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A falta de respuestas, algunas preguntas

Es muy difícil responder a estas preguntas de manera sencilla debido a los numerosos factores que pueden intervenir en la evolución de esta enfermedad. Ello invitaría a afirmar que no se puede hacer ninguna predicción y que no se conoce el pronóstico. Este capítulo estará dedicado a hablar de algo que no podemos conocer.

 

Sin embargo, para intentar alguna aproximación, para hacer un poco de futurología, para prever como va a evolucionar este desequilibrio energético responsable de tantos sufrimientos, se puede intentar analizar los factores que entran en juego. Hay que plantear, por lo menos, las siguientes preguntas:  

 

¿Son válidas las etapas del proceso médico?

¿El diagnóstico propuesto es exacto?

¿La etiología propuesta es válida?

¿El tratamiento propuesto es adecuado?

¿Ya fue experimentado?

¿Puede corregirse un desequilibrio como éste?

¿Los colombianos desean que su situación cambie?

¿En la superficie (cambio-desplazamiento) o en profundidad (cambio-metamorfosis)?

¿Cuántos aspiran a la transformación?

¿La desean todos, o sólo una parte?

¿Es suficiente para generar un cambio-metamorfosis?

¿Están decididos a poner en marcha los medios para el cambio?

¿Incluso si para ello es necesario que se violenten un poco?

¿Están decididos a sostenerse?

¿O se van a rendir ante la primera dificultad?

¿Qué representación mental tienen del futuro de su sociedad?

¿Son fatalistas, están desmesuradamente atados al pasado?

 

Revisemos todas estas preguntas.

 

1. ¿Son válidas las etapas del proceso médico, y son estas las que convienen para la observación del estado de salud de una sociedad?

 

Para la determinación y la solución del problema de Colombia adoptamos un procedimiento que es el proceso médico clásico. Esto supone que se puede asimilar una sociedad a un individuo y que el proceso válido para un individuo conserva su valor cuando se aplica a una sociedad. En realidad la visión adoptada era la visión sistémica. Bajo este ángulo, no hay diferencia entre un sistema complejo individual y un sistema complejo colectivo; las etapas que conducen al tratamiento de un individuo son las mismas que las que conducen a la solución de los problemas de una sociedad. Se puede considerar que las etapas del proceso (observación, diagnóstico, etiología, tratamiento) son válidas.

 

Por supuesto, entramos al terreno de la sociología y, sin duda, a otros también, pero es para poner en evidencia un error grave de metodología (la confusión entre observación y diagnóstico) y sus consecuencias. Los sociólogos, sin duda, nos lo perdonarán. Sí no, encontrarán alguna otra manera de plantear el problema antes de intentar resolverlo.

 

Ocurre que algunas personas afirman que Colombia no está enferma. En este caso, efectivamente, todo el proceso médico pierde su sentido. ¿Para qué hacer un diagnóstico si todo va bien y el país no está enfermo? Este argumento resiste poco a la crítica: ¿Quién puede sostener que el país funciona bien? ¿Y si no funciona bien, por qué? ¿Cómo se llama su anomalía de funcionamiento?

 

2. ¿El diagnóstico propuesto es exacto?

 

Es posible que haya resistencias a la aceptación del diagnóstico de « hemiplejía energética Yin ». Se concibe fácilmente. Este diagnóstico nos proyecta en el mundo poco conocido y, por tanto, temido, de la energía.

 

Sin embargo, llamamos la atención sobre el hecho de que la patología de Colombia no es de orden estructural sino más bien de orden funcional. No es la estructura de Colombia la que fundamentalmente causa problema, es su funcionamiento. Colombia es la prueba vivo de que se puede disponer de una muy bella estructura y, sin embargo, funcionar muy mal. Todos conocemos seres magníficos que funcionan muy mal.

 

La propuesta que se hace en este libro es que lo que permite el funcionamiento de un sistema vivo es su energía. La experiencia del manejo de la energía humana muestra cotidianamente que si un individuo modifica su nivel de energía, cambia de modo de funcionamiento, cambia de comportamiento. Lo más probable es que la patología de Colombia sea de orden energético, Podría ser interesante que se discuta otro diagnóstico pero, por el momento, el de hemiplejía energética Yin parece ser el más conveniente. Quienes tengan otro para proponer deberían hacerlo.

