repite. Está en recepción, en consciencia « copa », como un fruto al sol. No hace nada. Se contenta con estar ahí y recibir. Se somete a la influencia del mantra. Y se enriquece conforme a su práctica. Y se transforma, como la fruta. Por este motivo se reconoce este carácter mágico de los mantras: porque ejercen una fuerza, pero una fuerza Yin.

 

Hay que recordar que un ser vivo no se nutre sólo de sustancias (alimentos, agua, aire…). Ya vimos que un ser vivo sólo funcionará bien si también alimenta su campo energético con las energías convenientes y su organización con informaciones adecuadas. La práctica de los mantra es así una manera de enriquecer a la vez nuestro campo energético y nuestra organización, de dinamizarnos y de reorganizarnos. La práctica de los mantras parece ser un medio sencillo de optimizar nuestro funcionamiento individual (y, por consiguiente, colectivo). Uno se imagina que este proceso no tiene límite superior.

 

Actualmente, ninguna persona compraría un computador que no tuviera posibilidades de conexión a Internet, que no tuviera un Modem. Un practicante del japa-yoga es alguien que explota esta posibilidad de conectarse con otra fuente de energías y de informaciones, diferentes a las que la que ofrece la vida corriente, en una realidad bien ordinaria. Esto era lo que quería decir Shri Aurobindo cuando hablaba de esta « consciencia más profunda que la consciencia mental despierta ». De esta consciencia profunda o superior el practicante extrae « esta potencia secreta del verbo. »

 

  1. Lo « Supramental »

 

La personalidad del ser humano (o ego) se compone de varios constituyentes. Lo más evidente es el cuerpo físico. Pero hay otros « cuerpos ». Por analogía semántica, se utilizará el término de « cuerpo » emocional para describir el vasto mundo de la vida emocional y afectiva del ser humano, así como del « cuerpo » mental para hacer referencia al mundo igualmente vasto y agitado del mundo de su vida intelectual y mental. Precisemos que entenderemos por « alma » o « psyché » (según si uno prefiere el latín o el griego) el conjunto de estos dos últimos cuerpos, emocional y mental. El cuerpo físico es visible, tangible. Los cuerpos emocional y mental no lo son. La medicina se ocupa del primero, la psicología y la psiquiatría de los otros dos. Estos tres « cuerpos » no son los únicos componentes de la personalidad. Hay otro, del cual se ocupa la sociología: el cuerpo social. Nosotros vivimos en el mismo mundo, pero en este mundo, cada uno tiene el suyo. Cada uno tiene su familia, su red de relaciones, sus « otros », su casa, su perro… Todos estos elementos varían según la personalidad de cada uno. La personalidad es el conjunto de estos cuatro « cuerpos ».

 

Los sabios de todas las tradiciones insisten permanentemente en un dato fundamental: un ser humano no se reduce a su personalidad. Y la causa principal de sufrimiento de los seres humanos es la identificación con su personalidad. Es decir el hecho de creer que uno es esta personalidad, que el ser humano es sólo eso, una personalidad, con sus diferentes componentes. Esta creencia también conduce al culto de la personalidad, con todos los desequilibrios y los sufrimientos que sabemos. Los sabios de todas las tradiciones siempre invitan a considerar que la personalidad es lo que tenemos y no lo que somos. Es lo que tenemos como instrumento para manifestarnos en este mundo. Lo que nosotros somos es de una naturaleza diferente a la personalidad. Es lo que las tradiciones llaman el Espíritu, Yo Supremo, Yo, Brahman, Tao, Consciencia Universal o Maestro Interior. La invitación siempre es la misma: identificarnos con lo que somos y no con lo que tenemos. Invertir más en lo Real (el Maestro Interior) que en lo ilusorio (la personalidad), para no chapotear eternamente en la ilusión de una personalidad efímera. El ser humano no se limita a su personalidad con, en orden de « densidad » decreciente, el cuerpo social, el cuerpo físico, el cuerpo emocional y el cuerpo mental; también existen, por encima, y aún más inmateriales y diáfanos, el o los cuerpos superiores, la Esencia misma del ser, lo Supramental. Se puede pensar que los mantras son instrumentos de contacto con estos planos superiores y que, precisamente, permiten la infusión en la personalidad de este Calor (energías) y de esta Luz (informaciones) de los planos superiores. Son instrumentos simples y eficaces de contacto con lo Supramental. Por tanto, son un medio hábil y eficaz de ejercer un control tanto sobre el mundo de las ideas (lo mental) como de las emociones. En un mundo que sufre tanto de la hipertrofia de lo mental[8] (las ideologías, las confesiones), los mantras son un medio simple de retomar el control sobre las ideas, de superarlas, de reequilibrar el balance cabeza-corazón, intelecto-sensibilidad, Yang-Yin.

La repetición de un mantra es un procedimiento soberano para actuar sobre las propias profundidades, para favorecer la emergencia de las riquezas escondidas en el fondo y en la cima de su ser. Los mantras permiten el contacto entre el Maestro Interior y la personalidad. Son el beso del Príncipe a La Bella dormida.

 

  1. Telecargar” un mundo nuevo

 

Pongamos un ejemplo: los seres humanos aman los viajes y tienen necesidad de transportar permanentemente cantidad de objetos (alimentos, productos de todo tipo…). El desplazamiento y el transporte son importantes para ellos. Pero esta cuestión del transporte tiene su contrapartida: accidentes, polución, ruido, agotamiento de las reservas de combustible… Lo que conocemos actualmente acerca del transporte es un transporte de tipo « Edad de Hierro ». Los seres humanos están contra la pared: en menos de un siglo no habrá ni una gota más de petróleo. No se trata de renunciar al transporte. Se trata de elaborar, de perfeccionar un transporte de la « Edad de Oro ».

 

¿Cómo se presenta este transporte, sin accidentes, sin polución, sin agotamiento de las reservas naturales? Ocurre que tenemos todas las informaciones y las programaciones de la « Edad de Hierro » en nosotros; por el contrario, si queremos una « Edad de Oro », aunque busquemos mucho, estas informaciones parecen no existir en nosotros. O están perdidas o se borraron. Lo cierto es que tenemos dificultad en imaginar lo que es la « Edad de Oro » del transporte y, de la misma manera, la de la economía, la de lo agroalimentario, la de la medicina, etc.

 

Para resolver problemas de este tipo, va a ser necesario que los seres humanos se conecten, ahora que comprendieron que es posible hacerlo, con una fuente válida de informaciones y de energías. Va a ser necesario que telecarguen su mundo nuevo, su « Edad de Oro ». Va a ser necesario que, individual o colectivamente, haya receptores humanos que estén correctamente conectados con la « Memoria Central del Universo », para telecargar las energías y las informaciones correspondientes a lo que quieren vivir. ¿Si no, de dónde vendrían, de dónde vendrán las soluciones? Si se trata del Supramental, los mantras serán los instrumentos perfectos para cumplir este papel de conexión.

 

El Mantra Universal: el sonido místico OM

 

El monosílabo tiene una extraña capacidad de inmensidad: mar, noche, día, bien, mal, muerte, si, no, Dios, etc.


Victor Hugo.

