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El machismo y los maltratos a la mujer y al niño

El machismo es un producto puro del patriarcado, tal vez el más visible, en ciertas comarcas, entre ellas Colombia. La figura del macho violento, orgulloso, susceptible y celoso es muy común en esta cultura y, seguramente, cuentan mucho sus raíces españolas. El espectáculo que ofrecen estos machos violentos, desequilibrados y ridículos sólo sería grotesco si no se acompañara de consecuencias tan dramáticas en términos de agresión a las mujeres. La criminalidad debida al machismo es de una frecuencia alarmante y obliga a comprender bien las causas y consecuencias para aplicarle los remedios adecuados. El machismo deja a las mujeres vulnerables y desamparadas y genera interrogantes, perplejidad e impotencia en los profesionales de la salud, psiquiatras, psicólogos, médicos, trabajadores sociales…

El machismo es una ilustración perfecta del tema de este libro. Se trata de un comportamiento que traduce un desequilibrio. Un comportamiento es una manera de funcionar. El machismo es una manera anormal de funcionar. Se trata de un trastorno energético muy fácil de identificar: una hemiplejía energética Yin. Un macho es un enfermo, sufre de un déficit de energía femenina Yin y, por lo tanto, de un exceso de energía masculina Yang. Es difícil encontrar un ejemplo de hemipléjico Yin más flagrante que este; las personas que aun dudan de la existencia de la energía o de su bipolaridad Yin/Yang, femenina/masculina, están obligadas, ante los comportamientos de los machistas, a rendirse frente a la evidencia: su desequilibrio es el de su energía.

 

Las manifestaciones de esta hemiplejía son las de brutalidad masculina, de enfrentamiento, de agresión, de golpes, bajo la influencia de una fuerza que empuja a la eliminación del otro. El conjunto de los valores del macho, sesgados y falseados por su desequilibrio energético, conduce a una distorsión de la representación de lo que es verdaderamente un hombre y de lo que es verdaderamente una mujer y hace que para él, lo masculino esté relacionado con el bien, con la fuerza y con la legitimidad, y que lo femenino esté relacionado con el mal, con la debilidad y que puede y debe ser eliminado. Ese otro que es considerado como no legítimo y « por tanto, puede ser eliminado » sería la mujer. Para el macho no se trata de enfrentarse con otro macho, es lo femenino lo que debe ser eliminado, como ocurre en toda sociedad patriarcal.

 

Cuando el macho se siente estresado, provocado o amenazado, o cuando necesita desahogarse, recurre a la energía que dispone para « arreglar sus problemas », es decir a su energía masculina en exceso. No va a expresar los comportamientos relacionados con la energía que le falta sino, claro está, los relacionados con la que le sobra. El resultado sólo puede ser lo que conocemos demasiado bien: la agresión de la mujer y su eliminación.

 

Si el comportamiento de los hombres en el machismo llama toda la atención y suscita reacciones de indignación, de rechazo, de incomprensión, de condena unánime, también es cierto que el de las mujeres también debe ser tenido en cuenta. Porque este fenómeno del machismo supone que se conformen parejas de verdugo / víctima, y la víctima no puede siempre redimirse completamente de cierta responsabilidad en esta situación. Es lo que aparece a través de los comentarios que, a veces, se escuchan: « ella debió hacer algo no muy claro », o « por algún motivo, debió merecerlo… ». O, aún peor, esta broma pesada: « Golpea a tu mujer todos los días, si tú no sabes porqué, ella sí lo sabe ». Y la mujer víctima dice: “Pero ¡yo no hice nada…!” Si se quiere considerar el papel de las mujeres en el machismo, se deben abordar por lo menos dos puntos importantes.

 

El primero es el de la educación dada por las mujeres, por la madre. Si la madre del joven puede tener una visión equilibrada de la relación hombre / mujer, mediante su influencia, sus directivas, sus explicaciones y su autoridad, le impondrá poco a poco esta visión equilibrada. Le enseñará la noción de respeto obligatorio y de igualdad (ante las tareas domésticas, por ejemplo) y el niño vivirá esto como algo natural (porque es maternal) y el respeto será el referente. Infortunadamente, en la sociedad patriarcal, es difícil incluso para las mujeres y las madres liberarse de los clichés dominantes y del conformismo, de los modelos patriarcales de crianza y de comportamientos recibidos en el hogar, les es difícil no ser cómplices involuntarios de un sistema que les oprime. Con mucha frecuencia, las mujeres dedican tanta energía a las actividades diarias que ya no disponen de más para ganar altitud, considerar su condición bajo otro ángulo y cambiar. Y todos conocemos mujeres que son más Yang que muchos hombres y que no son solamente cómplices del sistema, sino actrices. Estas mujeres desequilibradas formarán obligatoriamente niños desequilibrados que nunca aprenderán a respetar y valorar lo femenino en ellos mismos, en la mujer, en la sociedad y en la Naturaleza. En esto reside una parte de la responsabilidad de las mujeres en el machismo.

