El tratamiento de una colectividad

El plano de este libro está calcado sobre el proceso médico. Seguimos las etapas clásicas, como debe ser. A lo largo de este texto, nos hemos referido a Colombia como un ser vivo, que tiene su comportamiento, su organización, sus hábitos y también puede estar enferma. Estamos ahora en la etapa del tratamiento. Puesto que Colombia no es un individuo sino un sistema vivo, la pregunta que se plantea es saber si el plano adoptado hasta el momento sigue siendo válido, si se puede tratar una colectividad como se trata un individuo.

 

Algunos dicen que si una sociedad está enferma, el tratamiento sólo puede ser político. R Salamanca dice: «…el tratamiento de una patología nacional no puede ser psiquiátrico, sino político. Según las palabras del Comisionado para la Paz, « es un problema de clínica del afuera, que debe ser tratado con métodos políticos pero con una prudencia de terapeuta. » [1]» ¿Qué es un tratamiento político de una patología nacional? Un tratamiento político significaría que el problema esté bien planteado por los políticos, es decir, que el diagnóstico de la enfermedad haya sido establecido no por psiquiatras, como dice Salamanca, sino por políticos que hayan determinado exactamente la etiología, que conozcan los métodos terapéuticos y que el país sea susceptible de sanar solamente con estas medidas políticas[2]. En realidad, una patología nacional implica a toda la Nación y la determinación de su diagnóstico, de su etiología y de su tratamiento no podría reposar sólo en los políticos. Hay responsabilidades, en el seno de una sociedad, que no se pueden delegar en nadie. Esta visión de las cosas conduciría a delegar la curación de una colectividad a personas que, con frecuencia, tienen otras preocupaciones en la cabeza y que, de todas formas, cometen los mismos errores de metodología que todo el mundo.

 

Es mejor hacerse a la idea de que una sociedad está compuesta por asociados y que en la medida en que un número suficiente de sus asociados se transforma, la sociedad se transforma. Cada asociado toma en sus manos la transformación de su sociedad al aceptar transformase a sí mismo. Para los puristas, se debe agregar que una sociedad, como todo sistema complejo, no está compuesta sólo por sus asociados, las partes. El todo es, al mismo tiempo, más que la suma de sus partes. Posee otra cosa: una organización, una unidad global, cualidades y propiedades nuevas emergentes[3]. Pero, en lo que a nosotros se refiere, no nos detendremos en estas consideraciones que nos serán de gran utilidad práctica.

 

Como una sociedad sólo está compuesta por asociados, no puede haber transformación colectiva, curación colectiva sin transformación y curación individuales de todos los miembros de la sociedad que quieran prestarse a ello. Y si un nombre suficiente de actores entra al juego, entonces sí, la transformación del conjunto es posible. No solamente es posible, sino más exactamente, es imposible que no se produzca. Y esto, muchas personas lo saben perfectamente.

 

Además, esta sociedad, para reorganizarse, debe recibir energías e informaciones, debe encontrar un dinamismo nuevo, una fuerza nueva, una luz nueva. Pero para que una energía se manifieste, para que una información sea útil, es necesario, en este mundo, en este planeta, en este país y en todas partes, que encuentren un receptor porque requieren un soporte. Así como un soporte sin energía y sin informaciones no tiene ninguna utilidad, una energía y una información sin soporte tampoco la tendrán.

 

No existen a priori otros receptores para esta fuerza y esta luz que los miembros mismos de esta sociedad. A ellos les corresponde naturalmente cumplir con este papel de receptores, de receptáculos, de soportes para estas energías y estas informaciones. Si no están dispuestos a hacerlo, es evidente que nada ni nadie lo harán en su lugar y la fuerza seguirá siendo virtual. Si los colombianos no están dispuestos a recibir energías e informaciones nuevas para la reorganización de su país, no deben esperar que los australianos u otros lo hagan por ellos. En el mismo orden de ideas, tampoco hay lugar para esperar que otros hayan comenzado a hacer el trabajo para comenzar uno mismo.

 

De otra parte, si el objetivo del tratamiento es el despertar de la energía Yin en la colectividad, esta energía Yin colectiva es la resultante de la alianza de todas las energías Yin individuales. Estas sólo renacerán con la unión de los seres humanos, si ellos se dedican a esta tarea. El proverbio: « La unión hace la fuerza » vale tanto para la fuerza Yin como para la fuerza Yang, con el matiz de que la característica principal de la fuerza Yin es la conjunción. La fuerza Yin hace la unión, la unión hace la fuerza Yin.

 

El hecho de que el sueño de La Bella sea debido a un “maleficio” permite pensar que el beso del Príncipe, el antídoto, deberá alcanzar un nivel de potencia suficiente para ser eficaz. Esta potencia sólo podrá ser alcanzada si cierto número de actores entran en juego y si despliegan una fuerza colectiva de una naturaleza, una calidad y una cantidad adecuadas y esto, todo el tiempo que sea necesario. El beso del Príncipe debe estar suficientemente apoyado y prolongado.

 

El resultado que debe ser obtenido es una transformación de Colombia, una transformación de sus comportamientos, un cambio en su organización, una reorganización, a través del despertar de una fuerza nueva para ella. Un adagio bien conocido de los místicos dice: « Todo justo que se libera favorece la liberación de mil justos ». La transformación de Colombia depende de la transformación de los colombianos que quieran hacer parte de la solución, que acepten ser responsables de su país; es de esperar que haya suficientes « justos » para cumplir con la tarea.

 

Se trata de transformar la relación de fuerzas entre fuerzas de desorganización y fuerzas de reorganización. Conviene debilitar las primeras que, por el momento, predominan y para esto existen técnicas. De la misma manera, es necesario reforzar las segundas, las fuerzas de reorganización. Para esto también existen métodos.

 

El tratamiento de la hemiplejía de la cual sufre esta colectividad, Colombia, es totalmente pensable. Supone actores, los colombianos. También supone métodos. Pero antes de considerar unos y otros, sería interesante eliminar una ambigüedad: el despertar del Yin no perjudica el Yang.

 

[1] SALAMANCA R. Rafael H. ¿Psiquiatra o político? El Espectador, Bogotá, semana del 12 a 18 de junio de 2005, p 6A.  Título del artículo: “El Comisionado de Paz según sus colegas. “Nuestro país psicótico lo necesita”. “El Comisionado para la Paz es, en este momento y desde 2002, el psiquiatra Luis Carlos Restrepo.

[2] Puede parecer sorprendente que si los médicos hablan de patología nacional, dejen sólo a los políticos el cuidado de determinar el diagnóstico, la etiología y la terapéutica cuando estos procesos son el propio del método médico.

[3] MORIN Edgar. La méthode, T 1, La Nature de la Nature. Points Seuil, Paris, 1977, p 106.