 

3. ¿La etiología propuesta es válida?

 

Si ya al prestar atención a la energía se salía de los cuadros clásicos que decir, entonces, si se da crédito a los cuentos, a los mitos y a los textos sagrados como fuentes de informaciones. Se comprenderá que esta manera de hacer las cosas sacude a más de uno. Sin embargo, nosotros vimos que este recurso a la analogía (a falta de otras informaciones) no altera en nada la coherencia de las propuestas y que si bien nuestro espíritu científico se rebela y da saltos, nuestro sentido común, por el contrario, no se siente chocado. Si los científicos plantean otra propuesta en cuanto a la etiología del desequilibrio funcional patente de la sociedad colombiana, esta es bienvenida.

 

4. ¿El tratamiento propuesto es adecuado? ¿Ya ha sido experimentado? ¿Un desequilibrio como éste puede realmente corregirse?

 

La respuesta a estas preguntas es un gran signo de interrogación. No sabemos si un tratamiento como el propuesto para Colombia puede dar resultados positivos. No tenemos experiencia, ni en Colombia, ni en la historia.

 

Por el contrario, existe una experiencia que han podido tener muchos seres humanos, un gran número de colombianos que consiste en que, con un trabajo riguroso sobre su energía, han observado en su vida, y cada vez más, cambios y reorganizaciones. Tenemos la experiencia en micro, sabemos que el tratamiento funciona en micro, nos falta la experiencia en macro.

 

El tratamiento propuesto aquí es una transposición a un sistema complejo colectivo de lo que ya ha pasado la prueba de su eficacia en los sistemas complejos individuales. Hay motivos para pensar que esto funcionará igual de bien tanto en macro como en micro. Pero nadie puede afirmarlo aún. Ni negarlo. Hay que librarse a la experiencia para poder confirmar o infirmar la propuesta. Colombia se puede convertir en un gran laboratorio para experimentar una transformación in vivo.

 

5. ¿Los colombianos desean que su situación cambie? De ser así ¿quieren un cambio en superficie (cambio-desplazamiento), o en profundidad (cambio-metamorfosis)?

 

Con estas preguntas, quitamos la parte técnica para abordar temas de orden existencial.

 

Cristo decía: « Mi reino no es de este mundo ». Sin duda, quería decir que este mundo era el reino de otras fuerzas. Efectivamente, la humanidad se debate desde hace milenios en historias de guerra, de violencia, de abuso de poder, de perversiones, de pobreza, de desequilibrio, etc. Y Colombia no se escapa a este régimen. La situación está tan anclada que se instaló en un fatalismo: es el destino de los humanos, y « ¡sálvese quien pueda! ». Existe, cierta aceptación de esta situación o, por lo menos, una cantidad de condicionantes que hacen que una situación que todo el mundo reprueba se haya convertido en una situación que casi todo el mundo acepta, consciente o inconscientemente y que termina por ser considerada como normal. Sobre estas programaciones de miseria se instaló un fatalismo. Y el ser humano no se contenta con estar atado por estas cadenas, está atado a estas cadenas. Está atado a su pasado, algunos dirán que a su karma[1].

 

Actualmente, muchos seres humanos aspiran a un cambio profundo de la humanidad. Algunos, como Edgar Morin, describen en forma brillante la situación de la humanidad (« los desarrollos de nuestra civilización amenazan los fundamentos »[2]) y no le ven una salida diferente a una metamorfosis que llaman desde sus deseos sin disponer de las llaves para generarla o favorecerla[3]. Otros, como Jean Guitton, en su testamento, casi la ven: « Yo creo que en el momento presente, para ayudar a la humanidad, se necesita que cada disciplina acepte hacer frente a la Verdad. Más que nunca, los problemas supremos son los que se van a plantear a los hombres: Guerra, Sida, Educación, Familia… Nos acercamos a ciegas (la espalda hacia el pasado, por temor de fijar el futuro) a un periodo nuevo en la historia, en el cual los problemas supremos (que las generaciones precedentes podían dejar en la sombra) se plantearán por necesidad… »