 

El sonido OM es un mantra. Pero el sonido OM no es un mantra cualquiera: es el Mantra Universal. En efecto, se conoce universalmente como la síntesis de todos los mantras, el Maestro-mantra. « Todos los mantras contienen el vocablo OM, el más sagrado de los vocablos humanos a los ojos de los hindúes, admitido por todas las escuelas y todas las sectas como representante del divino bajo algún aspecto que se pueda concebir[9]»

 

Si los mantras son los rayos, el sonido OM es el centro de la esfera, su lugar común. Si los mantras son los colores del arco iris, el sonido OM es la luz blanca. Por este motivo, aunque el sonido OM no tenga sentido especialmente definido, se pueda asociar con las nociones de Unidad, de Totalidad, de Absoluto y de Perfección. Está más allá de toda división posible. Swâmi Vivekânanda decía: « En la India hay una teoría según la cual existió una lengua primitiva totalmente natural, llamada devavâni (voz divina), la de los grandes maestros y después, cada vez más modificada, llegó a formar los diferentes lenguajes. La mayoría de las palabras de esta lengua celeste original se mezclaron o se perdieron, pero quedaron algunas. OM es una de las más grandes que nos quedan y significa Dios. » OM es anterior, superior y está por encima de la Torre de Babel.

 

El sonido OM no está relacionado con una divinidad particular. Por el contrario, representa la síntesis de todas las aspiraciones a la unidad, la síntesis de todos los rostros de Dios. Es el Nombre (escondido) de Dios. Es el punto común de todas las religiones, la oración común a todas las religiones, su punto de origen, de unidad y de reintegración, el alfa y el omega[10]. Si el fenómeno religioso es un diamante, cada religión es una faceta de este diamanta. Cada religión es un punto de vista diferente sobre el mismo diamante. Una visión de lo Absoluto marcada por su contexto cultural, por su historia. El Mantra Universal OM une al ser humano con la totalidad del Diamante de Unidad, más allá de cualquier división.

 

Swâmi Vivekânanda decía: « El comentador dice que la palabra que manifiesta a Dios es « Om ». ¿Por qué le da tanta importancia a esta palabra? Hay cientos de palabras que designan a Dios. Un mismo pensamiento se relaciona con miles de palabras. La idea « Dios » está unida a cientos de palabras y cada una de ellas es un símbolo de Dios. ¡Muy bien! Pero, entre todas estas palabras se debe establecer un tipo de generalización; se le debe encontrar a todos estos símbolos un mismo sustrato, una base común. El símbolo que sea común a todos será el mejor y los representará verdaderamente a todos...Nosotros vemos que alrededor de esta palabra Om se juntaron todos los conceptos religiosos diferentes de la India; todas las ideas religiosas diversas de los Vedas se reunieron alrededor de esta palabra Om. ¿Cuál es el interés de esto para América, Inglaterra o cualquier país? Simplemente que el término conservó todas las etapas del desarrollo religioso en India y que se ha empleado para designar todas las concepciones diversas relacionadas con Dios. Los monistas, los dualistas, los mono-dualistas, los separatistas e incluso los ateos se han adueñado de este Om. Om se convirtió en el símbolo único de las aspiraciones religiosas de la gran mayoría de los seres humanos. Tomemos como ejemplo la palabra Dios. Sólo tiene un papel limitado; cuando usted desea ir más allá, le debe agregar adjetivos para hacerlo Personal, Impersonal o Absoluto. Lo mismo sucede con las palabras que designan Dios en todas las demás lenguas; su sentido es muy limitado. La palabra Om, por el contrario, está rodeada de todos los significados y como tal, debería ser aceptada por todos

 

Quien dice religión dice oración. Se debe observar que, desde hace milenios, todas las religiones de la humanidad cuyo papel es devolver, a través de la oración, al ser humano a la unidad original, sufren divisiones y oposiciones y se han convertido en generadoras de dualidad, de guerra y de sufrimiento. También hay que deplorar que si bien todas las religiones hablan de oración y de unidad, paradójicamente no se han puesto de acuerdo sobre una oración común. Así como los colores del arco iris tienen un origen común, la luz blanca, las religiones de la humanidad también tienen un origen común: el principio divino. El sonido OM, por su profundidad, por su simplicidad y su total accesibilidad para todos, es naturalmente la fórmula de unidad entre los hombres, los pueblos, las religiones. El sonido OM es su frecuencia común. Establecerse en el OM es ponerse en el diapasón, es ofrecerse la posibilidad de encontrar el acuerdo con los otros y la Naturaleza. Se encuentra el OM en el AMEN de los judíos y cristianos y el AMIN de los musulmanes. Se podría imaginar que los devotos de cada religión consagran tiempo a sus propias oraciones, pero también a la oración común y así obran a favor del acercamiento entre todas las corrientes religiosas. Así, afirmarían, en acto, su deseo de unidad. Y es fácil imaginar, en el contexto mundial actual, el rector de una mezquita que practica esta oración de unidad en compañía de un rabino, de un sacerdote, de un yogi. Si las ideas, los conceptos, las interpretaciones, las confesiones, las tradiciones oponen y dividen, por el contrario, la práctica del Mantra Universal OM une las diferentes tradiciones y establece progresivamente entre ellas todos los puentes necesarios para su acuerdo y su comprensión mutua.

 

Los cristianos que quisieran saber más sobre este mantra se podrían inspirar de lo que dice Henri Le Saux, a la vez monje dominico y swâmi hindú, en su libro: "Abrirse a sí mismo, abrirse a Dios"[11]. Este gran místico presenta así el Mantra universal: "OM es la Palabra primordial que Dios pronunció al crear. OM es Vâg, la Palabra eterna. OM es el comienzo de toda la manifestación de Dios. OM está en el origen del universo." Después, agrega: "OM es lo primero escuchado por el hombre cuando Dios, al salir de su silencio eterno, comienza a hablarle. Om también es el último sonido que el hombre es capaz de proferir cuando, al responder al llamado del Espíritu, se deja introducir en el silencio de Dios." Al hacer referencia a la Palabra, al Verbo de Dios, prosigue: « Así justamente, podemos reconocer en OM la Palabra que procede eternamente del silencio del Padre, para retomar la palabra del bienaventurado Ignacio de Antioquia (Carta a los Magnesianos, 8). Es en esta Palabra misma hecha carne, espíritu y palabra de hombre en Jesucristo que ascienden hacia el Todopoderoso todas nuestras oraciones y todas nuestras adoraciones...OM es ante todo el símbolo de la inefabilidad[12] de Dios, el último peldaño de nuestra escalada hasta él, en el plano de lo que se puede expresar. « Es el puntal último, es el puntal más alto; quien lo conoce, alcanza el brahman.»       (Katha-upanishad, 1.2.17.) »

 

En el contexto cristiano ortodoxo, se conoce bien una práctica de repetición del Nombre de Dios, la « oración del corazón »[13], práctica de base de los monjes del Monte Athos. Los Sufis[14] buscan la comunión mística con Allah y utilizan también la repetición incesante de su nombre (el dhikr). En el catolicismo existe una costumbre que es la de la repetición de los « mil Jesús ».

