Imprimir esta página

Introducción - Trabajo colectivo: el Plan Matriota

Existe algo más fuerte que todas las armadas del mundo, es una idea a la que le ha llegado su hora.

Victor Hugo.

 

Para dejar de ser desgraciados y malvados, los pueblos esperan que uno calme su nostalgia de Absoluto.

 

Micheline Michon.

 

[Este capítulo esta extraído del libro « El Plan Matriota », publicado en 2008. Concierne esencialmente a Colombia y a los colombianos. Pero el tema que esta desarrollado ahí se dirige exactamente de la misma manera a todos los seres humanos. Pediremos al lector de operar una transposición a la escala no de un país sino de la Tierra entera.]

 

La historia del colibrí que Pierre Rabhi[1] nos ofreció:

Hay por allá un gran incendio forestal y por aquí una lagunita. Un colibrí coge una gota de agua y vuela a tirarla sobre el fuego, luego vuelve a buscar otra gota, y así todo el día. Otro colibrí que lo ve actuar, después de un momento le pregunta: « Pero que estas haciendo? » y el primero le contesta: « Yo hago mi parte »

 

De la misma manera que un individuo puede decidir operar un cambio radical en su vida, puede decidir no ser víctima nunca más y, para esto, hacer todo lo necesario, una colectividad, una sociedad, un país que quisieran un cambio radical, una curación, una liberación, también lo pueden alcanzar. Una colectividad puede decidir su destino.

 

Así como un paciente puede decidir tomar o no el remedio prescrito por el médico, una sociedad enferma, una sociedad desequilibrada, puede decidir tomar o no sus remedios, puede decidir sanar o no sanar.

 

En la Edad Media, en Europa, se disponía de medios técnicos rudimentarios. No se tenían las herramientas de los geómetras actuales, no se conocía el hormigón armado, eran escasos los medios de transporte y de levantamiento. No había seguridad social. Los recursos económicos tampoco eran los de ciertos grandes grupos económicos actuales. Sin embargo, con los pocos medios que tenían, poblaciones enteras se entregaron a un proyecto cultural y espiritual fuera de lo común: la construcción de catedrales. Y se realizaron obras de arte de una belleza y de una fuerza indescriptibles que siguen siendo aun modelos de inteligencia, de pureza y de armonía 700 a 1.000 años después. Edificios que la barbarie humana no ha logrado abatir, a pesar de tantas guerras. Construcciones que los arquitectos modernos no podrían reproducir, porque entre otras cosas, han perdido las llaves de lo sagrado. Construcciones en las cuales uno puede pasar horas maravillándose de la ingeniosidad y la sobriedad de las formas, el esplendor de los colores, la riqueza y la profundidad del simbolismo.

 

En Colombia, también hay que construir una catedral, con medios simples y muchos obreros. Si un pueblo desea realizar grandes cosas, necesita un proyecto unificador de gran envergadura. Para los colombianos, este proyecto social, cultural y espiritual es evidente: hacer que Colombia se convierta en el país modelo mundial de la reorganización social.

 

A lo largo de este libro, llamamos la atención del lector sobre el desequilibrio funcional que afecta a la sociedad colombiana y sobre la imposibilidad fundamental para una sociedad desequilibrada, patriarcal, de ser justa, pacífica y feliz. La reorganización social de Colombia pasa por su reequilibrio energético, por el despertar de la energía Yin que le falta, por el despertar de La Bella en ella, por la resurrección de una Matria. Este proyecto de recuperación se llama, naturalmente, el Plan Matriota.

 

El Plan Matriota es un proyecto colectivo de reorganización social. Se trata para una sociedad de pasar deliberadamente de un estado de desarmonía a un estado de armonía, de un desequilibrio a un reequilibrio, de una Edad de hierro a una Edad de Oro. Es una empresa que convoca a todos los voluntarios, de cualquier condición (pobres, ricos, citadinos, rurales, creyentes o no creyentes, etc.), donde quiera que se encuentren y que los invita a realizar un trabajo preciso y sencillo para la transformación de su país.