« Habrá que escoger entre el Todo y la nada, entre el Ser y la nada, el Misterio y lo absurdo. Las soluciones intermedias (a las cuales nuestros padres se apegaron tanto) ya no serán más posibles. Seremos sabios por necesidad. »

« ¿Esto quiere decir que tenemos que sentir miedo y desesperarnos? ¿No se trata al contrario, de sobre-esperar? La ley más profunda de la Evolución podría resumirse así: en la historia inmensa de las especies vivos, cuando la catástrofe está próxima, se produce una metamorfosis. Así la Evolución continúa su trabajo, al concentrarse en puntos privilegiados. Así, los tiempos en los que se podría desesperar al ver los signos de la decadencia son los anuncios de un resurgimiento. Además, el nuevo equilibrio es más alto que el antiguo. Después del homo faber, creo que veremos aparecer al homo religiosus (era el pensamiento de Malraux cuando decía: « El siglo XXI será religioso o no será[4]»). »

   

Luís Enrique Mejia, psicólogo de las profundidades, en el mismo orden de ideas, afirmaba: « Cuando los colombianos comprendan que la gloria inmarcesible y el júbilo inmortal están en el surco de dolores, el bien germinará. » El surco de dolores, la horrible noche son expresiones de las cuales no renegarían los alquimistas, estos especialistas de la transformación. Verían el crisol alquimista donde se desarrolla la obra de transmutación, entre laboratorio y oratorio. En estas imágenes se puede ver la « Edad de hierro » de Colombia como la de toda la humanidad. Para que todos estos sufrimientos no hayan sido completamente inútiles, es necesario que la obra continúe y que emerja una « Edad de oro ». Ya llegó la hora de esta revolución en oro. Es cierto que justo antes del amanecer la noche es más fría, pero el día se levanta, cesó la horrible noche.  La « Edad de Hierro » ya pasó.

 

Sin embargo, los sistemas vivos tienen su inercia y mientras que amanece hay muchos seres humanos que siguen haciendo proyectos oscuros, como si se estuviera en plena noche. Aquí es necesaria una toma de consciencia: la humanidad está en un giro de la historia. La catástrofe o la metamorfosis. A pesar de ello, o justamente gracias a esta situación alarmante del planeta, hay muy buenas razones para creer que se evoluciona hacia la metamorfosis. En este momento, es conveniente preguntarse si llegó el momento de saltar a este tren, para participar como actor inteligente y determinado en un fenómeno poco corriente pero muy esperado. Se puede pensar que Colombia está en la primera fila de las sociedades que pueden experimentar esta metamorfosis, y esto por múltiples razones, que abordaremos un poco más adelante. También sería una lástima permanecer atado al pasado, sobre todo que es más bien doloroso.

 

¿Los colombianos quieren que su situación cambie? ¿O son fatalistas, están desmesuradamente atados al pasado? No se puede responder a esta pregunta. ¿Quién sabe? Todos responden que quieren el cambio, claro está. Lo imploran. Incluso hay lemas de campaña electoral que lo evocan y partidos políticos que llevan este nombre[5]. Incluso es probable que ahora, los colombianos hayan asimilado la diferencia que existe entre las dos formas de cambio. Las motivaciones no faltan, pero ¿cuál es su verdadero grado de determinación?  Es la gran incógnita. Se puede esperar, o apostar, que su voluntad de cambio está bien anclada y que su determinación es profunda. El futuro nos lo dirá. De todas maneras, es necesario que desconfíen de su apego al pasado, de cualquier forma y sepan romper con sus condicionantes, sus barreras interiores.   

 

6. ¿Cuántos aspiran a la transformación? ¿Cuántos quieren un cambio profundo? ¿Todos, o sólo una parte? ¿Es suficiente para generar un cambio-metamorfosis?

 

Es totalmente ilusorio creer que todos los colombianos están determinados a formar parte de la solución. Sólo estamos al inicio del alba de una metamorfosis, de una transformación. No es aún la luz y el calor del mediodía. Todavía hace bastante frío y la mayoría de la sociedad está anquilosada en el fondo de la caverna. Pero hay guerreros que vinieron para participar en este acontecimiento. ¿Cuántos están determinados, decididos a llevar la carga, a soportar y a cumplir con su papel de ciudadano de un mundo en metamorfosis? Seguramente, sólo una minoría.