 

Sería un error pensar que el OM es un producto oriental destinado a ser conocido sólo por los orientales. El OM no se puede limitar así. El OM tiene realmente una dimensión universal. Es tan « occidental » como « oriental », sin ser ni el uno ni el otro. Hace parte de un patrimonio de la humanidad entera. Se puede decir que si los orientales son quiénes mejor lo conocen, es porque la espiritualidad oriental se caracteriza por su orientación hacia el Dios Inmanente (interior) mientras que Occidente se dirige más al Dios Trascendente, que le permitía reconocer más fácilmente el aporte fundamental de los mantras y del OM en particular. Pero como lo hacen ver los maestros espirituales orientales, y Swami Vivekananda en particular: « OM se ha convertido en el símbolo único de las aspiraciones religiosas de la gran mayoría de los seres humanos... y debería ser aceptado por todos »[15]

 

Otro gran conocedor occidental de la espiritualidad hindú, Jean Herbert, dice: « Con pocas excepciones, todos los maestros espirituales le conceden una importancia considerable, por lo menos a título accesorio, a esta repetición obstinada del nombre de Dios (japa) que nos parece, a primera vista, un ejercicio ridículamente rudimentario para el desarrollo espiritual. Shrî Râmakrishna no dudaba en decir: « Dios y su Nombre son idénticos », y precisaba: « Cuando se llega a creer en la potencia del Santo Nombre de Dios y se está dispuesto a repetirlo constantemente, ya no son necesarios discernimiento ni ejercicio de piedad de ningún tipo. Todas las dudas se aclaran, el espíritu se hace puro, Dios mismo es realizado por la potencia de Su santo Nombre ». Hombres de acción, como Vivekânanda y Gandhi, cuya potencia nos parece, a veces, difícil de explicar, le rinden un homenaje piadoso a lo que fue para ellos la repetición del santo Nombre: « La gloria del nombre de Dios, escribió Gandhi, no puede ser probada por el razonamiento ni por el intelecto; sólo se puede tener la experiencia por la veneración y la fe.» Swâmi Brahmânanda escribía: « Los mantras tienen en nuestros días tanto poder como nunca. » Muchos sabios – Swâmi Râmdâs es, en nuestra época, un ejemplo sorprendente – han llegado a los peldaños más altos de la realización espiritual mediante la práctica exclusiva del japa. Poco tiempo antes de la guerra, una gran revista hindú en lengua inglesa, el Kalyana Kalpataru, lanzaba a toda la India un llamado apremiante para repetir el Nombre de Dios, los millones y millardos de veces posibles para descartar la grave amenaza que pesaba sobre el mundo. Además, muchos grandes sabios hindú declaran que el japa constituye la disciplina religiosa y espiritual más adecuada para la época en la cual vivimos. [16]»

 

Los mantras son una realidad. Existen. Son instrumentos de vida interior notables. El Mantra Universal es una realidad superior. Es un regalo para la humanidad. Es una posibilidad. Es una herramienta de transformación personal y colectiva directamente disponible. Es un sol al lado del cual el sol que conocemos parece negro. La práctica de la concentración sobre este apoyo tan simple, accesible a todos, cualquiera que sea la edad, el nivel de instrucción, la categoría social, aporta beneficios inestimables para quien lo experimenta y para su entorno. El sonido OM es Unidad (lo que los chinos llaman el TAO) y por eso contiene los dos polos Yin y Yang de la dualidad. Sirve de puente entre los dos y permite su reequilibrio. Es el Yin supremo y el Yang supremo. Cada quien podrá extraer de él lo que necesita. Su acción es la del eje central del caduceo, este símbolo universal de la curación y de la armonización. Es esa curación, es ese salto evolutivo que necesitamos todos; la introducción del sonido OM en nuestra realidad ordinaria permite esta infusión de la Unidad, no ordinaria, en la dualidad bien limitada y problemática de nuestras vidas.

 

El sonido OM tiene el mismo efecto sobre el ser humano que el beso del Príncipe tiene sobre La Bella Durmiente. Un efecto de despertar, de redención. 

 

El sonido OM es para el ser humano lo que el sol es para la fruta. Es el motor principal de su transformación, de su maduración y de su perfección.

 

Mantra Universal

 

La práctica del Japa del OM

El Mantra Universal está representado por un símbolo  , que corresponde a su escritura en sánscrito. Muchas personas ya vieron este símbolo, sin saber con qué relacionarlo. En esta época en que los tatuajes hacen furor, ocurre que algunas personas se hacen tatuar con este símbolo, porque lo consideran bello, sin saber que se trata del Mantra Universal. La Tradición considera que la palabra escrita, el símbolo también está cargado de una energía particular. Se recomienda entonces tener este símbolo en el oratorio. Facilitará el trabajo interior. 

 

Un mantra, según la Tradición, debe, para ser eficaz, ser depositado por un Maestro en su discípulo, como una semilla en un terreno propicio. La tarea del discípulo es regar, cultivar y hacer crecer esta semilla mediante su práctica cotidiana hasta que se convierta en un árbol inmenso. En estas condiciones, dada la extrema rareza de los auténticos maestros, se estaría en todo el derecho de preocuparse por la transmisión del OM. En realidad, no hay motivo para preocuparse: todos los seres humanos y los reinos de la Naturaleza recibieron esta joya. El OM fue depositado en cada uno, en el corazón y en la cabeza. Ya está en cada ser vivo. Es bueno saberlo. Así cada uno es depositario de un tesoro y puede decidir hacerlo fructificar desde ahora. No es necesario esperar a encontrar un Maestro para comenzar a operar. En todo caso, el hecho de no haberlo conocido conscientemente no es una excusa para dejar para mañana la práctica del japa del OM. A la inversa, toda persona que comience a practicarlo se pondrá progresivamente en estado de encontrar y, sobre todo, de reconocer (lo cual no es fácil) un auténtico Maestro. La repetición del Mantra OM permite el contacto con el Maestro Interior; permite el acceso a los mundos superiores y prepara al discípulo con el contacto eventual con un maestro exterior.

 

[1] ASSAGIOLI Roberto. Psychosynthèse. Principes et techniques. Epi, Paris, 1983, p 62.

[2] Citado por Jean Herbert in HERBERT Jean. Spiritualité hindoue. Albin Michel, coll. Spiritualités vivantes, Paris, 1972, p 132.

[3] PADOUX André. Mantra. Encyclopædia Universalis, CD-ROM, 2002.

[4] HERBERT Jean. Spiritualité hindoue. op. cit., p 452.

[5] BLOFELD John. Les mantras ou la puissance des mots sacrés. Dervy-Livres, Paris, 1985, p 20.

[6] BLOFELD John. Les mantras ou la puissance des mots sacrés. Op. cit., p 36.

[7] MICHON Micheline. L’homme, cet ordinateur inspiré. Synthèse Editions, Paris, 1984.

[8] « El intelecto luciferino ha usurpado el lugar del espíritu creador…» in PERROT Etienne. JUNG (Carl Gustav) 1875-1961. Encyclopædia Universalis, CD-ROM, 2002.

[9] HERBERT Jean. Spiritualité hindoue. Albin Michel, coll. Spiritualités vivantes, Paris, 1972, p 452.