 

El segundo punto es que si el marido macho es un enfermo, un hemipléjico Yin, su mujer también lo es, ella también sufre de la misma hemiplejía Yin. Si no fuera así, si ella dispusiera verdaderamente de un Yin fuerte, esta energía transformaría o habría transformado a su marido. Esta fuerza obligaría a su marido a transformarse o a irse. Esta fuerza, si estuviera lo suficientemente despierta, haría más que imponer el respeto a su marido, lo transformaría, permitiría que esta mujer viviera con un « príncipe ». En la pareja macho violento / mujer golpeada, está el responsable « por acción » y la responsable « por omisión »; los dos son responsables porque son hemipléjicos Yin y la mujer vive con una « bestia ». Esto explica porqué mujeres golpeadas, ante el asombro de todos, le dan una segunda oportunidad a su verdugo. Ellas sienten en si mismas, y con justa razón, parte de la responsabilidad en la situación, sienten confusamente que debido a una deficiencia personal, faltaron a su deber, que fallaron en una misión que se habían impuesto y creían posible: transformar ese marido que sabían desequilibrado. En realidad, entonces, se dan una segunda oportunidad a ellas mismas. Se convencen que tendrán suficiente fuerza para continuar su « misión », para transformar a su marido o transformar su situación. Pero estas mujeres deberían escuchar la inquietud de su entorno y perder la ingenuidad: deberían comprender que con buenas intenciones no van a transformar a su verdugo sino más bien con la fuerza bien despierta de su energía Yin; que si no se curan de su hemiplejía Yin, si no despiertan primero en ellas esta fuerza Yin mediante un trabajo bien preciso y bien conducido, entre otras cosas, solicitando y recibiendo la ayuda adecuada, serán, sin falta, de nuevo víctimas y probablemente nunca estarán en posibilidad de ofrecer una tercera oportunidad.

 

También se podría evocar un tercer elemento en la participación en la génesis y el mantenimiento del machismo: es la cadena infernal de la culpabilidad que mantiene a las mujeres en la prisión del karma, en la barbarie y en la condición de víctima, todos estos elementos que caracterizan este nivel de consciencia infortunadamente muy extendido que se llama la Edad de Hierro. Este punto que se refiere no sólo a las mujeres sino a todos los seres humanos, será abordado más adelante.

 

En el mejor de los casos, una pareja « hombre macho violento / mujer víctima », que se da cuenta que la situación es anormal, decide cambiar. Los dos elementos de la pareja que toman consciencia de su déficit de Yin se dan los medios para su curación y se dedican a su transformación, juntos o cada uno por separado. Si se utilizan los medios justos, la pareja se reequilibra. Este caso ejemplar está lejos de ser la regla. Con frecuencia, el macho no tiene posibilidad de darse cuenta de su desequilibrio (lo que no le quita en nada su responsabilidad, porque todos los seres humanos son, claro está, responsables de su propio inconsciente), por tanto, nunca estará dispuesto a contribuir a la solución del problema, porque, para él, ni siquiera hay problema. En una pareja verdugo / víctima rara vez es el verdugo quien introduce el cambio, con mayor frecuencia es la víctima. Si la mujer maltratada está decidida a cambiar de condición, hará todo lo necesario para despertar a « La Bella » en ella. Y a medida que su Yin crezca, « la Bestia » se transformará. Veremos en el capítulo « tratamiento » lo que se tiene que hacer para curarse de una hemiplejía Yin.

 

Por otra parte, sabemos que el Yang no es el hombre sino lo masculino. El machismo no es el atributo solo de los hombres. Existen mujeres muy Yang, (la ejecutiva corre el riesgo de caer en este desequilibrio) que se comportan de manera muy masculina, que son auténticos patriarcas y que ejercen un verdadero machismo, con todas sus características. En este caso son a menudo hombres (el esposo, los hijos, los empleados…) los que son las víctimas de esta forma de machismo.

 

Finalmente, se agregará a esto que, puesto que el machismo es una de las numerosas consecuencias del patriarcado, no es tanto el machismo el que se debe tratar sino el patriarcado. Las raíces de esta anomalía social, el machismo, se sumergen profundamente en el patriarcado. El tratamiento del machismo es un tratamiento muy profundo (cambio-metamorfosis). No se trata de cambiar de sitio los muebles en la prisión del patriarcado, se trata de salir de esta prisión. Esto obliga entonces a considerar todos los medios, teóricos y prácticos, que permiten reequilibrar la energía de una sociedad. Este es el objeto de este libro.

 

En una sociedad desequilibrada los malos tratos no se dirigen sólo a las mujeres. Los niños también son, con mucha frecuencia, víctimas de violencias inauditas. Estas brutalidades representan comportamientos incomprensibles para muchos. Además, no sólo son perpetrados por hombres, muchas mujeres desequilibradas maltratan a sus hijos.

