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Características de los comportamientos y valores Yang

La energía Yang condiciona el funcionamiento, los comportamientos y los valores masculinos. Está relacionada con la creación, la actividad, la intención, el exterior, la emisión. Permite la acción, el paso a la acción, la posibilidad de éxito, la iniciativa, la decisión, la combatividad, la autoridad, el orden, la protección, la jerarquía, el poder, la dominación. Vencer es Yang

La edificación de una casa, el levantamiento de un rascacielos, la construcción son actividades Yang.

 

La energía masculina favorece los comportamientos de competencia, de antagonismo y la lógica de exclusión; es una fuerza de disyunción (fuerza centrífuga). En un grupo de animales, los machos, encargados de la conquista, de la apropiación y de la defensa del territorio y de la manada, combaten y se eliminan; luchan a muerte. Sólo queda el más fuerte (la ley del más fuerte, evolución por selección natural). Debe ser no solamente el mejor, sino el único que puede ocuparse de las hembras. Y matar a su adversario, en este contexto, se considera normal: el león que mata a su adversario se convierte en el jefe. Aplicado a los humanos, esto se traduce en guerra y en la búsqueda del poder que son actividades Yang de dominación, de eliminación y de apropiación.

 

La organización Yang es de tipo vertical, piramidal, jerárquica (cf. las Fuerzas Armadas, la Iglesia Católica) con deseo de control, control descendente sobre el pueblo, secreto, retención de la información, desconfianza; por lo tanto, orden, planificación y apropiación por el “establishment”.

 

El Yang está en relación con el lado derecho del cuerpo.

 

El tiempo es Yang, la perseverancia y la duración también lo son.

 

La energía Yang sostiene, anima la actividad mental e intelectual. El instrumento masculino, Yang, de conocimiento del mundo es el mental o intelecto (la cabeza). Es el soporte de la razón, de la racionalidad, es el mundo de las ideas, de los pensamientos, de los conceptos, de las teorías, de las doctrinas, de las ideologías y de las idealizaciones (la moral). Igualmente, la palabra, el discurso, la predicación son actividades Yang. La  energía Yang alimenta una consciencia con intención, en búsqueda de un objetivo, que Graf Durkheim[1] llama la consciencia “flecha”, una consciencia que no acepta la realidad tal y como es, que no le concede legitimidad, pero se propone cambiarla. « Yo voy a cambiar el mundo »

 

El Yang está ligado a lo visible, a la luz, a lo simple, a la superficie, al consciente, a la ciencia; favorece el pensamiento analítico, procede a la separación, a la disyunción. Lo mental aísla un factor de su contexto para analizarlo. Sólo tiene en cuenta lo que es objetivo (el objeto, el texto) y sólo tiene acceso a la causalidad lineal.

 

Para resumir, se podría subrayar: Yang = apropiación, competencia, exclusión, disyunción, eliminación, jerarquía, intelecto, consciencia « flecha ».

[1] DURKHEIM Karlfried Graf. Méditer, pourquoi et comment. Le Courrier du livre, Paris, 2006, p 133.