[10] “Om es alfa y omega. Origen sonoro del mundo (verbo creador), om es al mismo tiempo su plenitud esencial: cuando la duración del ciclo cósmico se revolucione, el universo fenomenal se reabsorberá en un « punto de energía sonora », a saber el fonema om, que, por este hecho, merece el nombre del Verbo eterno; en seguida, después de un periodo de equilibrio, otro universo se desplegará a partir del mismo sonido (en sánscrito, nada o sabda), que no es otro que el brahman (lo absoluto, la esencia) mismo. Se sabe, de otra parte, que la salvación individual, según el hinduismo, es la liberación del alma (el atman) de los lazos de la existencia y su retorno a lo absoluto (el brahman) y, por tanto a om. Así, este fonema es verdaderamente « el comienzo y el fin », el punto de origen y el punto de llegada en el cual las almas salvadas realizan su verdadera naturaleza.” VARENNE Jean. OM. Encyclopaedia Universalis. CD-ROM, 2002.

[11] LE SAUX Henri. (Swami Abhishiktananda) Eveil à soi, Eveil à Dieu. Essai sur la prière. O.E.I.L., Coll. Les deux rives, Paris, 1986, p 124.

[12] Inefabilidad: propiedad de lo que no puede estar expresado con palabras.

[13] Récits d’un pèlerin russe. Traduits par Jean Laloy. Points Sagesse Seuil, Paris, 2004. y Petite philocalie de la prière du cœur. Traduite et présentée par Jean Gouillard. Seuil, Coll. Livre de vie, Paris, 1968.

[14] Sufis: místicos musulmanes

[15] VIVEKANANDA Swâmi. Les Yogas pratiques. Albin Michel, coll. Spiritualités vivantes, Paris, 1970, p 460.

[16] HERBERT Jean. Spiritualité hindoue. op. cit., p 456.

Lunes, 10 Abril 2017 23:29

La respiración

La respiración es una función fisiológica fundamental que posee esta propiedad original de ser la única de todo el organismo que es, a la vez, dependiente e independiente de nuestra voluntad, consciente e inconsciente. Yo puedo prestar atención a mi respiración, ser consciente de ella y modificarla a voluntad. Pero si dejo de prestar atención, sigo respirando, un automatismo inconsciente toma el control. Esta posición de puente entre el consciente y el inconsciente es conocida por todos los místicos y es aprovechada por ellos para la exploración y el control del inconsciente, y para establecer un contacto entre los dos. El consciente no puede controlar directamente al inconsciente pero, por el juego de la respiración, lo puede hacer indirectamente. Puede obtener cambios profundos. Por este motivo los yogis y los místicos de todas las tradiciones le prestan tanta atención y es por esto que el término espiritualidad tiene la misma raíz que la palabra respiración.

 

Todos somos sub-respiradores crónicos: nunca, o casi nunca, vaciamos por completo los pulmones. De la misma manera, nunca, o casi nunca, los llenamos completamente, no renovamos el aire de los pulmones. ¿Se acuerda de la última vez que usted hizo conscientemente tres inspiraciones y tres espiraciones completas sucesivas?

 

En medicina, se llama capacidad residual a la diferencia entre el volumen pulmonar total utilizable y el volumen corriente utilizado en nuestras actividades (sedentarias, para la mayoría de nosotros). Si no se le llamó capacidad restante, tal vez fue por insistir sobre los residuos que no pueden faltar y que deberíamos tener cuidado en eliminar periódicamente, prestando atención a nuestra respiración. Los pulmones son, como el hígado, los intestinos, el riñón y la piel, emuntorios, es decir, órganos encargados de eliminar los desechos del organismo. Aunque sólo fuera por cumplir plenamente con esta función de purificación y de dinamización del cuerpo, tendríamos interés en prestar atención a nuestra respiración y a practicar ejercicios de concentración sobre la respiración.

La concentración sobre la respiración es una práctica muy simple pero exigente. Se trata solamente de prestar atención a lo que se está haciendo, de extraerse de las distracciones exteriores para prestar toda la atención a lo que ocurre cuando se respira: el murmullo del aire que penetra a los pulmones, los movimientos de la caja torácica, la sensación de bienestar que acompaña a la oxigenación del cuerpo… Esto puede hacerse sin cambiar necesariamente el ritmo ni siquiera la amplitud. Se debe hacer respetando su propio ritmo, y siempre por la nariz, tanto en la inspiración como en la espiración. Se intentará no hacer ruido al respirar. Se hará un esfuerzo por vigilar la ductilidad de las transiciones entre inspiración y espiración, evitando las sacudidas, sobre todo si también se practican retenciones de aire. Una sesión de respiración no debería durar menos de quince minutos (con reloj en mano).

 

La respiración produce así efectos físicos extremadamente apreciables, en términos de dinamización, de purificación y de pacificación, que justificarían por sí solos una atención particular. A esto se agrega que, como simple soporte de concentración, nos permite acercarnos a nuestro propio Centro, dar un paso hacia nuestro Maestro Interior y contribuye así, de manera agradable, al despertar de la fuerza Yin en nosotros y en nuestro reequilibrio.

 

Sin embargo, siempre hay que cuidarse de los excesos. En esta disciplina del Yoga que se interesa particularmente en la respiración (el Pranayama) existen diferentes modalidades de respiración que generan sus propios efectos, pero que sólo pueden ser llevadas muy lejos bajo la vigilancia de un maestro experimentado. En caso contrario, dada la eficacia de estos métodos, pueden ocurrir accidentes.

 

Otra práctica clásica del Yoga, a veces asociada a los ejercicios de respiración es la concentración sobre la repetición de un mantra.

La concentración implica un soporte de concentración. No es fácil, o más bien, no es posible para la mayoría de nosotros concentrarnos en nada, en el vacío. Esto sería lo que se podría llamar la meditación, pero esta es la etapa siguiente, una vez « llegados » al Centro. La primera etapa es entonces la concentración, y, para practicarla, nos es necesario escoger un soporte. Hay una variedad infinita de soportes de concentración. Todo puede servir de apoyo para nuestra concentración: un centro geográfico al ser, un eje, un punto sobre una pared, una estrella en el cielo, un sonido, un concepto, una sensación. Cada quien, según sus afinidades, puede ser llevado a escoger uno u otro soporte de concentración. Clásicamente, los adeptos al Hatha-yoga colocan toda su atención en las posturas del cuerpo o sobre una parte del cuerpo o sobre la respiración. Estas prácticas son de gran interés en el sentido en que permiten el desarrollo de la concentración sin alejarse de la realidad de la encarnación. Claro está, no todo el mundo se siente atraído por este tipo de práctica, muchos no tienen ni el tiempo ni las condiciones físicas o materiales para emprenderla. Sin embargo, de estas prácticas, hay una que es de gran interés y que está al alcance de la mayoría de nosotros: la atención a la respiración.

Existen los que ya tienen alguna práctica de vida interior y aquellos, la gran mayoría, que no la tienen. Por cierto, existen numerosas formas de práctica de vida interior, de dificultad y de accesibilidad variables. Si se debe producir un cambio de sociedad, si este cambio-metamorfosis se basa en la participación en esta obra de un gran número de personas, es claro que la práctica que debe ser considerada debe responder a cierto número de criterios, simples, para tener posibilidades de ser aceptada y mantenida. Sin querer establecer una jerarquía en estos criterios, se insistirá en los siguientes puntos:

 

1. Se debe tratar de una práctica. Si se está verdaderamente decidido a curarse de la hemiplejía, se debe aplicar el tratamiento apropiado. Ya no estamos en la teoría, es necesario dedicarse a una práctica. Esto supone la introducción en nuestras vidas de una actividad, nueva para muchos, que se agrega a todo lo que ya hacíamos. Se sabe que para muchas personas (pensemos en las madres de familia que trabajan y se encuentran por la noche en la casa con todos los oficios domésticos o en todas esas personas que dedican un tiempo interminable en los transportes…) no es fácil comprometerse con una actividad suplementaria. Pero, para la mayoría, sólo se trata de establecer nuevas prioridades: primero, lo importante, después el resto. Y ahora es importante ejercer una práctica. Uno sabe que está comprometido. Se sabe que esa es una salida. Es necesario dejar de resistir, es necesario comprometerse. Dar un día el primer paso. Y mantenerse, comenzar de nuevo todos los días.