 

Se habla de la famosa « masa crítica », porcentaje de la población suficiente para que, mediante el paso de este umbral, se cristalice el cambio y la reorganización. Pero, ¿quién puede decir cuál es este porcentaje? La noción de masa crítica tiene este lado molesto de llevar la idea de que si el porcentaje no se alcanza, los esfuerzos no servirán de nada.

 

Parece más realista decir que todos los esfuerzos son válidos y que, simplemente, los cambios se efectúan en proporción del número de guerreros activos. Si se está apurado en ver cambios, ¡es mejor ser numerosos!

 

Sin embargo, la experiencia cotidiana de manejo de la energía y de acompañamiento de los seres humanos en curso de transformación recuerda sin cesar que la evolución de los sistemas vivos y de los individuos no sigue una progresión lineal sino que se hace en « saltos » sucesivos correspondientes a umbrales. La imagen más diciente de esta noción de umbral es, de manera bastante prosaica, la mayonesa. Si todas las condiciones se reúnen y después de un trabajo intenso, la mezcla disparatada de yema de huevo y de aceite se convierte en una emulsión, la mezcla pasa un umbral y la mayonesa “prende”. Razón de más para que los muchos colombianos se enganchen ardientemente a que una nueva organización social « prenda ».

 

7. ¿Están decididos a poner en marcha los medios del cambio? ¿Incluso si para ello es necesario que se violenten un poco? ¿Están decididos a sostener el esfuerzo?

 

Una cosa es querer el cambio, otra cosa es pasar a la acción para obtenerlo.

 

La curación de Colombia depende de la administración de un tratamiento eficaz. Este tratamiento tiene sus exigencias, debe permitir que la maldición se disuelva. Existe una multitud de obstáculos de todo tipo que se debe vencer para poner en marcha un tratamiento de esta naturaleza. Se necesitará, entonces, discernimiento, paciencia, perseverancia, prudencia y voluntad de todos aquellos que quieran hacer parte de la solución. Tendrán que entrar en una práctica de concentración a la cual no están forzosamente acostumbrados, tendrán que salir de los senderos ganados, explorar nuevos horizontes. Tendrán que asumir una carga y con ella, aguantar lo largo del camino. Una experiencia de este tipo es un gran viaje; por lo menos dar un paso todos los días y volver a comenzar siempre. No hay razón válida para detenerse. El sentido de la responsabilidad social hace decir: « Si yo me siento, ellos se acuestan, si yo disminuyo el paso, ellos se detienen, si yo dudo, ellos se desesperan… ».

Un cambio-metamorfosis obliga a salir del marco antiguo en el cual se está encerrado, una ruptura de las limitaciones. A esto, por definición, se oponen sistemáticamente los medios conservadores. Hay muchos en Colombia. Su objetivo es mantener « La » tradición, aunque su desequilibrio, su ineficacia, su falta de sentido y su perversidad son patentes y no resisten un examen crítico. Olvidan que la tradición que defienden ocultó una Tradición mucho más profunda, del equilibrio de las polaridades y de la armonía. ¿Cuántos aceptarán violentar su tradición para volver a sumergirse en la Tradición? Otra pregunta para la cual sólo tendremos respuesta más adelante.

 

8. ¿Qué representación mental se hacen los colombianos sobre el futuro de su sociedad?

 

El imaginario de los humanos está lleno de representaciones, de imágenes, de valores, de condicionantes. Estas imágenes están, en general, condicionadas por las vivencias de la gente. En esta Edad de Hierro planetaria en la que vivimos, en este desequilibrio funcional tan marcado como el nuestro, en este mundo en el cual el nivel de sufrimiento es tal que ya nos es familiar, uno no se esperaría que el imaginario de los colombianos esté saturado de paz, de armonía, de equilibrio y de respeto. El estado de ánimo habitual suele estar impregnado de miedo, de sufrimiento, de desasosiego, de venganza, de oportunismo, de malicia, de culpabilidad. Se entiende fácilmente. El problema reside en que el pensamiento es creador y los contenidos de nuestro subconsciente siempre tendrán tendencia a realizarse, a volverse concretos.

