El cambio

Todos los seres humanos dicen querer un cambio. Todos dicen querer obtener uno o varios cambios. Pero, como lo decíamos atrás, la confusión es una tendencia recurrente en todas las actividades humanas. Y esta confusión, como lo vamos a ver, también se aplica al término mismo de « cambio ».

Se puede señalar el hecho sorprendente de que, sobre palabras tan llenas de sentido, tan fundamentales para el ser humano como las palabras “espíritu”, “alma”, “inteligencia”, “intelecto”, “entendimiento”, “razón” y tantas otras, no hay consenso en cuanto a su definición entre quienes las utilizan. Estas palabras son ampliamente utilizadas por todo el mundo, hacen parte tanto del lenguaje común como del lenguaje especializado. Se podría creer que existe un acuerdo tácito sobre el sentido de estas palabras y que quienes emplean estos términos están hablando de la misma cosa; pero no es así. Es más, los filósofos, los pensadores y los místicos de todos los tiempos con frecuencia han utilizado un término en vez de otro; los unos, por ejemplo, designan como alma lo que otros definen como espíritu, y viceversa. Sobre palabras tan cargadas de sentido, la puerta está totalmente abierta para la confusión y la equivocación. Se conoce la historia bíblica de la Torre de Babel, equivalente para las lenguas de la difracción de la luz blanca en una infinidad de colores y de matices de colores. Se tiene la impresión de encontrarse ante un fenómeno del mismo tipo cuando se trata para el ser humano de conocerse a sí mismo. Por lo tanto, no es de extrañar que una palabra tan simple como la palabra « cambio » también sea motivo de confusión y de malentendido.

 

De facto, s e pueden distinguir dos tipos de cambio[1] : el cambio 1, por ejemplo, consiste en desplazar los muebles en la cárcel y el cambio 2, consiste en salir de la prisión. Uno de los ejemplos es citado por Watzlawick y col.[2]: « Victima de una pesadilla, el soñador tiene la posibilidad de hacer varias cosas en sueños: correr, esconderse, combatir, gritar, saltar desde un acantilado, etc., pero ningún cambio derivado de alguna de estas acciones podrá poner fin a la pesadilla (cambio 1.) La única posibilidad para salir de un sueño conlleva un cambio que va desde el sueño hasta el estado de vigilia. Es evidente que el estado de vigilia ya no hace parte del sueño, pero representa un cambio completo (cambio 2) »

 

El cambio 1 consiste en hacer « más de lo mismo », en cambiar un elemento por otro, permaneciendo en el sistema (hace frío, me cubro; hace más frío, me cubro más). En un cambio de tipo uno, con frecuencia la « solución » se convierte en un problema, como, por ejemplo, la prohibición de la droga (se drogan, yo reprimo; se drogan de manera espantosa, yo reprimo de manera espantosa). En medicina, los tratamientos sintomáticos son cambios1. Con frecuencia son de eficacia muy limitada porque no se ataca la causa del mal y, a menudo, se generan efectos secundarios nefastos y, por tanto, riesgos o accidentes. En sociología, « es entristecedor ver la larga lista, en el curso de la historia, de revoluciones que sólo han logrado, a fin de cuentas, agravar las condiciones que querían eliminar…[3] » Así, « un sistema que pasa por todos sus cambios internos posibles (cualquiera que sea su número) sin efectuar ningún cambio sistémico, es decir un cambio 2, se describe como prisionero de un juego sin fin. No puede engendrar a partir del interior las condiciones de su propio cambio; no puede producir las reglas que permitirían cambiar sus reglas. [4]» El cambio 1 consiste en desplazar, rechazar o esconder un objeto, un dato o una fuerza. Y se sabe que lo que se desplaza reaparece un día u otro, que lo que se rechaza resurge sin cesar, más fuerte y menos administrable.  Para evitar confusiones, se podría llamar al cambio 1 « cambio–desplazamiento ».

Por lo tanto, el cambio 2 es el que nos interesa aquí, el que se necesita. Se trata para la humanidad de salir de una prisión, es decir de una situación cada vez más insostenible, de una serie de círculos más viciosos los unos que los otros en los cuales la humanida se hunde progresivamente. El cambio 2 es la salida de un sistema, siempre toma la forma de una discontinuidad o de un salto lógico. « Mientras que el cambio 1 siempre parece reposar en el buen sentido, el cambio 2 parece extraño, inesperado, contrario al buen sentido: existe un elemento enigmático y paradójico en el proceso de cambio… Coloca la situación en un nuevo marco »[5]. Sus manifestaciones son paradójicas y aparentemente ilógicas porque, para que se produzca, se necesita que una realidad, digamos no ordinaria, irrumpa en la realidad ordinaria (yo quiero salir del agua, apoyarme en el agua no me sirve de nada; pero llega un barco) y la desestabilice para permitir la emergencia de una solución. Es lo que hace el judoka cuando introduce un dato nuevo en el combate: deja de resistir y su adversario cae, arrastrado por su propio impulso. Si se trata de una prisión, el elemento paradójico, en este caso, es la llave. Sólo la llave, elemento no ordinario del sistema, permite salir. Una oruga no puede imaginarse que algún día volará. Hasta tanto no haya efectuado su metamorfosis, no sabe lo que es un cambio 2. Al convertirse en mariposa, sale del sistema-oruga y se prepara para entrar en el sistema-mariposa, pasando por el sistema-crisálida. Vive un cambio 2, una metamorfosis, una transmutación, una transformación. Llamemos este cambio 2 el « cambio-metamorfosis ».

 

Para la humanidad debe producirse un cambio-metamorfosis, un verdadero cambio. Este se reconocerá por su carácter enigmático y paradójico. Confundir los dos tipos de cambio es un error metodológico, que expone al riesgo de que toda la buena voluntad de la sociedad y todos estos esfuerzos, una vez más, se agoten en la obtención de un cambio-desplazamiento inútil, es decir de un círculo vicioso.

 

Se sabe ahora que el cambio es uno de estos términos que requiere definición clara antes de utilizarlo. Ahora se sabe que, cuando un candidato a la Presidencia de la República, o un guerrillero, o un marido veleidoso nos prometan el cambio, no se deberá olvidar preguntarles, en esta vez, a qué tipo de cambio se refieren.

 

¿Los seres humanos van a hacer solamente lo que hacen desde hace tiempo, cada uno a su nivel, con eventualmente “más pero de lo mismo”, y así realizar solamente un cambio que en realidad no lo es y seguir dando vueltas en su prisión de confusión, de violencia y de miseria, como ocurre en su cotidianidad? ¿O realmente van a salir de ella, individual y/o colectivamente, con la ayuda de las medidas necesarias? ¿Realmente desean un cambio-metamorfosis en lo más profundo de ellos mismos? ¿Los humanos pueden efectuar un cambio-metamorfosis? ¿Los humanos están listos y decididos a buscar, encontrar y utilizar medios nuevos, inesperados y paradójicos para sacudir, socavar y, finalmente, romper el marco social patológico en el cual sufren?

 

El futuro nos responderá.

[1] WATZLAWICK Paul, WEAKLAND John, FISCH Richard. Changements. Paradoxes et psychothérapies. Points Seuil, Paris, 1975, 191 p.

[2] Ibid., p.29.

[3] Ibid., p.40.

[4] Ibid., p.40.

[5] Ibid., p.103.