 

Una práctica supone un tiempo y un espacio. Un tiempo que se consagra (el término es muy exacto) a la vida interior. Se trata de determinar un horario, el que le conviene a cada uno, pero el cual debe respetarse. Algunos se sienten más cómodos en la mañana, otros en la tarde. El hecho de fijarse un horario y respetarlo simplifica las cosas con el tiempo.  Al comienzo, de todas maneras es un esfuerzo pero, poco a poco, todo se hace más sencillo y natural. Al final, se toma consciencia de que esta práctica es algo totalmente natural, que su lugar en nuestra vida cotidiana es totalmente legítimo y necesario y que si faltara, se sentiría claramente la ausencia. Me acuerdo de esa empleada doméstica en Madrid que me decía que si, por cualquier razón, no podía practicar un día, era como si no se hubiera lavado los dientes. Le faltaba algo.

 

Si se dispone de un tiempo en el día, también hay que tener un espacio para uno mismo. Un espacio para la vida interior, un templo, un oratorio, un lugar tranquilo, en lo posible lejos de la lavadora o del televisor o de la agitación del mundo. Lo ideal sería una habitación que se pudiera cerrar con llave, con luz, ventilación, silencio y tranquilidad (o si no, tapones en las orejas). Uno podría dejar su cojín o su asiento de meditación con un pequeño altar, una vela, una flor, una varilla de incienso, símbolos o representaciones de lo divino, si se siente la necesidad, y si esto facilita la creación de un ambiente propicio para la vida interior.

 

En una sociedad patriarcal, volcada hacia el exterior, prácticamente nunca se encontrarán estas disposiciones espaciales. El símbolo es fuerte, pero, infortunadamente, el único espacio privado disponible en las viviendas modernas es el baño. La vida interior, en una sociedad patriarcal, en la práctica, ¡está relegada a los baños! En la concepción de las casas y de los apartamentos modernos, los arquitectos siempre « olvidan » algo: un espacio para la vida interior, y se excusan diciendo: « ¿Por qué un espacio para la vida interior si no hay tiempo? » Se habrá comprendido que para el futuro, tendrá que haber tiempo y espacio para esta práctica. Ya es hora de que los arquitectos comprendan esta noción de espacio consagrado. Ya es hora que los que recurren a sus servicios, les soliciten prever este espacio.

 

2. Se debe tratar de una práctica de concentración, como ya lo habíamos dicho. El objetivo es crear las condiciones favorables para un contacto con su propia Esencia, con el núcleo divino en sí, con el Yo Supremo, con el Yo Transpersonal (como lo designan ciertos psicólogos), con el Maestro Interior. Sería bueno que este esfuerzo de concentración se realice sin tensión.

 

3. Un criterio mayor de esta práctica debería ser la simplicidad. Es difícil pensar que debutantes se pongan a practicar técnicas de meditación muy elaboradas o que requieran una preparación física o psíquica prolongada y severa. Por el contrario, la técnica debe ser sencilla, tanto en su práctica como en su conceptualización.

 

4. Ligada a esta simplicidad, la práctica debe ser accesible para todos. Toda persona, de cualquier condición de edad, de salud, de cultura, de religión, de nivel económico, que quiera trabajar en su propia transformación y así hacer parte de quienes trabajan en la solución de los problemas de su país, debe poder acceder y obtener beneficios sustanciales. Un niño pequeño, un anciano, un enfermo, un pobre, un rico, un desempleado, un jefe de empresa, una empleada doméstica deben poder acceder fácilmente y libremente a una práctica simple de vida interior.

 

5. Hay un criterio que tal vez será sorprendente de ver aplicado a técnicas de vida interior, pero que tiene una gran importancia: la eficacia. Ya no se trata, en el mundo en desequilibrio y en peligro que es el nuestro, de lanzarse a cualquier práctica de vida interior, sin estar en medida de esperar una eficacia en el orden de la transformación personal. No es concebible, actualmente, que las personas hagan el esfuerzo de invertir mucho tiempo y energía en prácticas que no han demostrado eficacia. No es tiempo de repetir viejos esquemas que no han probado su eficacia o que, con frecuencia, han demostrado lo contrario. El hecho de que en el proceso del que medita haya paciencia y desprendimiento del fruto de su trabajo, no impide en ningún caso que la práctica se base en técnicas eficaces y probadas.  

6. El criterio siguiente será la novedad. Para muchas personas, entrar en una práctica de vida interior, ya es una gran novedad. Todo un sector de la existencia había permanecido hasta entonces en la sombra, se decide explorarla. Esto ya es un cambio. Pero la apertura al cambio puede ir más lejos. En el contexto judeo-cristiano que es en gran parte el de Colombia, es necesario saber abrirse a otras visiones de la vida interior diferentes a las que propone la cultura dominante, porque si no, claro está, se corre el riesgo de permanecer en las mismas encrucijadas. Los occidentales, por ejemplo, no pueden permanecer sordos a los aportes de Oriente en lo que se refiere a las técnicas de concentración. No estamos en una situación en la cual nos podríamos permitir el « lujo » de no aceptar cualquier aporte o cualquier ayuda. Tomamos de Einstein las siguientes palabras: « ¡Si quieres resultados diferentes, no hagas siempre lo mismo! ».

 

7. Una práctica de vida interior debe ser segura. No solamente no debe poner en peligro al practicante, sino que también debe otorgarle protección. El mundo interior es un juego de fuerzas y de programaciones, un calidoscopio de todos los tipos de influencias, de condicionantes. La práctica busca precisamente apagar todos estos juegos y liberarse de ellos. No se buscará entonces en una técnica que los siga alimentando y que nos ligue con este u otro sistema de fuerza. Nadie necesita hacer pactos (conscientes o inconscientes) para liberarse.

 

8. Se estaría en derecho de esperar también de una técnica de vida interior que obre en el sentido de la unidad, de la unificación (personal, de sí mismo consigo mismo y colectiva, de cada uno con todos) en el sentido de la síntesis y la fusión de todas las fuerzas personales y colectivas. Tenemos que recrear un tejido social, al despertar esta fuerza Yin de conjunción que, por el momento, duerme en cada uno de nosotros. No se trata tampoco de exaltar el particularismo, ni de asegurar la promoción de una técnica que pretendería ser superior a las otras. La técnica superior es la que une a todos los humanos y los hace hermanos, mirando juntos en la misma dirección y obrando juntos por una causa común.

