Una práctica de concentración

Nuestro Maestro Interior, fuente para nosotros de las energías más bellas y abundantes así como de las informaciones más ricas y adecuadas es, por definición, una instancia interior y central. La operación que pone en contacto con esta instancia superior en nosotros sólo puede ser un movimiento hacia el interior. Esto se llama la interiorización o, más precisamente, la concentración. En esta operación se trata de tender hacia el centro, de orientarse, de dirigirse hacia el Centro, buscar el contacto con su propia Esencia, el Maestro Interior. La tradición dice que si damos un paso hacia nuestro Maestro Interior, el da diez hacia nosotros. Y en estas condiciones se establece el contacto. Esto disuelve el maleficio que mantenía dormida a La Bella, ella se despierta y la Bestia se transforma poco a poco en Príncipe Encantado. También está claro que, a la inversa, si no hacemos este movimiento hacia el Centro, si no nos consagramos a una práctica de interiorización, bloqueamos esta posibilidad de contacto y no puede ocurrir nada. « Ayúdate, que Dios te ayudará».

 

En este momento, hay que precisar que, en este trabajo, no es el éxito de la operación el que se busca, sino solamente el esfuerzo hacia el Centro. Lo que conviene hacer, es intentar. Intentar concentrarse, intentar tender hacia el centro, intentar sostener la concentración. Y dedicar un tiempo todos los días a este trabajo interior. Hacer todos los días un paso hacia el Centro es un buen medio para acercarse poco a poco. Un gran viaje sólo es una sucesión de pasos. Se comienza con un primer paso, después un segundo, después un tercero… Así, poco a poco, uno se acerca al Centro de la propia vida.

 

La búsqueda del éxito de la operación es ilusoria. La experiencia muestra que el ensayo ya es un éxito, que el solo hecho de prestarse a este esfuerzo de interiorización ya abrió la vía, que la retribución de este esfuerzo de concentración ya se hace sentir desde el estado de la experimentación.  Víctor Hugo lo sabía: « Dios bendice al hombre, no por haber encontrado, sino por haber buscado ». Entonces, no hay lugar para preocuparse si los resultados parecen ausentes o no corresponden a lo que se esperaba. Por cierto, ¿quién, sobre todo entre los debutantes, podría pretender saber cuáles deberían ser los resultados?