 

La pregunta es saber qué representación mental tienen los colombianos acerca del futuro de su sociedad y si en los contenidos del subconsciente de los colombianos, existe un lugar para el equilibrio y la armonía de su país. ¿Existe en el subconsciente colombiano un lugar para la curación del país? ¿Cuántos colombianos se prestan regularmente a ejercicios de pensamiento creador, de visualizaciones o de afirmaciones orientados hacia el cambio profundo de sus condiciones de vida, cuántos pueden, desde la caverna, imaginar cómo es la vida por fuera de la caverna?

 

No se puede alcanzar una meta en la cual no se piensa nunca o que se piensa siempre como imposible. Se necesita desplegar un pensamiento sostenido en la dirección de la meta que uno se propone para tener posibilidades de alcanzarla. Si un estudiante desea obtener un diploma de abogado, es necesario que se vea ya como abogado. El alpinista también se ve en la cima. Si su universo interior está colmado de fracaso, de caída, de imposibilidad, no pensaría siquiera en equiparse para el ascenso. Si se prepara, es que ya se ve arriba.

 

De la misma manera, es posible representarse la transformación de Colombia. Es un ejercicio particularmente interesante y cautivador. Se puede crear en sí mismo las imágenes mentales de transformación de La Bestia en Príncipe Encantado, pero esto aplicado a la desmovilización de los actores de la violencia que reorientan sus fuerzas hacia el servicio a la comunidad, que se convierten y se transforman. Se puede imaginar lo que representa para una sociedad el despertar potente de su fuerza Yin, una fuerza Yin tan despierta que tiene autoridad y que La Bestia está obligada a soltar sus presas, que la guerrilla está obligada a liberar los rehenes, que los violentos de todo tipo (guerrillas, paramilitares, corruptos, actores económicos predadores…)  están obligados a devolver a sus propietarios legítimos sus bienes mal adquiridos, que los campesinos colombianos recobren sus tierras y que obtengan su prosperidad… Es posible representarse la alegría de todos los que se dan cuenta que todo esto no sólo es posible sino que no es tan complicado.

 

La práctica de vida interior favorece ampliamente el control de los pensamientos y la orientación positiva de la imaginación. Permite otros puntos de vista, permite, aún en la caverna, ver lo que es la vida por fuera de esta caverna, permite, a pesar de estar en plena Edad de hierro, imaginar la llegada de una Edad de Oro. En el pronóstico de la enfermedad de Colombia interviene el número de personas que se prestarán a estos ejercicios de visualización, de imaginación creadora y que se entregarán a la práctica de la vida interior. Es difícil decir cual podrá ser la amplitud de la participación de los colombianos en este movimiento. Por lo tanto, también es difícil saber lo que se va a producir realmente en Colombia.

 

[1] Karma: conjunto de programaciones, condicionamientos, recuerdos, remordimientos, pactos, maldiciones… heredados del pasado, en esta vida y, según algunos, en otras vidas.

[2] MORIN Edgar. Pour une politique de civilisation. Arléa, Paris, 2002, p 9.

[3] Si la frase de André Malraux: « El siglo XXI será místico o no será » tiene algún valor, lo que para muchos no tiene duda, puede parecer sorprendente que « el » pensador de la complejidad, Edgar Morin, pueda decir: « No olviden que yo soy agnóstico. » (France Culture, Emission Les Matins de France Culture, 6 de diciembre 2004). Entonces, forzosamente se le escapa una parte de la comprensión del funcionamiento del mundo, a la cual acceden los místicos.

[4] Extracto del manuscrito de una conferencia dada por Jean Guitton el 15 de enero de 1988 en la sesión solemne de la Sociedad Médica de los Hospitales y publicado en la revista de la SMH.

Hay que precisar que André Malraux no decía « religioso » sino « místico ». Si el siglo XXI debiera ser religioso, esto no cambiaría en nada la situación actual. Los siglos anteriores ya eran religiosos y es en nombre de Dios que los hombres se lanzaron a guerras muy crueles. Lo que el siglo XXI debe ver aparecer es el homo misticus.

[5] “Cambio Radical”, partido político cercano al Presidente Uribe.