 

9. Otro criterio de gran importancia y que se aproxima al de eficacia, es que la práctica debe permitir un contacto directo con el Maestro Interior. La humanidad ha sufrido mucho y sufre aún demasiado por la existencia de intermediarios entre Dios y los hombres. En este mundo desequilibrado que es el nuestro, estamos permanentemente sometidos al abuso de poder. Se piensa en esos humanos que se dan a la vocación de ayudar a los suyos y que finalmente (y esto no siempre de manera inconsciente) se aprovechan de aquellos a quienes deben servir. Para evitar estas trampas, se debería buscar una práctica que permita pasar por alto a todos los intermediarios, tanto visibles como invisibles. “Dirigirse al Buen Dios en vez de a sus santos” no es una opción, es una necesidad absoluta. Y aquellos que sirven de intermediarios deben recordar permanentemente que los apoyos son obligatoriamente provisionales y están destinados a esfumarse lo más pronto posible.

 

10. Se recordará también que el objetivo de la práctica es el despertar de una fuerza en nosotros, no es la búsqueda de una fuerza suplementaria de tipo mágico, una fuerza orientada hacia la toma de poder sobre los otros, como lo buscan aún algunos magos desinformados, sino el despertar de una fuerza Yin de conjunción, de cohesión, de unificación, de transformación. Se trata claramente de hacer crecer en nosotros una importante fuerza de no violencia, que ejerce una influencia transformadora potente sobre nosotros mismos y sobre el mundo y que constituya una alternativa ineludible al uso excesivo de la fuerza Yang masculina.

 

Todos los criterios que acabamos de enumerar son legítimos. Estamos en todo el derecho de esperar todas estas características de una práctica a la cual decidimos consagrar tiempo y energía. ¿Si esta no reuniera estas condiciones, para qué hacerla? ¿Por qué entregarse a una práctica si esta no es segura o si no es eficaz o, si en vez de liberarme, me enferma? ¿Cómo justificar el esfuerzo si no hay un mínimo de garantías? Los seres humanos han sufrido tantas decepciones por soluciones falsas, propuestas para sus verdaderos problemas mal planteados, que no están listos para lanzarse de nuevo en una aventura sin un mínimo de seguridad y de certeza que, esta vez, las condiciones estarán listas para el éxito y una verdadera liberación.  Es necesario que el juego valga la pena.

 

Inversamente, ¿cómo no lanzarse a la aventura de una práctica de vida interior, si esta responde a todos los criterios que acabamos de enumerar? ¿Cómo permanecer indiferentes a todos los beneficios individuales y colectivos que se pueden obtener? ¿Cómo no aprovechar la oportunidad?

Lunes, 10 Abril 2017 23:27

Una práctica de concentración

Nuestro Maestro Interior, fuente para nosotros de las energías más bellas y abundantes así como de las informaciones más ricas y adecuadas es, por definición, una instancia interior y central. La operación que pone en contacto con esta instancia superior en nosotros sólo puede ser un movimiento hacia el interior. Esto se llama la interiorización o, más precisamente, la concentración. En esta operación se trata de tender hacia el centro, de orientarse, de dirigirse hacia el Centro, buscar el contacto con su propia Esencia, el Maestro Interior. La tradición dice que si damos un paso hacia nuestro Maestro Interior, el da diez hacia nosotros. Y en estas condiciones se establece el contacto. Esto disuelve el maleficio que mantenía dormida a La Bella, ella se despierta y la Bestia se transforma poco a poco en Príncipe Encantado. También está claro que, a la inversa, si no hacemos este movimiento hacia el Centro, si no nos consagramos a una práctica de interiorización, bloqueamos esta posibilidad de contacto y no puede ocurrir nada. « Ayúdate, que Dios te ayudará».

 

En este momento, hay que precisar que, en este trabajo, no es el éxito de la operación el que se busca, sino solamente el esfuerzo hacia el Centro. Lo que conviene hacer, es intentar. Intentar concentrarse, intentar tender hacia el centro, intentar sostener la concentración. Y dedicar un tiempo todos los días a este trabajo interior. Hacer todos los días un paso hacia el Centro es un buen medio para acercarse poco a poco. Un gran viaje sólo es una sucesión de pasos. Se comienza con un primer paso, después un segundo, después un tercero… Así, poco a poco, uno se acerca al Centro de la propia vida.

 

La búsqueda del éxito de la operación es ilusoria. La experiencia muestra que el ensayo ya es un éxito, que el solo hecho de prestarse a este esfuerzo de interiorización ya abrió la vía, que la retribución de este esfuerzo de concentración ya se hace sentir desde el estado de la experimentación.  Víctor Hugo lo sabía: « Dios bendice al hombre, no por haber encontrado, sino por haber buscado ». Entonces, no hay lugar para preocuparse si los resultados parecen ausentes o no corresponden a lo que se esperaba. Por cierto, ¿quién, sobre todo entre los debutantes, podría pretender saber cuáles deberían ser los resultados?

Lunes, 10 Abril 2017 23:22

Introducción - Los métodos

Todos los métodos de tratamiento de una hemiplejía energética Yin tienen como objetivo permitir el contacto de la persona con su propio Maestro Interior y se entiende que sólo este contacto está en posibilidad de despertar en cada uno el enorme potencial de energía Yin de transformación, bloqueado en el fondo de cada uno. El trabajo que nos espera es una práctica de vida interior.

 

En un mundo desequilibrado, fragmentado, es urgente apoyarse de nuevo en el propio Centro. El notable psicólogo italiano Roberto ASSAGIOLI escribía en 1965 [1] : « La introversión es una necesidad para el hombre moderno. Nuestra civilización actual es tan extrovertida que el hombre se encuentra prisionero en una actividad frenética y este remolino puede acabar con él. Actualmente se puede decir que el hombre « normal » vive psicológica y espiritualmente « fuera de sí ». Esta expresión, antes utilizada para los enfermos mentales, ¡es actualmente la más adecuada para definir al hombre moderno! El hombre vive ahora en todas partes, excepto en sí mismo. En realidad, es un excéntrico, es decir que vive alejado de su propio centro interno. (En francés existe otra expresión igualmente adecuada: désaxé que significa descentrado, desequilibrado). Por este motivo, se hace necesario equilibrar la vida exterior con una vida interior aceptable. Debemos « re-entrar en nosotros mismos ». Es indispensable que el individuo renuncie a sus múltiples evasiones y se dedique en cambio a descubrir lo que recientemente se ha llamado « espacio interno ». Hay que reconocer que no vivimos solamente en un mundo exterior, sino que también existen numerosos mundos interiores y es posible –e incluso es un deber- llegar a conocerlos, a explorarlos y a conquistarlos. Es una necesidad, tanto para nuestro equilibrio como para nuestra salud». ¿Si ya escribía esto en 1965, que escribiría hoy?

 

Todos tenemos dos vidas y lo sabemos: una vida exterior y una vida interior. El desequilibrio en el que vivimos hace que, con frecuencia, no se considere anormal no tener un solo minuto para nuestra vida interior. Esta falta de consideración por la vida interior es completamente anormal pero totalmente habitual. Por el contrario, colocar la vida interior en su justo lugar, dedicarle tiempo, es completamente inhabitual pero perfectamente normal.

 

Este capítulo considera, entonces, prácticas de vida interior. Estas se basan en los conceptos de base de interiorización o de concentración. Este capítulo trata sobre prácticas de concentración a las cuales pueden acceder todos aquellos que quieran ser actores del tratamiento. Se distinguen los métodos de trabajo individuales y los métodos colectivos. 

 

[1] ASSAGIOLI Roberto. Psicosintesis: ser transpersonal. Gaia, Madrid, 1996, p 99.

