El Modelo de Integración Funcional de Paul Meier

Los sistemas vivos obedecen a una lógica que les es propia, que no es la de los objetos inanimados. A grandes rasgos, se pueden distinguir dos elementos en todo sistema vivo: su estructura y su funcionamiento. Una primera observación del « sistema Colombia » muestra que no es tanto su estructura la que está alterada sino su funcionamiento. La estructura de Colombia, es decir su territorio, su geografía, su clima, su población, su fauna, etc. son, más bien, globalmente de gran calidad. Se podría agregar que la infraestructura, deja un poco que desear, que falta mucho alojamiento social digno, que los puentes que la vetustez no ha derrumbado, la guerrilla los termina, etc. Pero, globalmente, a pesar de todo, el problema de Colombia no reside en su estructura, que es bella, magnífica, sino en su funcionamiento, el cual es deplorable.

Hasta el momento, nuestra civilización materialista, globalmente, sólo ha prestado atención a la estructura de lo vivo y, por lo tanto, no ha podido, por razones históricas o existenciales, comprender bien su funcionamiento. La vieja tradición racionalista marcó el desarrollo del pensamiento y de la ciencia, desde la Antigüedad greco-latina. Está en el origen del método científico que ha dado su impulso a la ciencia. Pero el método científico tiene sus límites. Precisamente por estar sometido al principio materialista o positivista, al principio reduccionista y al principio determinista, que son sus axiomas[1], el método científico sólo ofrece acceso a uno solo de los elementos constitutivos de lo vivo: su estructura. Todo lo  que depende de su funcionamiento, es decir de su organización (o de su desorganización), de su evolución, de sus cambios, de su adaptación, de su vitalidad, sin hablar de la cuestión fundamental del sentido, todo lo que es del orden de lo dinámico, de lo fundamental, de lo complejo, de lo global y de lo indeterminado, escapa obligatoriamente a este método científico, lo que no le impide a la ciencia, infortunadamente, presentarse como una referencia universal, cuando sólo es una herramienta interesante. Una herramienta apta para la visión estática de objetos simples, pero inadecuada para la visión dinámica de los sistemas complejos[2].

 

Sólo recientemente comenzaron a aparecer estudios, trabajos, explicaciones sobre el funcionamiento de lo vivo y su lógica. Es lo que se ha llamado la « nueva ciencia», o ciencia de segunda generación, que comprende, entre otras, la teoría del caos y la dinámica de los sistemas complejos, que permiten ahora progresar en la comprensión de esta lógica de lo vivo.

 

La visión que el hombre tiene de sí mismo y de su mundo ha sufrido varias revoluciones, que le han hecho sentir, cada vez, cierta humillación[3]. « La revolución copernicana llevó a nuestra tierra de la posición del «centro del mundo» (en nuestros espíritus) a una posición más modesta de un planeta en un sistema solar. La revolución darwiniana reubicó al hombre en el seno del reino animal. La revolución psicoanalítica mostró que el hombre, ese animal supuestamente razonable, con frecuencia es incapaz de controlar su inconsciente »[4]

El advenimiento de esta ciencia de lo vivo es la última revolución: ¡ya era hora de que la ciencia se interesara por la vida! Es un nuevo instrumento que debería ayudar a la humanidad, sistema complejo, a aprender a vivir en armonía consigo misma y con este otro sistema complejo que es la naturaleza, sin lo cual todas nuestras pretensiones de inteligencia, de consciencia serán, una vez más y, esta vez en forma definitiva, humilladas.

 

No está entre mis propósitos extenderme sobre la teoría de los sistemas, la del caos, sobre la complejidad humana. Remito a los maestros en la materia o a esos autores que han sabido facilitarnos la comprensión de estos temas: Ilya Prigogine, Edgar Morin, Henri Atlan, Jean Piaget, François Jacob, Abraham Moles, Ludwig Von Bertalanffy, Joël De Rosnay, Jean Louis Le Moigne, Trinh Xuan Thuan, Francisco Varela, Christopher Langton, Jean Louis Deneubourg, Ivar Ekeland, James Gleick y tantos otros…Sus trabajos son del mayor interés y sus obras son las referencias obligadas.

 

Para comprender esos seres vivos que encuentro a diario, para « verlos » como tales, me siento inclinado a apoyarme en un modelo sistémico de los seres vivos que me parece de gran interés y con el cual invito al lector a familiarizarse. Vamos a presentarlo en los párrafos siguientes. Este modelo se revela muy útil para hacer resaltar los elementos teóricos fundamentales con respecto a este tema: se trata del Modelo de Integración Funcional de los sistemas vivos autoorganizados (MIF) de Paul Meier[5]. Este modelo es muy pertinente. Es una síntesis de los datos de la ciencia clásica y de esta ciencia de segunda generación. También es un puente entre los saberes de la Ciencia y la riqueza de la Tradición. Además, este modelo, esencialmente teórico, también tiene traducciones concretas muy útiles en la práctica médica corriente, tanto para el médico como para el paciente. Es una rejilla de lectura que permite « ver lo vivo ». Puesto que Colombia es un sistema vivo, sería conveniente familiarizarse con esta manera de mirar lo vivo, sería bueno desarrollar este tipo de « visión de la complejidad de lo vivo» para evitar cometer el error de reducirlo a categorías sencillas (lo que E. Morin llama «el paradigma de simplificación »).

Modelo de integración funcional

 

[1] Axiomas o principios fundamentales: « presupuestos no demostrables que constituyen la base de todo razonamiento posterior. Nunca se expresan como tales pero permanecen sobrentendidos en el discurso científico». MEIER Paul. La logique du système vivant. in Bulletin de l’AIEV N°2, 1995.

[2] ROSNAY (de) Joël. Le macroscope. Vers une vision globale. Points Seuil, Paris, 1975, p 109.

[3] Sólo existen dos remedios para el orgullo: la humildad o la humillación.

[4] DURAND Daniel. La systémique. PUF, Que sais-je ? N° 1795, Paris, 1983, p 4.

[5] MEIER Paul. Les trois visages de la vie. Marco Pietteur, Liège, 1996.