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La corrupción

Para comprender la corrupción y poder corregirla, sería conveniente determinar las razones de su aparición. Se debe responder a la pregunta del origen de esta “necesidad” crónica de robar, de engañar, de apropiarse del bien de otros, de aprovechar, de abusar, necesidad que encontramos, paradójicamente, incluso en quienes ya tienen ampliamente todo lo necesario para vivir.

 

La experiencia de la energética humana puede contribuir a la comprensión y a la solución de esta plaga. Relaciona este comportamiento con un vacío energético, con el sufrimiento y la confusión que este crea en la persona y con una necesidad « vital » de compensarlo, cualquiera que sea el procedimiento. La humanidad, de manera general, sufre de un vacío energético importante, tanto cuantitativo como cualitativo. Su balance energético es negativo. Muchos de los comportamientos de los seres humanos sólo son comportamientos de compensación artificial de esta penuria de energía. La búsqueda del poder, de la gloria, la necesidad de brillar en sociedad, el uso de drogas, de tabaco, toda forma de acumulación (dinero, propiedades, amantes…) con frecuencia están relacionados con esta penuria de energía. Todas estas acumulaciones (de elementos exteriores) no tienen ningún efecto sobre el déficit energético (interior) y muchos corruptos terminan su vida en prisión por no haber parado de robar « a tiempo ». Los corruptos son enfermos: son hemipléjicos Yin.

 

Este punto de vista explica el carácter perfectamente ilusorio de cualquier esfuerzo dirigido a disminuir o suprimir la corrupción sin aplicar el remedio a lo que la genera: la penuria de energía de la sociedad. Una sociedad que no corrija su déficit energético no terminará nunca con la corrupción que la asola.

El déficit cuantitativo de energía bastaría por sí solo para explicar la existencia de la corrupción, la visión a corto plazo que la acompaña así como el fracaso de todos los intentos para acabar con ella. Pero la corrupción también está relacionada directamente con el déficit de orden cualitativo: déficit de Yin que genera un exceso de Yang. Mientras más desequilibrado YANG/yin esté un individuo, será más víctima del deseo insaciable (hiper Yang) de apropiarse del bien de otros, le será más difícil no atravesar la barrera moral que le prohíbe robar, hará más uso de la fuerza, estará más conforme con la ley del más fuerte y recurrirá a la eliminación de los más débiles. Al lado de estos síntomas relacionados con el hiper Yang, la penuria Yin genera manifestaciones de hipo Yin como la pérdida de valores, la insensibilidad social, la imposibilidad total de percibir el contexto en el cual uno se encuentra, el desprecio total por el colectivo (que sólo se considera como una « vaca lechera »), la atrofia del pensamiento sistémico, la imposibilidad de comprender que es una comunidad, su bondad, su necesidad… Todas estas anomalías sociales que tanto afectan a toda sociedad víctima de esta corrupción, encuentran su explicación en este desequilibrio energético.

 

Se puede agregar que los corruptos son retardados. Los « dejó el tren ». No ven que cuando llega el amanecer, ellos siguen funcionando de acuerdo con las leyes de la noche. No se dan cuenta que un día se dejarán atrapar, porque, con el alba, con el fin de la « horrible noche », sus acciones serán cada vez más visibles.