Lunes, 10 Abril 2017 23:16

Las condiciones de la transformación

Cuando se emprende un cambio, cuando uno se lanza a la aventura de una transformación, cuando se desea realizar un proyecto o culminar una misión, en general se sigue un proceso lógico y puede ser interesante presentar las etapas.

 

Al comienzo, hay motivaciones. Sin motivación o motivaciones, no hay impulso hacia nada y no hay cambio. Si no estoy motivado para, por ejemplo, dejar de fumar, con seguridad mi situación va a permanecer igual.

 

Hay lugar para distinguir las motivaciones positivas (¿qué voy a ganar si me lanzo en esta operación?) y las motivaciones negativas (¿Qué voy a evitar si me lanzo en esta operación?). Retomemos el ejemplo del tabaquismo: las motivaciones positivas para escapar de este son que voy a ganar salud, libertad, dinero, respeto, autoestima, etc. Las motivaciones negativas son que voy a evitar enfermedades cardiovasculares (infarto, arteritis…), enfermedades pulmonares (cáncer de los bronquios, bronquitis crónica…), cánceres (bronquios, laringe, vejiga…), voy a evitar perder dinero, voy a evitar presentarme como un antisocial molesto con todo el desprecio que esto comporta e induce, voy a evitar un encerramiento en una práctica sin interés, cómplice de intereses más que dudosos, etc.

 

Todas estas motivaciones empujan al cambio y conducen a la etapa siguiente que es la determinación. La determinación de emprender activamente el trabajo con miras al cambio. Esta determinación a veces toma cierto tiempo en nacer, puede ser cultivada por una toma de consciencia de las motivaciones. Pero cuando aparece, inicia la puesta en práctica del cambio que se caracteriza por esfuerzos y combates. Una determinación que no esté seguida de esfuerzos y de combates no desembocará en nada nuevo.

 

Para que la obra tenga éxito, con frecuencia hay que agregar a esta cadena lógica un elemento suplementario: la ayuda. Los procesos de transformación de los sistemas complejos y particularmente de los seres humanos son tan delicados, tan sutiles y tan variados que, con frecuencia, es necesaria una ayuda para destrabar, para estimular, catalizar el proceso y guiarlo. Esto implica que el que se lanza en este tipo de proceso tenga la capacidad de solicitar y de recibir ayuda.

 

Puesto que estamos en el marco del tratamiento de la hemiplejía energética de Colombia, es bueno retomar y analizar estas diferentes etapas, pero aplicadas a esta operación.

 

1. Las motivaciones

Comenzaremos por las motivaciones negativas. ¿Cuáles son los elementos negativos de la realidad colombiana que quisiéramos evitar? ¿Cuáles son los componentes de la realidad cotidiana que deberíamos transformar? ¿Cuáles son todas esas motivaciones negativas que no nos pueden dejar indiferentes? Son innumerables.

 

Cada quien está solo para responder a estas preguntas. Cada quien, según lo vivido, percibe tal o cual aspecto de esta realidad. Se imagina fácilmente la motivación de los secuestrados y de sus familias. Se ve la motivación de quienes demuestran una gran sensibilidad social y quieren ver desaparecer el hambre en los barrios de invasión, las condiciones de vida insalubres de tanta gente, el desplazamiento de poblaciones tan dramático, la angustia por el futuro, la desigualdad social, la mala repartición de la riqueza, la situación precaria de los jóvenes en un mundo sin verdaderas referencias… La muerte, la violencia, la corrupción, la pobreza, la desigualdad social, el desequilibrio, el futuro incierto, los perjuicios a la Naturaleza, todos estos elementos generadores de sufrimiento, naturales pero sobre todo no naturales, son tantas motivaciones negativas que no nos dejan en paz, que tienen ese mérito de despertarnos y de empujarnos a actuar.

 

Si el esfuerzo que voy a aceptar para que se despierte La Bella en mi país pudiera poner fin al suplicio de los secuestrados y de su familia, entonces no habré perdido mi tiempo. Si la energía que voy a poner en juego a través de mi trabajo va a contribuir, por influencia, a la transformación de los violentos (violencia armada, violencia económica, violencia social…) entonces, estaré orgulloso de mí. Si el trabajo interior que persigo concurre a la disminución del desequilibrio societal que nos conduce a la caída, entonces no habré obrado por nada. Si mi vecino o mis hijos vinieran un día a preguntarme: « ¿Qué has hecho tú, de especial por tu país? ¿Por la humanidad? », yo podría mirarlos fijamente a los ojos.

 

Las motivaciones positivas son también innumerables. Los deseos más frecuentemente expresados son los de paz, justicia social y prosperidad. Sería una motivación imaginar que Colombia lograra reorganizarse. Cuando se busca lograr un objetivo, es bueno intentar visualizar este objetivo ya alcanzado.

 

La imaginación es creadora; es una información asociada a una fuerza, la del deseo. Esta in-formación puesta en marcha, apoyada por una energía, acaba por entrar al sistema y por expresarse en forma de trans-formación. La imaginación puede y debe utilizarse en el buen sentido. Si alguien quiere ir a Pekín, no tiene que pensar sin cesar en Nueva Cork; tiene que verse ya en Pekín. Si alguien quiere la transformación de su país, es necesario que la imagine, es necesario que vea antes lo que quiere obtener, es necesario que tenga en él, muy presentes, todas las informaciones que desea ver concretarse. Así, se puede hacer una lista de lo que uno quisiera que se produjera en su vida o en su país. Esta lista es la de las  motivaciones positivas: libertad para todos los rehenes, desaparición de los enfrentamientos, regreso al hogar de todos los desplazados, condiciones de vida dignas y agradables para todos los ciudadanos, rurales o urbanos, recursos suficientes para todos, respeto entre los ciudadanos a todos los niveles, etc. Cada uno podrá hacer la lista de sus motivaciones positivas. Es bueno consagrar cierto tiempo a este ejercicio de visualización del objetivo perseguido. Este ejercicio no es muy fácil, se hace contra resistencia; la resistencia de las otras informaciones, las que se reciben permanentemente en la vida cotidiana. Pero abre otros horizontes, permite contemplar no solamente el problema, sino la salida del problema, refuerza la determinación de obrar por la curación del país.

 

2. La determinación

 

Cuando nuestras motivaciones son claras, pasamos de manera más o menos consciente a la fase de la determinación. Poco a poco, o de un golpe, aparecen una determinación, una resolución, una firme voluntad de ponerse en marcha, de encontrar y aplicar los medios eficaces para poner fin al desequilibrio. A veces, esta determinación toma la forma de un « dejar de resistir ». Se sabía, y desde hace tiempo, que no se podía permanecer con los brazos cruzados esperando que alguien, un salvador, haga solo el trabajo. Se sabía, pero se resistía, por inercia, por pereza, por conformismo o por confusión. Estos elementos de inercia existen en todos nosotros y no deberíamos subestimar la importancia. Pero se pueden vencer y dar al futuro de nuestros hijos más autoridad que a ellos. 

 

Con mucha frecuencia, lo que refrena la determinación, es la confusión, o la certeza de que el problema está mal planteado y que, por lo tanto, las medidas terapéuticas no son las que convendrían.