 

Es una suerte de invitación a una Gran Marcha, pero silenciosa, interior, pacífica y no violenta, una marcha hacia una meta bien definida, la transformación social, con eslóganes sin ambigüedad: « Colombia necesita transformarse, necesita despertar su Fuerza Yin de transformación » o « la transformación colectiva para la transformación individual ». Una Marcha sin cóctel Molotov, sin gases lacrimógenos, sin balas de caucho, sin arrestos, sin adversarios externos. Una marcha sin oposición ni eliminación de nadie ni de nada, pero con complementariedad e integración, una marcha que lleve a la formación de una red animada por un mismo proyecto, la reconstitución de un tejido social Yin, de una base de la pirámide social fuerte, unida e influyente.

 

El Plan Matriota es un proyecto de metamorfosis social. Es el proyecto de una sociedad que decide salir de su laberinto y, por tanto, avanzar y reorientarse. Una sociedad que, por esto, consiente en proporcionar los esfuerzos necesarios y buscar la ayuda y los medios apropiados e indispensables. Una sociedad que rompe la concha de todos sus condicionamientos y que eclosiona en otra dimensión. Una sociedad que rompe su cascarón y vuela hacia otros horizontes. Una sociedad que termina de madurar y se vuelve adulta, autónoma y libre. Una sociedad que se convierte en una comunidad.

 

El Plan Matriota es un proyecto libre que sólo convoca a voluntarios. Es probable que haya en Colombia suficientes personas que quieran hacer parte de la solución para que este Plan se realice incluso sin la participación de los otros. Al dirigirse a todos, es un plan fundamentado en objetivos generales simples, motivadores para todos y comprensibles para todos.

 

El Plan Matriota es como el Plan Patriota un plan de combate, pero en otro sentido: un combate para su propia transformación. Un combate donde no hay enemigo para vencer, sino más bien un amigo para convencer. Un combate en el cual no se pierde de vista que la Bestia es un futuro Príncipe y que la propia brutalidad de la Bestia es su manera (la única de que dispone) de pedir ayuda.

 

El Plan Matriota es un proyecto que supone la puesta en juego de las reglas de la subsunción[2] que consiste en el abandono parcial del individualismo en provecho de algo más grande que uno mismo (la sociedad) capaz de garantizar seguridad, bienestar y mayores poderes.

 

El Plan Matriota es la suma de todos los esfuerzos individuales de los guerreros que emprendieron su propia transformación. Pero este plan no sólo concierne a los individuos, ciudadanos. Se dirige también a los sistemas constituidos, como los partidos políticos, los grupos religiosos, las organizaciones gubernamentales o no, las asociaciones de diferentes órdenes etc., los cuales, algún día, deberán definir su posición: a favor o en contra del Plan Matriota, interesados o no, participantes o no.

 

El Plan Matriota tiene como símbolo la carta XI del Tarot: la Fuerza. Se observa a la Bestia que abre la boca y libera a los oprimidos que mantenía hasta el momento. Se observa una Bella bien despierta que controla la situación sin esfuerzo aparente. El Plan Matriota es la puesta en juego deliberada de la influencia de la fuerza Yin de la sociedad colombiana, de su fuerza femenina de transformación.

 

[1] La Part du colibri : l'espèce humaine face à son devenir, La Tour-d’Aigues, Éditions de l'Aube, 2006 (ISBN 2-7526-0269-3)

[2] « El arte de la subsunción (ver glosario, nda) consiste en integrar su propia personalidad en algo « más grande que uno » para aprovechar más y dar sentido a su existencia. Al abandonar una parte del individualismo (o de la soberanía) que inhibe las relaciones entre las personas y entre las naciones, se hace posible crear asociaciones simbióticas equilibradas. Cada quien se beneficia de las reglas reconocidas por todos y puede acceder así a un nivel superior de libertad y de responsabilidad. » ROSNAY (de) Joël. L’homme symbiotique. Regards sur le troisième millénaire. Op. cit., p 319.