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Infiltración, influencia, conjunción y transformación

Construir un castillo de arena con arena seca es imposible. Y esto no se debe a la presencia de arena seca, sino a la ausencia de agua. Siempre es el ausente el equivocado y el que pone problema. Si se hace volver al agua, esta penetra en la arena, la infiltra, sin encontrar resistencia. La arena no tiene la posibilidad de oponerse a la infiltración del agua, de la misma manera que la Bestia no tiene la posibilidad de oponerse a la influencia de La Bella. El agua no sólo penetra en la arena, la transforma. Como un pegante suave y reversible, el agua opera en la arena una función de conjunción, de cohesión, de aglutinación, de agregación que transforma una sociedad de arena seca (individualista) en una comunidad de arena húmeda (fraternal). La diferencia entre una sociedad y una comunidad es la presencia en la segunda de una fuerza de conjunción, de un tejido conjuntivo, de un tejido social. Esta fuerza de conjunción del agua en la arena es la imagen más representativa del Yin. Esto es el Yin.

 

La ausencia, o por lo menos el nivel más bajo de esta fuerza Yin de conjunción hacen que la humanidad sea una sociedad, pero no es una comunidad. Los países tienen un Estado, pero no una Nación. « Somos un pueblo sin Nación » decía el filósofo Guillermo Hoyos[1]. La humanidad es una patria, pero como está hemipléjica, no es una matria. La palabra « matria » ni siquiera existe. Ni la palabra, ni lo que ella representa se conocen en las sociedades patriarcales, hemipléjicas Yin.

 

Una sociedad anormal sólo está compuesta por una patria, una sociedad normal por un patrio y una matria. Lo primero está encargado de las funciones masculinas como la construcción de las estructuras e infraestructuras, la defensa del territorio y de la economía, la segunda está encargada de las funciones femeninas como la alimentación, la agricultura, la educación. La patria, al igual que el padre, debería designarse con un término masculino: « el patrio ». La matria es por supuesto un término femenino: « la matria ». Para el equilibrio de las familias, la presencia del padre y de la madre es deseable. Para el equilibrio de las colectividades, la presencia de un « patrio » y de una « matria » también lo es. El término « patria » es ambiguo, comienza como masculino y termina como femenino. Los ciudadanos de una patria con frecuencia tienen la sensación de ser traicionados cuando se dirigen a la patria como a una madre. Le piden armonía y fraternidad y ella, como un padre, les responde « guerra ». En el mismo orden de ideas, la Iglesia es una palabra femenina pero designa una realidad masculina, patriarcal. Se podría parafrasear la frase de Cristo y decir: « Que su Yang sea Yang, que su Yin sea Yin; el resto viene del Maligno.[2]»

 

[1] En una emisión de U.N.-Radio (Radio de la Universidad Nacional), U.N. Análisis, en julio del 2004.

[2] “Que su si sea un si, que su no sea un no; lo que se añade viene del Maligno”. Mateo 5-37