Nada se presta en estas condiciones para desplegar un esfuerzo que ya se sabe destinado al fracaso. Pero la determinación aparece con fuerza, y se mantiene, si se comprende de qué está enfermo el país, por qué lo está y si se percibe el sentido de las medidas a tomar para que se cure. Cuando se capta la lógica simple y coherente de un libro como éste, uno siente deseos efectivamente de ponerse en marcha, de participar en esta gran marcha de los ciudadanos determinados a transformar su país y su vida.

 

3. Los esfuerzos y los combates

 

Una transformación se hace siempre contra resistencia. Ningún orden establecido muere por su propia voluntad. Las resistencias al cambio son enormes y múltiples. El esfuerzo que los guerreros tienen que cumplir es desproporcionado. Los de los humanos que quieren hacer parte de la solución deben esperar encontrarse con todo tipo de obstáculos y a tener que desplegar esfuerzos sin medida.

 

En las sociedades pudientes, se hace todo para limitar el esfuerzo al máximo y para sacar el mayor tiempo posible para el tiempo libre. En Colombia, una gran parte de la población hace esfuerzos inmensos para asegurar su simple supervivencia diaria. Los recicladores de papeles, de cartones y otros materiales que vemos todas las noches en nuestras calles, son un ejemplo vivo y cotidiano del esfuerzo sostenido. Esas empleadas domésticas que efectúan tres horas o más de transporte para llegar a su sitio de trabajo pero que, además, estudian en la universidad después del horario laboral también son un modelo de valentía y de combatividad. El esfuerzo que se debe proporcionar para obtener una transformación personal y colectiva es de este orden. Se trata, para una sociedad, de sustraerse de una condición difícil. Esto supone un movimiento de salida por encima, una ascensión y, por lo tanto, un esfuerzo muy particular, intenso y sostenido. Hay que esperar que la parte de la población que resolvió sus problemas de subsistencia y que dispone de cierta disponibilidad de tiempo y espacio, sepa utilizar sus fuerzas para ponerlas al servicio de la colectividad de manera intensa y prolongada. Una sociedad que desea su transformación debe llegar a pensar que el esfuerzo inmenso es algo banal, completamente normal y natural. Y que el rechazo del esfuerzo y del combate, incluso el más pequeño, es lo peor que puede suceder.

 

El esfuerzo más difícil parece ser el cuestionamiento de sí mismo, de su propia personalidad con sus sistemas, sus visiones del mundo, sus limitaciones, etc. El ego es tenaz e incluso cuando la vida lo pone en presencia de sus límites y sus errores, no acepta espontáneamente su cuestionamiento. El otro esfuerzo es el que consiste en entregarse a una disciplina con regularidad, paciencia y constancia. Para mover la situación de Colombia se necesitará la conjunción de muchos esfuerzos individuales.

 

Una transformación personal implica también numerosos combates. Combates interiores y solamente interiores. Combates contra la inercia, contra la pereza, contra el cansancio, contra la duda, contra el conformismo, contra las presiones de todo orden, contra sus propias programaciones, contra los miedos. Una transformación colectiva es el fruto de la acumulación de todos los combates individuales. No implica jamás un combate exterior. El combate más duro de aprender es aceptar y comprender que lo que uno ve en el otro esta igualmente en uno. Y que lo que uno quisiera que el otro cambie, hay que cambiarlo en uno mismo. Este es el sentido de la parábola tan pertinente de “la paja y la viga”[1]. La paja que uno ve en el ojo ajeno mientras que no ve la viga en el propio ojo. Y tampoco la mira. El combate verdadero consiste en cambiar en sí mismo lo que nos disgusta en el otro. Hay técnicas para esto; vamos a considerarlas. El combate verdadero, en un país violento, es volverse pacífico y apacible, incluso en lo más profundo de su propio inconsciente. El combate es aplicar con regularidad y asiduamente las técnicas que conducen a esta paz, a este más allá de cualquier conflicto, a esta unidad interior.

 

4. La ayuda

 

Una transformación personal o colectiva implica ayuda. Las posibilidades de perderse en el camino son muy numerosas. El riesgo de ilusión es permanente. La imagen del laberinto es totalmente pertinente cuando se trata de describir el camino hacia la realización de la paz y de la unidad interior. La situación actual de Colombia corresponde exactamente a la del héroe que debe encontrar la salida de un laberinto, pero que aún no la ha encontrado y que no hace lo que se necesitaría para resolver el enigma.  El recurso a las armas, por ejemplo, es un intento por salir a la fuerza (Yang) del laberinto. Una tentativa irrisoria, pretenciosa y nefasta. Nunca se sale por la fuerza del laberinto. Las reglas son otras. Hay que conocerlas y respetarlas. Un individuo que quiere realizarse, realizar la totalidad de lo que es, que quiere alcanzar sus cimas, su unidad, su Esencia, debe saber solicitar y recibir ayuda de parte de un guía competente y autorizado. Debe colocarse en la actitud del discípulo que, humildemente, delega una parte de su « soberanía » para recibir de su guía las energías y las informaciones que le permitirán avanzar y orientarse hacia la salida. Un verdadero discípulo deposita más confianza en su maestro que en sí mismo.

 

Una sociedad que quiere salir de la prisión de pobreza, de violencia y de corrupción en la que se debate, también debe saber solicitar y recibir ayuda. La actitud normal de una sociedad que quiere su transformación y, por lo tanto, la de sus miembros, debería ser, por lo menos, a imagen del buen discípulo, la de humildad y escucha. Aquí hay un problema: esta actitud es poco frecuente. El ego, tanto individual como colectivo, rechaza generalmente esta apertura humilde y, aún más, cuando este ego es el de un sistema patriarcal. En general, no se le puede enseñar nada a un « patriarca », el ya sabe todo. Es un « elegido », su nivel de apertura es muy bajo y su orgullo está en el máximo. No sirve de nada mostrarle que sus resultados en términos de organización social, de armonía colectiva, de paz y de fraternidad lo contradicen en todo; ni siquiera estos argumentos lo hacen tambalear ni lo conducen a la humildad. Los ejemplos abundan. Una sociedad que quiere su transformación debe contar con un número suficiente de miembros que posean las cualidades del buen discípulo. 

 

La ayuda que recibe una sociedad que quiere su transformación se manifiesta de varias formas. Pero, volveremos siempre a dos elementos que ya nos son familiares: energías e informaciones. Energías para un dinamismo nuevo que nos permita desbloquear el movimiento, iniciar y perpetuar el cambio. Informaciones para orientar y organizar la transformación. Existen personas que tienen las aptitudes para catalizar esta transformación y que pueden ayudar « desde el exterior ». Pero la mayor parte de la ayuda proviene del interior. En la medida en que una sociedad logra despertar su energía Yin, cataliza en ella la organización de tipo Yin, es decir, la auto-organización. Permite la emergencia de una organización natural, espontánea, « mágica ». Esta forma de organización optimiza la ayuda, la hace aparecer en el momento y en el sitio indicado. Cuando una transformación está bien iniciada, bien conducida, cuando es sostenida por el trabajo adecuado, siempre aparecen soluciones, oportunidades y posibilidades a medida que progresa. Soluciones que somos absolutamente incapaces de imaginar se presentarán en el momento oportuno. Así, entre más Colombia despierte su Yin, más le aparecerá ayuda y más dispuesta estará para recibirla. Así se involucrará más en un círculo virtuoso.

 

[1] Lucas 6, 41

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