Las dificultades relacionadas con la práctica

El Plan Matriota se basa en una práctica. En cuanto a esta práctica, se pueden esperar dificultades en numerosos casos de figura, pero esencialmente en dos situaciones muy diferentes: el caso de las personas que no tienen aún práctica de vida interior y el de las personas que ya tienen una.

A. Las personas que aún no tienen práctica de vida interior

 

Ciertas almas van a lo absoluto como el agua va al mar.

Henry de Montherlant

 

El dedo de Dios apunta hacia nosotros. No le demos la espalda cuando nos está pidiendo un rostro.

Luís Enrique Mejia

 

Una persona que adhiera a la tesis defendida en este libro y que busque contribuir a este esfuerzo colectivo se verá confrontada obligatoriamente con algunas dificultades.

 

La experiencia de la medicina o la de la psicología, así como la simple experiencia de todos los días muestran que en los seres humanos hay una variedad infinita de personalidades, cada una con sus riquezas y sus limitaciones. Cada persona posee disposiciones para determinadas cosas. Las aptitudes de cada uno varían considerablemente según los casos. La aptitud a la vida interior, la percepción de su importancia, el llamado y la escucha de la « vocecilla » están repartidos muy desigualmente. Hay personas que tienen una sed intensa de contacto con su propia Esencia, son místicos de nacimiento y no hay necesidad de estimularlas, de empujarlas: se ponen en marcha inmediatamente cuando encuentran su camino, cuando sienten que están sobre la pista correcta y no se rinden más. Para otras personas la vida interior es más lejana, para otras no tiene sentido.

 

Es probable que muchos jóvenes (y sin duda también menos jóvenes) que se cuestionan sobre el sentido de la existencia, que se inquietan por su porvenir en este mundo con el futuro comprometido, que buscan un camino seguro y eficaz, que quieren servir a la humanidad, que vinieron (a la Tierra) para esto, estarán muy interesados en las prácticas mencionadas en estos  capítulos, comenzarán a dedicarse sin tardanza, se instalarán de la manera más natural posible y no tardarán en obtener los primeros beneficios.

 

Para otros, las cosas no van a ser tan sencillas. Para ciertas personas es muy difícil. La inercia de su personalidad y, particularmente, la de su inconsciente las frenan. Los obstáculos toman la forma de la pereza, del rechazo al esfuerzo y al combate, o también la del miedo, miedo a lo desconocido, miedo a las consecuencias, miedo al qué dirán y a la sanción social, miedo a perder cualquier cosa, o bien es el despertador que no suena o bien siempre hay alguien que llega o que llama por teléfono cuando se va a iniciar la práctica… En estos casos hay que tener en cuenta estas dificultades, saber que es normal encontrar estas resistencias, reflexionar regularmente sobre sus motivaciones y reavivar su determinación. Hay que comenzar lentamente: sólo se dedicarán a esta práctica diez minutos, pero insistiendo y aumentando la duración progresivamente y con medida. Ningún esfuerzo es inútil. El esfuerzo enorme que hará una persona debutante para realizar diez minutos de concentración tiene tanto valor como el trabajo de cuarenta minutos de una persona entrenada. La participación en un grupo de meditación, si es posible, si existe un lugar o un grupo dedicado a ella, es de gran utilidad y sostiene el esfuerzo personal. Frecuentar personas con las mismas afinidades y preocupaciones permite obtener grandes beneficios. Las lecturas bien orientadas también son un aporte interesante (sin olvidar que el porvenir no está en los libros sino concretamente en una práctica de contacto con el Maestro Interior).

 

B. Las personas que ya se dedican a una actividad de vida interior

 

Sólo hay una cosa más peligrosa que encontrar al Cristo y es dejarlo pasar.

Luis Enrique Mejia

 

Para aquellos de nosotros que somos cristianos, una voz familiar nos repite desde el alba hasta el crepúsculo: « No se las den de listos.»

Emmanuel Mounier

A priori, si el Plan Matriota se apoya sobre la fuerza de la vida interior, no debería haber dificultades ni obstáculos para aquellos que ya se dedican a esta vida interior. Pero esta es una visión un poco ingenua de la situación. De hecho, el Plan Matriota se apoya sobre la fuerza del Mantra Universal. Y se puede estar más o menos seguro de que si un cristiano repite sus oraciones, no necesariamente va a sentir la necesidad de agregar la práctica del japa del OM. Lo mismo puede ocurrir con un judío o un musulmán. Tal vez, un budista o un hindú lo pueden comprender más fácilmente. En efecto, el practicante celoso de los ritos y rezos de su propio culto no tiene razón, a priori, para cambiar, modificar su práctica, porque le conviene y, sin duda, le ha dado satisfacción. En todos estos casos, la práctica de la repetición del OM parece superflua, secundaria, incluso inútil. Por esto no se hace.

