Las características de la energía vital

Se comprende bien, con el enunciado de estas funciones principales, que esta fuerza que las permite, la energía vital, es una riqueza de primer orden, un patrimonio fundamental, un capital que se debe preservar y administrar con sumo cuidado. Y, evidentemente, esto es lo que intentan hacer quienes desean participar en la transformación de su vida.

 

Pero esta tarea no es fácil. Para la mayoría de nosotros, apenas existe la energía. ¿Cómo podríamos administrarla? La característica principal de la energía vital es su sutilidad, por eso se trata de un patrimonio de acceso difícil. Para la mayoría de nosotros, la energía no se ve, no se siente, no libera olor, no se toca, no se mide, etc. Escapa a los cinco sentidos. No llama la atención. Si a esta sutileza se conjuga nuestra inatención o nuestro desprecio, es seguro que la energía permanecerá desconocida y desvalorizada, con todas las consecuencias que esto conlleva.

 

Como no accedemos a la energía, no la administramos, no la protegemos, no le dedicamos ni un solo minuto al día, en el mundo difícil en el que nos encontramos, sufre la suerte de todos los patrimonios descuidados: se disminuye, se debilita, se marchita, cae en ruinas o es robada.

Así, el otro elemento fundamental que caracteriza actualmente la energía vital de los seres humanos y de sus colectividades, es la penuria, la falta, el déficit. No tenemos el nivel de energía que deberíamos tener. Nosotros funcionamos con una cantidad de energía insuficiente, y funcionamos mal. Somos « águilas » y volamos como « patos ». El balance cuantitativo de la energía humana está « en rojo».

 

Y como falta energía, falta lucidez. Para darnos cuenta de que no tenemos energía, tendríamos que tenerla. Como no tenemos mucha, no podemos darnos cuenta de esta penuria, ni que de esta penuria provienen nuestros trastornos. No es comparándonos con los vecinos que nos vamos a reubicar: ellos están en la misma situación energética que nosotros. Nos quedamos en la confusión. Se establece un cierre del sistema, un encerramiento (el mito de la caverna de Platón). Si la energía, cuando está presente, no es evidente, con seguridad no es su déficit el que la va a hacer más visible. Sin falta, se forma un círculo vicioso, del cual no se pueda esperar la apertura sin la condición de un aumento del nivel de energía del sistema (cambio-metamorfosis).