 

Para acabar con estos sufrimientos muy frecuentes de los niños, es necesario conocer las causas energéticas de estos comportamientos. La explicación energética que se puede dar a estos comportamientos es que estas personas que maltratan son hemipléjicas Yin y, sometidas en la vida cotidiana a la acumulación del estrés bajo todas sus formas, estas personas desequilibradas necesitan de un exutorio para su exceso de energía Yang y lo encuentran en forma de la violencia Yang que ejercen sobre los niños. Ellos sirven de alguna manera de rebosadero y, con mayor razón, porque están en completa incapacidad física de defenderse.

 

Estas personas, cuya sensibilidad no funciona bien, por déficit de su carburante natural, la energía Yin, no sienten el sufrimiento que imponen, no perciben las consecuencias de sus actos sobre su entorno. No reciben las informaciones-dolor que envían sus víctimas. Están en déficit de recepción (Yin) y en exceso de emisión (Yang). El remedio en este estado no podría ser sólo la contención de la brutalidad y de los excesos de las personas desequilibradas, lo que sería un ensayo muy legítimo pero ilusorio y, con frecuencia, ineficaz para limitar la violencia. El remedio pasa obligatoriamente por el reequilibrio de estas personas, por el despertar de su energía Yin.

 

El aumento de energía Yin crea dos efectos: aumento cuantitativo y reequilibrio cualitativo de la energía de esas personas. Mientras más aumenta la cantidad de energía, más cambian los problemas de proporción y de importancia relativa y se hacen más manejables; hay, entonces, menos estrés y menos necesidad de desahogarse con otros de su acumulación. « ¡No es que tu seas muy grande, sino que yo estoy de rodillas! »

 

A medida que el sistema energético de los individuos se reequilibra, la necesidad de descargarse de su exceso de energía masculina disminuye, su sensibilidad renace, recobran la percepción de su entorno y de sus necesidades, descubren poco a poco que tienen a su disposición otra fuerza para arreglar sus problemas, diferente a la masculina de enfrentamiento y agresión y experimentan los efectos de una fuerza femenina de transformación.

 

Los maltratos a los niños también plantean la pregunta acerca de su nivel de energía. Los niños tampoco disponen, al igual que los adultos, de la energía que deberían tener. Ellos también se encuentran, con frecuencia, en déficit de energía. Si a veces son insoportables es porque al hostigar a sus padres, al desestabilizarlos, intentan recuperar un poco de la energía de ellos. Es su manera de llamar la atención de sus padres sobre sus reales necesidades energéticas.

 

Los padres están obligados a alimentar a sus hijos. En general, se entiende por alimentación la satisfacción de las necesidades físicas en nutrición. Pero existe otro tipo de alimentación igualmente necesaria: la alimentación energética, es decir la satisfacción de las necesidades de energía y de informaciones para el mejor desarrollo y funcionamiento de los niños. Pero en este campo, teniendo en cuenta que los padres con frecuencia están en déficit de energía, también hay grandes carencias que hacen que muchos niños funcionen muy mal.  Esto tiene como consecuencia directa una desestabilización de su entorno y la entrada a un círculo vicioso que puede conducir a la violencia extrema. El niño está mal porque no tiene la energía que debería tener, la reclama a su manera, como puede; se vuelve irritante para su entorno. Completamente inconsciente de la carencia de energía subyacente y de las verdaderas necesidades y demandas del niño, el entorno cuyo nivel de tolerancia al estrés es tan bajo como su energía, reacciona torpemente o brutalmente, con el efecto directo de agravar la situación y producir una escalada de violencia. Se llega a estas situaciones en las cuales los adultos no ven otra solución a sus problemas diferente a la eliminación física (cima de un comportamiento hiper-Yang) de su niño.

 

Al margen, se puede mencionar que, en el asunto del suicidio se trata del mismo mecanismo energético: una persona (y es el caso de muchos adolescentes) se elimina, cuando lo que necesita no es eliminarse sino transformarse (de todas formas no es seguro que se pueda escapar de la realidad con el suicidio y que no se encuentre después de la muerte con lo que se buscaba evitar) pero, como justamente se encuentra en desequilibrio hipo-Yin / hiper-Yang, no es consciente de que existen una fuerza y medios de transformación y sólo cree encontrar solución en su propia eliminación.

 

Muchas madres o padres han podido tener la experiencia de cambios radicales del comportamiento de sus hijos después de una recuperación de la energía tanto de los niños como de uno o ambos padres. Se puede esperar que el conocimiento creciente del concepto de energía permita avances hacia la comprensión y la solución de estos problemas importantes como son los maltratos a los niños y el suicidio de los adolescentes. Ante cualquier trastorno del comportamiento, se debería tener la costumbre de buscar siempre su causa energética.