 

Lo que está en juego en el Plan Matriota es el despertar de La Bella. Si las personas que ya tienen una práctica de vida interior estiman que ésta les permite recobrar su equilibrio energético y su plenitud, les ofrece una herramienta eficaz de comprensión del mundo pero, sobre todo de transformación, eso está bien. Pero si, después de un examen concienzudo, parece que sobre ciertos puntos la práctica no ofrece todas las garantías deseables y no da los resultados esperados en términos de transformación y de crecimiento personal o colectivo, entonces puede ser sano considerar el aporte de otra práctica, la del Japa de OM que la reforzaría, la dinamizaría y la unificaría. Esta práctica hace todo más claro, más simple y más luminoso. El psicoanalista verá el psicoanálisis desde más arriba, el médico comprenderá mejor lo que esperan sus pacientes, el panadero hará un pan más sano y más atrayente, el mecánico encontrará más rápido el daño, el ama de casa impondrá la armonía, la seguridad y la alegría en su hogar. La práctica del Japa del OM no es antagonista de nada y, en particular, de ninguna creencia, de ninguna religión. Ella es la Esencia y sólo puede avivarlas, dinamizarlas e iluminarlas.

 

Para un individuo, el cuestionar sus creencias, su confesión, sus hábitos o sus puntos de vista es, claro está, una revolución, pero no es una blasfemia y, además, es la condición de un cambio-metamorfosis. Y esto nunca es fácil. Si no es fácil para el Plomo desintegrarse en Materia Prima, lo es aún menos para la Plata. Si no es fácil para un pobre perder lo poco que tiene, es aún más difícil para un rico perder toda su « riqueza » y ofrecerla a su transformación. « A ver si logramos la claridad que nos permita desorganizar lo que no ha dado resultado para poder organizar algo que resulte »[1] De una parte, las posiciones tradicionalistas se oponen a cualquier cambio y, de otra parte, la vida no soporta aquello que se inmoviliza. Es necesario, entonces, encontrar un compromiso pues se necesita un cambio: este compromiso, es vivir al « borde del caos »[2]. Dejar una puerta abierta a la novedad, a la vida nueva. Dejarse guiar, a pesar del miedo, a pesar de los hábitos. Aceptar perder lo viejo para hacer renacer lo nuevo. De todas maneras, « Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre al reino de Dios ». Por « rico », se puede entender cualquier persona (o sistema, como una religión) que está muy apegada a las representaciones que se hace del mundo, a las visiones que tiene de la realidad. Las luces falsas impiden ver la Verdadera, interfieren con nuestra percepción de lo Esencial. Así como el mapa no es el territorio, nuestras representaciones mentales de la realidad no son la realidad. Esta « riqueza » mental nos mantiene « en la caverna » de la consciencia ordinaria, en la confusión. El reino de Dios sólo es para los « pobres de espíritu », para los humildes.

 

El riesgo que corren las personas que se dedican ya a una práctica es, por apego a una visión estereotipada de la religión, por apego a la noción dudosa y obsoleta de sacrificio, a la de un Dios muy lejano, no ver las zonas de sombra, el desequilibrio energético, la represión de lo femenino y, por tanto, la ineficacia social de su propio sistema y, de otra parte, rechazar el aporte de una técnica simple, segura y eficaz de enriquecimiento y de transformación. Desde hace tiempo se confunde religión y mística, y no es de ayer que la oficialidad religiosa se opone a los místicos. La práctica del OM es una ventaja y una oportunidad para los religiosos y para las religiones. Lo es para los individuos y para nuestras sociedades, para Colombia. Sería bueno que quienes se opongan a la práctica del Mantra Universal OM, a la repetición del nombre de Dios, a la repetición de la oración universal sepan lo que hacen y por qué lo hacen.

 

[1] MEJIA Luis Enrique. Esquizitofrenia, op. cit. p 5.

[2] ROSNAY (de) Joël. L’homme symbiotique. Regards sur le troisième millénaire. Op. Cit., p 57.