Conclusión

El sueño de La Bella es provocado. No es natural, es anormal, patológico. El agente que lo indujo es discreto, difícilmente discernible, particularmente tenaz y nefasto, del género virus. Se puede deducir de estos datos simbólicos, y particularmente de su similitud y de su conjunción, que la penuria de Yin tampoco es « normal », que no corresponde al destino normal del ser humano, que está entrabado por la intervención de un elemento nefasto, por una maldición. En términos informáticos se diría: por un virus. Se puede sacar de estas informaciones que, en estas condiciones, La Bella no se va a despertar de manera espontánea. Pero tampoco con medidas ordinarias, digamos, con buenas palabras o enervamiento, cólera o tristeza; esta manera de hacer es insuficiente. Tampoco son votos piadosos los que van a despertar el Yin de la sociedad. Se comprenderá que se deben considerar métodos y técnicas mucho más eficaces y mucho más profundos. Los veremos en el capítulo siguiente. 

 

La pregunta que todo el mundo se hace en este estado de la argumentación es: « ¿De dónde viene esta maldición? ¿Quién pudo crear esta situación en la humanidad, y por consiguiente, en Colombia?» Es difícil responder a estas preguntas. Hay algunas pistas que se pueden explorar para responderlas. Pero en realidad, es totalmente secundario tener la solución a estos interrogantes. Esto no es lo que cuenta. Intentar responder a estas preguntas nos desvía de lo esencial. De todas maneras, para tener consciencia de las causas y las consecuencias de una situación o de un problema, es necesario primero salir de ella o él, es necesario haber dejado de ser la víctima. El hecho importante no es de dónde viene la maldición, sino simplemente que sea nada menos que una maldición la que origine el sueño de La Bella. Uno no despierta a una Bella que duerme un sueño provocado por maldición como se despertaría a una que durmiera un sueño natural. Las medidas a tomar son muy diferentes. Esto es lo que determina la especificidad y la exigencia del tratamiento de esta hemiplejía energética Yin que vamos a considerar en el siguiente capítulo. Esto también determina que, como hasta ahora no se habían establecido el diagnóstico ni la etiología de la enfermedad, todas las medidas tendientes a aportar el remedio para este país enfermo sólo podían ser inadecuadas e ineficaces.

 

Las pocas informaciones que tenemos sobre la etiología de la hemiplejía energética que sufre Colombia son de orden simbólico. Algunos, por esta razón, tendrán la tendencia a no querer tomarlas en consideración, a querer detener aquí la lectura de este texto, al pensar que nos perdimos en un tipo de delirio o de inconsistencia. Los comprendemos. Sin embargo, en la medida en que no disponemos de otras informaciones para explicar la génesis de esta penuria de Yin en nosotros y en nuestra sociedad (en este caso el pensamiento racional no sirve de ayuda), en la medida en que es totalmente normal, pero simplemente no es habitual, recurrir al pensamiento simbólico, en la medida en que el funcionamiento normal del pensamiento supone el equilibrio de los dos pensamientos y la naveta lógica/analógica[1], en la medida en que el futuro de nuestros hijos está en juego y, en fin, en la medida en que no efectuaremos nunca un cambio-metamorfosis si permanecemos en los mismos esquemas de siempre, esta manera de ver conserva toda su pertinencia y no puede, entonces, ser evacuada con un revés de mano y, por el contrario, se revela apta para servir de base a la concepción del tratamiento. « Si quieres ir a un sitio que no conoces, debes tomar un camino que no conoces » (San Juan de la Cruz).

[1] « La verdadera racionalidad no reprime la analogía, se nutre de ella y la controla. Puede haber desarreglos de la lanzadera analógica-lógica; el exceso analógico y la atrofia lógica conducen al delirio; pero la hipertrofia lógica y la atrofia analógica conducen a la esterilidad del pensamiento. » MORIN Edgar. La Méthode, T3: la connaissance de la connaissance. Paris, Points Seuil, 1986, p 143.

« De todas formas, y sobre todo hoy en día, la higiene de nuestros espíritus y de nuestras sociedades requiere, no solamente la legitimidad del uso de la metáfora en el lenguaje cotidiano, sino también el pleno reconocimiento de la esfera poética donde las analogías viven en libertad. A diferencia del sueño y del fantasma que se encierran en el universo imaginario, la lanzadera analógico-poética hace comunicar el universo real y el universo imaginario y los siembra mutuamente.» MORIN Edgar. La Méthode, T3: la connaissance de la connaissance. Op. Cit., p 141.