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Las dificultades propias del intelecto

El intelecto es un instrumento de conocimiento del mundo y de nuestro mundo que ocupa un lugar importante en nuestras vidas. Es el instrumento Yang. En un mundo hemipléjico Yin, está hipertrofiado y es voraz, mientras que la sensibilidad, Yin, está sub-alimentada y famélica. La práctica de vida interior no se fundamenta para nada en lo mental. Sin embargo, el intelecto siempre se invita y no deja de reclamar lo que cree que le es debido. Interviene sin cesar, hace discursos, charla, le cuesta trabajo callarse e interfiere con la práctica. A veces, también viene subrepticiamente para insinuar que lo que se está haciendo es inútil, es tiempo perdido, que es idiota pasar horas repitiendo un sonido, que sería mejor leer un libro, etc. No le gusta ser relegado al segundo plano, no quiere, por inercia, perder sus prerrogativas. No quiere perder su trono. El problema, para él, es que el siglo XXI tiene que ser místico y que « La mística presupone y exige la abdicación de la razón. [1]» En otras palabras, ya no tiene lugar en el trono; si la actividad intelectual es importante, la actividad espiritual lo es más. El intelecto es denominado luciferino, es decir luz falsa, porque usurpó el trono del espíritu creador y, por eso, se puso de muy mal amo. Tomó el lugar del Maestro Interior. Reivindico sus prerrogativas. La práctica de vida interior busca colocarlo de nuevo en su verdadero lugar y hacerlo pasar de mal maestro a buen servidor. La práctica de la vida espiritual no aniquila sino que optimiza la vida intelectual

 

[1] Paul Valéry (1871-1945), poeta y ensayista francés