Imprimir esta página

Las funciones de la energía vital

La primera función de la energía vital es, claro está y por definición, la vida. Xavier Bichat la definía como «el conjunto de las funciones que resisten a la muerte ». La vida se manifiesta en el ser por la vitalidad, el vigor, el dinamismo. Permite las funciones de nutrición, asimilación, crecimiento y reproducción. Toda alteración de estas funciones obligará a evocar una anomalía de esta energía que las genera.

 

  • El funcionamiento de los sistemas vivos sólo es posible gracias a su energía. Un cadáver ya no tiene energía, un cadáver ya no funciona. Si un sistema vivo funciona bien, se puede suponer que su energía está bien. Si un sistema vivo, como por ejemplo Colombia, funciona mal, se podría estar seguro de que su energía está mal (en cantidad y/o en calidad). No se podrá comprender este mal funcionamiento si no se examina su energía. En medicina, todo lo que es patología funcional, es decir del funcionamiento, está relacionado directamente con anomalías cualitativas o cuantitativas de la energía.

 

  • Los comportamientos son aspectos del funcionamiento. En ocasiones, uno se sorprende, asusta o indigna con ciertos comportamientos humanos. Cuando uno tiene la posibilidad de ver la energía que los genera, uno comprende enseguida que, con tal energía, el sistema sólo se puede comportar de la manera en que lo hace. Y uno se persuade muy fácilmente de que si no hay cambio en la energía (en cantidad y/o en calidad), no habrá cambio de comportamiento. La poca atención generalmente concedida al tema de la energía explica la poca comprensión que se tiene de los comportamientos de violencia, por ejemplo, y la poca eficacia de las medidas tomadas generalmente para remediarlos. Se puede actuar sobre los comportamientos de violencia al actuar sobre la energía que los produce; y, por cierto, sólo puede hacerse por este medio. La condición mínimum seria prestarle interés.

 

  •  El movimiento, la evolución son aspectos del funcionamiento de los seres vivos. Si queremos que un sistema evolucione, se debe asegurar que disponga de la energía vital necesaria.

 

  • La organización de los sistemas vivos, que es una auto-organización, depende de su energía. Por razones simples que detallaremos más adelante (la energía vital no es sólo un simple dinamismo, es un dinamismo informado), se puede decir que el nivel de organización de un sistema vivo es proporcional a su nivel de energía. Como un carro sin gasolina o un motor sin electricidad, un sistema sin energía se inmoviliza; pero, lo que hace la diferencia con el carro o cualquier máquina, es que, además de detenerse, de paralizarse, el sistema vivo se desorganiza. El síntoma principal de una falta, de una penuria de energía es la desorganización. Si un sistema vivo no tiene la organización que debería tener, es que no tiene la energía que debería tener. Toda desorganización en un sistema vivo o toda insuficiencia de organización deben conducir a observar su energía vital, a descubrir las anomalías y a corregirlas.

 

  • Los cambios en un sistema vivo no son posibles a menos que se disponga del dinamismo necesario. La ausencia o la insuficiencia de energía los hace imposibles y condena al sistema al inmovilismo o a la repetición. Si un sistema quiere cambiar pero no lo logra, es porque no tiene la fuerza o las informaciones, es decir, la energía[1], para hacerlo.

 

  • La transformación de un ser vivo, forma suprema del cambio (cambio 2, cambio-metamorfosis), requiere no solamente cierto dinamismo, una fuerza de cantidad suficiente y de calidad apropiada sino también informaciones adecuadas.

 

  • La calidad de la vida es proporcional a la energía. Un alto nivel de energía, como el que experimentan ciertos yogis, ciertos místicos, se traduce, entre otras cosas, por un júbilo intenso, una paz inalterable, por un sentimiento de seguridad profundo y de poder interior.

 

  • La lucidez, el discernimiento y la consciencia son proporcionales al nivel de energía que dispone un individuo. Al igual que un bombillo que sólo emite calor y luz cuando está conectado a una fuente de electricidad, se puede decir que un sistema vivo sólo será lúcido si dispone de energía suficiente. De la misma manera que el nivel de consciencia de un individuo o de una sociedad es proporcional a su nivel de energía, el nivel de inconsciencia o de confusión está en relación directa con su déficit o penuria de energía. Cuando se ve la confusión que reina en el mundo (y en Colombia), uno se puede hacer una idea del bajo nivel de energía de la humanidad (o de Colombia). Al mismo tiempo, se puede comprender que no habrá toma de consciencia sin cambio del nivel de energía.

 

  • La alegría, la serenidad, el equilibrio y, por tanto, la paz (interior y exterior) de un ser humano son los frutos de un buen nivel de energía. A la inversa, un hombre o un grupo humano sin energía no pueden ser pacíficos. No habrá pacificación de Colombia sin un cambio de su energía (en cantidad y en calidad). La pacificación no se decreta, se obtiene con energía.

 

  • El optimismo, el entusiasmo, el espíritu de iniciativa, la productividad son características del ser enérgico.

 

  • La energía vital interviene en la salud de un individuo o de un sistema, en su fuerza. Estas son el resultado de una buena organización y de una resistencia a la desorganización. Los pacientes presentan a su médico una o varias desorganizaciones y le solicitan una curación, es decir cambios y reorganización; los dos dependen de su energía y el papel del médico será procurarle esta energía en cantidad suficiente y en calidad adecuada para tal efecto.

 

  • La protección y el sentimiento de seguridad son frutos de la energía. Un sistema en plenitud mantiene sus agresores a distancia o, por lo menos, previene y amortigua los ataques. Un sistema sin energía se designa como víctima predestinada, atrae a su verdugo y vive en la angustia.

 

  • La revitalización, la regeneración y la reorganización son fenómenos naturales que se producen en un sistema vivo cuando recupera su energía. La forma superior de la revitalización es la resurrección que está ligada, claro está, a la recuperación de la energía vital.

 

  • La influencia, el carisma son consecuencias de la presencia de una fuerte energía vital. Así se puede deducir que si no tenemos influencia sobre el curso de las cosas, en nuestra vida personal, en nuestra familia, en Colombia, en el mundo… es que no tenemos energía, en todo caso no la que deberíamos tener.

 

[1] Veremos enseguida que lo que denominamos energía vital es a la vez energías e informaciones.