La economía

Un humorista decía que hay tres tipos de hombre: los mercenarios, los funcionarios y los misioneros. En lo que se refiere a la economía, diremos que existen, globalmente, dos formas.

 

La primera, la más visible, la más conocida, es la economía liberal. Está fundamentada en la búsqueda del máximo provecho y en la remuneración del capital. Favorece el individualismo, el utilitarismo y el egoísmo, tanto a la escala de los individuos como de los países. Ella genera la concentración de la riqueza y, por tanto, la distribución inequitativa. Se trata de la forma Yang de la economía y más exactamente de su forma hiper-Yang, mercenaria, que, en razón de su superdesarrollo, conduce a esta apropiación excesiva, a la depredación y a la toma de poder (sobre el hombre y sobre la Naturaleza) cuyo carácter inhumano se reconoce diariamente. « La hipótesis de egoísmo, que caracterizaría inicialmente el comportamiento del solo homo œconomicus, contaminó progresivamente el conjunto de las esferas de actividad del hombre »[1]. Este sistema ha generado sus detractores, que ven en él al responsable de toda la miseria del mundo. Para ellos es la Bestia a derribar.

 

El otro sistema económico, que es mucho menos visible, es la economía social y solidaria. Tan poco visible que muchos economistas, financieros o agentes económicos ni siquiera conocen su existencia y no hablan de el. « La noción de economía social remite… a una manera diferente de emprender y tiende a promover formas de empresas que, sin ser del dominio público, privilegian el servicio prestado más que la remuneración del capital y la búsqueda de la máxima utilidad»[2].

 

Esta versión diferente de la economía es la economía Yin. En razón del déficit de Yin de nuestras sociedades, está en forma subdesarrollada. Tiene un carácter comunitario, se fundamenta en la repartición (del esfuerzo y de las ganancias), implica la cooperación, la colaboración y la comunicación; tiene un carácter humano, misionario, sus actores participan en su control, está organizada en redes.« El sector de la economía social… reagrupa las cooperativas, las mutuales y las asociaciones que tienen una actividad de producción, organizaciones que, como lo muestra Vienney, presentan la particularidad de ser la combinación de una asociación de personas y de una empresa cuya característica discriminadora es la adhesión a un principio de no-dominación del capital, consistente en dar la primacía a la gestión de servicio sobre la gestión del rendimiento, al servicio prestado sobre el beneficio obtenido, a la actividad sobre la rentabilidad, a los derechos de la persona sobre los derechos de la propiedad… El sector de la economía social agrupa todas las organizaciones económicas en las cuales los beneficiarios de la actividad no son los accionistas ni los inversionistas »[3].

Claramente, no hay apropiación Yang sino repartición Yin. Argentina en crisis vio nacer un sistema bien organizado de trueque; en ciertos países (como Colombia[4]) se fundaron « bancos de tiempo » que gestionan los ofrecimientos de ciudadanos que invierten su tiempo y sus competencias al servicio de organizaciones que lo necesitan. Estas actividades económicas sociales son ejemplos de economía Yin.

 

Está claro que la economía mundial está desequilibrada. Como todas las actividades humanas, está afectada por este desequilibrio YANG/yin. Así, la humanidad debe sufrir los excesos de una economía liberal, voraz, vampiro e inhumana, generadora de desigualdades y de sufrimientos profundos. Al mismo tiempo, siente dolorosamente la insuficiencia de la economía social y solidaria. La actitud habitual consiste en considerar que la culpable es « la Bestia », la economía liberal. Pero nadie piensa que, por el contrario, es la debilidad de la economía social y solidaria la posible causante del exceso inverso. Nadie se imagina que si esta economía Yin retomara su lugar, la economía Yang se normalizaría y encontraría toda su utilidad sin inconvenientes, que la humanidad podría sacar todo el beneficio de ella sin tener que sufrirla, que tanto la una como la otra, ambas legítimas, se optimizarían. Nadie ve que el subdesarrollo de esta economía Yin está ligada a la imposibilidad en la cual están los seres humanos de comprenderla: no tienen los códigos, no tienen la visión de esta economía y de su importancia porque no tienen la energía para verla, comprenderla y reanimarla. Debido a este déficit energético, quienes podrían ser los agentes de esta economía ni siquiera se conocen como tales. No tienen la fuerza (Yin) que les permitiría descubrir, desarrollar, promover y valorizar fórmulas de economía solidaria nuevas y portadoras de futuro. Tampoco saben ni pueden detectar o tratar el parasitismo que, con frecuencia, se encuentra en su seno, de intereses egoístas y partidistas que, bajo discursos aparentemente sociales se infiltran y desvían su energía de su dirección inicial, la debilitan (el lobo de algún totalitarismo o de algún egoísmo (hiper-Yang) bajo el abrigo del cordero de un discurso pretendidamente social). Claro está hay ejemplos, por cierto impresionantes, de líderes sociales que han demostrado en la práctica que esta economía social existe[5]. Pero estos logros son bien insuficientes para cubrir dignamente todas las necesidades económicas de la humanidad. En el campo de la economía, La Bella todavía duerme y se hace muy urgente despertarla.

[1] MONNIER Lionel, THIRY Bernard. 1997, citados in BIDET Eric. Economie sociale, Encyclopædia Universalis, CD-ROM, 2002.

[2] Ibid.

[3] Ibid.

[4] Fundación Colombia Presente

    www.bancodetiempo.org 

[5] L’économie sociale et solidaire (La economía social y solidaria): « Sus « especificidades meritorias », para retomar los términos de François Bloch-Lainé (son): lugar de expresión de una democracia, capacidad para producir lazos sociales, aptitud para la innovación social, contribución al desarrollo local. Comprendido desde este ángulo, el proyecto de economía social parece particularmente adecuado para conciliar ciertas exigencias de la política del empleo y de la política social que aparecieron con la crisis económica y las conmociones que sufrieron la mayoría de las sociedades desarrolladas: aumento del desempleo y necesidad de poner en marcha dispositivos de inserción en el mercado del trabajo, envejecimiento de la población, generalización del trabajo femenino, trastorno de la célula familiar tradicional, etc. ». Eric Bidet, Economie sociale, Encyclopædia Universalis, 2002.

particularmente adecuado para conciliar ciertas exigencias de la política del empleo y de la política social que aparecieron con la crisis económica y las conmociones que sufrieron la mayoría de las sociedades desarrolladas: aumento del desempleo y necesidad de poner en marcha dispositivos de inserción en el mercado del trabajo, envejecimiento de la población, generalización del trabajo femenino, trastorno de la célula familiar tradicional, etc. ». Eric Bidet, Economie sociale, Encyclopædia Universalis, 2002.